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La población expuesta a un incendio forestal aumentó un 40% en dos décadas

España en llamas

Una investigación en 'Science' revela el incremento de personas que habitan en territorios propensos a  fuegos intensos y salvajes, sobre todo en África y alerta del riesgo en aumento en los países de clima mediterráneo

Una vecina de Castrocalbón, en León, junto a una vivienda que ha sido destruida por los incendios 

Lorena Sopêna - Europa Press / Europa Press

La población directamente expuesta a incendios forestales aumentó un 40 % a nivel mundial entre 2002 y 2021, a pesar de que en ese tiempo se registró una disminución del 26 % en la superficie quemada a nivel global, según la investigación que esta semana se publica en la revista Science. Los investigadores concluyen que los desastres de este tipo con más víctimas mortales y pérdidas sociales han ocurrido en zonas de climas mediterráneos del sur de Europa, Australia, Sudáfrica o el oeste de América, pese a que estas regiones no son puntos críticos respecto a la exposición humana a incendios, que es mayor en África tropical.

Los autores, de varias instituciones norteamericanas, destacan que la inmensa mayoría de exposición humana a grandes incendios (hasta un 85%) ocurren en África, pero no así las catástrofes. Entre 1990 y 2021, en todo el mundo estiman que los grandes fuegos causaron de forma directa al menos 2.500 muertes, 10.500 heridos y más de un millón y medio de fallecimientos, éstos últimos atribuidos a la contaminación atmosférica que generan, aunque las zonas de las víctimas no coinciden siempre con las de los más expuestos.

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Moji Sadegh, uno de los científicos implicados, de la Universidad Estatal de Boise (Idaho, EEUU), señala a La Vanguardia que querían poner el foco en que “el área quemada no es un buen indicador del riesgo del fuego para humanos y propiedades” y pone de ejemplo lo que se vio en los incendios de Los Ángeles, donde “pese a que el área global quemada puede estar disminuyendo, los incendios intensos y destructivos van en aumento”.

El científico recuerda que el fuego forestal es un fenómeno natural “que ha sido parte de los procesos de la Tierra desde los inicios de la vida y continuará siéndolo”, pero el problema surge cuando se cruzan en su camino las comunidades humanas; entonces, el riesgo aumenta por una variedad de factores, incluidos desarrollos históricos y recientes en paisajes que ya son propensos y por una intensificación del comportamiento del fuego impulsada por el cambio climático”. De hecho, apuntan que este cambio climático aumenta en más del 54% las condiciones meteorológicas extremas, y por tanto el número de días propicios para incendios, con temporadas de fuego más largas y noches más inflamables poque no refresca.

El cambio climático aumenta en más del 54% las condiciones meteorológicas extremas

Por ello, aunque la superficie quemada en el planeta sea menor en las últimas dos décadas, la exposición humana global a los incendios forestales aumenta ese 40%. “En África, la expansión agrícola y la fragmentación de la tierra ha colocado a más personas en un paisaje propenso a incendios, aumentando así la exposición humana. Nuestros resultados no indican que con menos espacio quemado disminuya el riesgo, sino que en muchas regiones, incluida la zona mediterránea, hay una amenaza emergente”, añade Sadegh.

Para cuantificar dónde se produce la exposición directa y sus impactos, analizaron más de 18,6 millones de registros de incendios del Atlas Global de Incendios, que recoge los que detectan los satélites, y los cruzaron con datos de la población y la cobertura y uso del suelo.

En Europa, recuerdan que el 90% de los fuegos tienen origen humano (intencionado o accidental) y que son las actividades de las personas las que están modificando los regímenes regionales de incendios. No es algo diferente a lo que ocurre en Norteamérica. También allí la introducción de especies forestales ajenas al territorio, invasoras, está siendo un factor importante de riesgo. Es algo que se suma al incremento de la llamada interfaz urbano-forestal, es decir, áreas de transición entre núcleos urbanos y bosques o montes. En total, estas zonas suponen solo el 