Marc Castellnou: “Las quemas preventivas en el bosque deben hacerse a más gran escala”

Entrevista

“No podemos fiar toda la defensa contra el cambio climático a las acciones de emergencia”, resalta el jefe del Grup d’Actuació Forestal (GRAF) de la Generalitat

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Castellnou, ingeniero de montes por la Universidad de Lérida (1997), experto en siniestros devastadores y presidente del Consejo Asesor de la Fundación Pau Costa 

Xavier Cervera

“No podemos fiar toda la defensa contra el cambio climático a las acciones de emergencia”, resalta Marc Castellnou (Tivissa, 1972), jefe del Grup d’ Actuació Forestal (GRAF), la unidad de Bombers especializada en los incendios forestales de gran magnitud. Castellnou reclama reforzar la prevención. Y remarca el nuevo riesgo climático añado que suponen los meses de junio muy calurosos, una espada de Damocles sobre la temporada de siega del cereal, como se ha visto en la Segarra. “Desde finales de mayo hasta principios de julio en esa zona solo hemos tenido cuatro días con menos de 30 grados”, resalta. “Hay que tomar medidas para limitar este tipo de monocultivos de cereal porque si no, esos incendios será cada vez más grandes”, sentencia.x riesgo añadido del fuego durante la temporada de siega del cereal, como ha sucedido en la Segarra. “Desde finales de mayo hasta principios de julio en esa zona solo hemos tenido cuatro días con menos de 30 grados”, resalta. Por todo ello, es partidario de “tomar medidas para limitar este tipo de monocultivos de cereal porque si no, esos incendios cada vez serán más grandes”, senencia

Esta campaña de extinción de incendios está resultando especialmente dura en Catalunya: fuegos en la Segarra, en el Baix Ebre…

Es un tipo de campaña que estábamos esperando. Venimos de haber sufrido los años más cálidos registrados; junio ha sido también el año más cálido desde que se disponen de datos, y salimos de una sequía muy profunda que empezó en 2021 y acabó a finales de 2024. En 2023 y 2024 esperábamos que fueran años duros por la sequía, pero se dieron lluvias provinciales en junio y esa humedad nos permitió pasar un julio tranquilamente. En cambio, en el invierno 2024/2025 ha llovido mucho, el bosque ha reaccionado [rebrotado] tras la sequía. Y este año, en un junio extremadamente cálido, el más cálido de la historia, toda esta vegetación rebrotada ha hecho que, de repente, el bosque entrara en shock, quedara parado y disponible [para incendiarse].

¿Era previsible que esto ocurriera?

En el año 2025 acumula la inercia de estos años de sequía, con una gran cantidad de bosque muerto, a lo cual se suma todo el crecimiento en la primavera, hasta quedar todo escaldado y asado. Volvemos a entrar en los grandes incendios que esperábamos y que en años anómalos no habíamos visto.

A diferencia de los pasados años de sequía este 2025 presenta gran extensión de combustible fino, una gran simultaneidad y mucha propagación

Los últimos años hubo pocos incendios.

Los hubo, en Llançà, en agosto de 2023, y tuvimos el episodio de la primera semana de agosto de 2024 en Vilanova de Meià… Pero fueron incendios que se pudieron gestionar. En los años de sequía no se da una capacidad de propagación muy alta porque no hay combustible fino por todas partes. Solo hubo combustible grueso. En cambio, este año tenemos una gran extensión de combustible fino, una gran simultaneidad [de incendios] y mucha propagación. En 2021, en Santa Coloma de Queralt, tuvimos el primer incendio de la sexta generación registrado en Catalunya, con su pirocúmulo; ya queda lejos, pero vuelve a darse el mismo comportamiento que en 2021. En 2021 había discusión si era posible o no ese tipo de incendios, pero ahora todo el mundo cree que es posible, vista la evidencia.

Sobre la prevención y la situación de los bosques, desde hace años se hace el mismo diagnóstico, abandono del mundo rural, falta de política forestal. ¿Qué hemos aprendido en estos años en su opinión?

Hemos aprendido mucho sobre incendios. Hemos visto la aparición de incendios de cuarta, quinta y sexta generación, y hemos estado adaptando el sistema de extinción a la toma de decisiones a todo esto.

Se está actuando preventivamente?

El país ha comenzado a hacer la gestión del paisaje, gestión de incendios. Estos años nos han servido para aceptar que tenemos un problema como país y que debemos llevar a cabo esa gestión. Sin embargo, como país, no hemos comenzado realmente a estructurar el paisaje para que sea resistente a estos grandes incendios. Tenemos una memoria corta y cuando pasa la temporada de incendios nos olvidamos de ellos y caemos en el mismo remedio. Es decir, tenemos un sistema de extinción, se adoptan medidas de prevención, pero no hacemos gestión del paisaje a gran escala. Y, evidentemente, tampoco nos planteamos cuáles son las conexiones entre el sector primario, el sector terciario y la seguridad.

Como país, no hemos comenzado realmente a estructurar el paisaje para que sea resistente a estos grandes incendios

¿Puede concretarme?

En estos momentos, el sector primario de la agricultura puede no ser competitivo a nivel global, pero este sector primario de la agricultura es el que nos proporciona seguridad frente a los desastres climáticos, ya sean incendios o inundaciones; pero no hacemos políticas para estabilizar este territorio y seguimos perdiendo superficie agrícola, seguimos abandonando territorio, seguimos despoblando territorio.

O sea, las causas estructurales son las mismas. La gestión de ese paisaje no se está haciendo, me dice. ¿Qué tres o cuatro medidas o ámbitos de acción son prioritarias?

Es necesario interconectar las acciones y sus consecuencias: es decir, calibrar la relación coste beneficio de la acción sobre un territorio. Hacemos actuaciones para proteger nuestros espacios forestales y la biodiversidad de nuestro paisaje, por eso tiene unas consecuencias sobre la seguridad en este paisaje; y, por tanto, hay que entender que un paisaje resiliente es aquel paisaje que protege personas, que protege biodiversidad y que garantiza esta funcionalidad de los ecosistemas en un proceso de cambio climático. No podemos fiar toda la defensa contra el cambio climático a las acciones de emergencia. Las emergencias son conocidas.

Póngame un ejemplo…

El abandono de muchos cultivos en el entorno del canal Xerta-Càlix es conocido desde hace años, sobre todo después de la sequía. Por lo tanto, este no es un problema del sector primario; es un problema de protección de personas y bienes ante un incendio que desciende desde la sierra, que intentamos parar en las zonas de cultivos, pero que cuando empieza a saltar impacta sobre los pueblos, sobre la vida de unas personas Todo esto tiene consecuencias. Entonces, sabemos que si queremos proteger a Barcelona, necesitamos un eslabón de gestión.

¿Qué quiere decir?

Lo que no podemos es pensar que ante los incendios, la solución sea pensar que, bueno, ya tendremos más recursos para dar respuesta. Tener y mantener ese anillo verde implica tomar medidas para incentivar esta economía. No estamos hablando de mantener una ‘pagesia’ sino de mantener un sector primario conectado con el sector terciario, porque esta ‘pagesia’ presta un servicio al sector primario dándole seguridad. Y este replanteamiento a gran escala no lo estamos haciendo.

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Marc Castellnou

Xavier Cervera

Debe ser valorado el servicio que dan los campos de cultivo a la seguridad antiincendios

Se dice que sobra masa forestal… ¿Debemos hacer más quemas prescritas, preventivas?

No es que no debamos tener menos bosques, sino que debemos tener un mosaico de usos. Y este mosaico no tiene que ser solo un mosaico agrícola y forestal, cultivos y bosque; no es un mosaico binario. Puede ser un mosaico de estructuras forestales, de bosques maduros, de diversidad de especies y estructuras. Que un incendio queme con más o menos velocidad e intensidad depende de las estructuras de combustible; se trata de que la combustión no sea continua. Si tienes un paisaje homogéneo, el incendio puede coger una gran inercia; y este es el problema. Pero si se da ese mosaico (bosque adulto, joven, pastos…) la inercia es diferente. La gestión del territorio debe tener en cuenta esa dinámica; tenemos los profesionales para ello, pero necesitamos políticas con mayúsculas que priorice la gestión de este territorio.

¿Son recomendables estas quemas preventivas?

El programa de quemas prescritas se lleva aplicando desde hace 25 años y lo que hace es gestionar el uso del fuego creando espacios abiertos gestionando la dinámica de los bancos de semillas. Es una herramienta natural para gestionar esos puntos estratégicos; y también se hace mucho en la zona de Pirineos. Estamos ante un diagnóstico claro, en todo el planeta, hacer más quemas.

¿Cuándo las hacen?

Lo hacemos durante el invierno y en otoño. Pero estamos haciendo poca superficie porque buscamos esos puntos clave. En estos 25 años las quemas prescritas se han aceptado como instrumento de gestión pero nos faltan políticas para convertirlas en una herramienta de gestión a más gran escala.

Habría que dar un salto con estas quemas controladas.

Sí, pero..

Usted ya tiene señaladas esas zonas en la que se debería actuar?

Sí, las quemas tienen un esquema de las zonas de actuación; pero insisto: las quemas son una herramienta, pero compatible o substituible con e uso de la herramienta ‘herbívoros-ganado’ y es compatible con otros usos del paisaje. Emplear el fuego técnico es una forma de cubrir esos ‘agujeros’ que necesitamos para hacer extinción.

Emplear el fuego técnico es una forma de cubrir esos ‘agujeros’ que necesitamos para hacer extinción.

¿Pero el territorio acepta esta fórmula, le espanta, la comprende?

La escala en la que la estamos aplicando ahora ha permitido tener un nivel de aceptación. Sin embargo, no es una herramienta que la sociedad vea todavía a gran escala; pero es un asunto a largo plazo... Pero pensamos en las oportunidades, en lo que nos aporta el ganado. Pensemos que el flanco derecho del incendio de Portbou de 2023 lo paramos sobre todo con los pastos de vacas y en el Sant Pere de Ribes lo paramos en zonas de pastos de asnos También es cierto es ha habido incendios que ha sido parados en zonas en las que se han hecho quemas controladas.

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En el centro de control de la sede central de Bombers de Cerdanyo

Xavier Cervera
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El conseller d’Agricultura, Òscar Ordeig propone reducir masas forestales con roturaciones para la transformación agrícola pero los propietarios resplican que las normas europeas no permiten luego vender esa madera (por riesgo de deforestación…).

Si estamos en este callejón sin salida es porque el cambio climático ha acelerado la necesidad de gestionar este territorio para compartimentar y encapsular los incendios. Pero las economías forestales y rural no acompañan. Nuestra economía de mercado favorecer traer productos de fuera antes de tenerlo de aquí.

Por ejemplo...

Nuestra producción de madera no puede competir con la de Escandinavia,, que es más rentable. Pero las políticas de país deberían valorar no solo la producción de madera, sino el hecho de que la producción de madera y la gestión forestal que la acompañan contribuven a la prevención de incendios. Entonces, se debe crear una economía que valore todo lo que esta actividad favorece, porque también aporta un servicio al sector terciario.

Pero el mercado no considera estos factores de prevención de incendios

El ejemplo que no me canso de poner es sencillo. Tú tienes el típico caso urbano que está protegido contra los incendios porque hay unos olivos. Cuando el agricultor que cuida esos olivos se jubila, esa zona urbana o ese municipio debe invertir un dinero en limpiar esa zona de olivos que el agricultor ya no cultiva, para poder garantizar la seguridad. Es decir, el payés, mientras cuida el olivar, estaba prestando un servicio económico que nadie le reconocía. Si a ese payés se le hubiera reconocido el servicio de seguridad que prestaba al municipio, tal vez no hubiera abandonado los olivos. Es lo que estamos viendo. Hay unos viñedos en el Montsant que estan protegiendo el Parc Natural del Montsant. Y si estas viñas se abandonan, en caso de incendio será muy difícil evitar la entrada del fuego al Parc Natural de Montsant. Estas viñas solo reciben los ingresos por la venta de la uva que producen, pero realmente están prestando un servicio de seguridad [antiincendios]. ¿Por qué no relacionamos los dos conceptos y dejamos que la viña reciba también unos ingresos para valorar el servicio [preventivo] que está prestando al Parc Natural?

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Debemos tomar medidas para limitar este monocultivo, porque si no, incendios como los de la Segarra cada vez seránn más grandes

El Gobierno catalán está recurriendo a una parte de recursos del Fons de Patrimonio Natural (procedentes del impuesto del CO2 de los coches, y que deberían ir a la conservación) para destinarlos al bosque. Debería haber otros recursos adicionales ¿no?

El tema es de dónde sacamos los ingresos para esa franja de prevención en el Parc Natural del Montsant. Deberán salir de algún sito. Y si podemos sacarlos de algún sitio para invertirlos allá, también se pueden invertir en aquel payés para que no abandone y se más barato. Si conectamos las cosas podremos hacer un país más resiliente; si seguimos trabajando en compartimentos estancos, entonces no.

Dos de estos grandes incendios de la Segarra se originaron en el sector agrícola.

Normalmente, este riesgo no existe porque se cosecha antes que llegue el riesgo de incendio forestal. Pero junio ha sido extremadamente árido y el bosque bajo se ha secado igual que el cereal. Por eso, debemos tomar medidas para limitar este monocultivo, porque si no, nos encontraremos con que estos incendios cada vez será más grandes. 

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Castellnou

Xavier Cervera

¿Qué se debe hacer?

Llevamos años llevando con la campaña de siega. Debemos estar pendientes con los recursos de extinción. Pero insisto en que éste ha sido un problema originado por un junio extremadamente cálido. Sin un junio cálido, este problema no existiría porque el cereal y el bosque no coinciden en su disponibilidad (en riesgo de incendio). Esa continuidad de las condiciones es una anomalía climática y esto será cada vez más normal. Por todo es necesario repensar la acción este territorio. Pero el cuerpo de bomberos está también para prestar servicio al mundo agrario, de la misma manera que respondemos ante el fuego en la industria, la ciudad o las viviendas. Ahora bien, la anomalía de este verano es necesario buscarla en el factor climático. La extremada carga debido a las lluvias de primavera, más la altísima y rápida disponibilidad de todo por el calor extremo de junio… Desde finales de mayo hasta principios de julio, en esa zona sólo hemos tenido cuatro días con temperaturas de menos de 30 grados.

¿Cómo han evolucionado los GRAF desde su creación…?

Bombers se dotó de un grupo especial para tener más conocimiento sobre los incendios forestales y cuando comenzaros a ser operativos, los GRAF estábamos en los incendios de tercera generación, como los del Solsonès. Desde entonces, hasta ahora, hemos ido evolucionando hasta los incendios de sexta generación.

¿Qué son los incendios la sexta generación?

A los incendios de sexta generación les pusimos nombre en 2017 tras las campañas que se hicieron en Chile, en que colaboró la Unión Europea, y de Portugal, en Pedrógão Grande [con al menos 65 muertes y 135 heridos]. Y en 2019 se dieron en Canadá. Son incendios que modifican las condiciones atmosféricas, que generan piro-convección, es decir, que crean tormentas de fuego y el incendio tiene energía suficiente para crear toda esta modificación del entorno. Y con esa modificación del entorno, lo que está haciendo es crear las condiciones para una propagación caótica y extremadamente acelerada. Esto es lo que ha pasado en el incendio la Sagarra de este verano. Son incendios cuyo origen está en un territorio cada vez más forestal con más carga de vegetación por quemar, con un clima que le permite quemar con mayor intensidad. Entonces, si hay más energía para ser liberada y se puede liberar más rápido, se pueden generar estas tormentas de fuego. Esto son los que son los incendios de la sexta generación y es lo que está en la base de  la campaña año del 205, teniendo en cuenta la acumulación de combustible de la primavera, más los dos años de sequía anteriores.

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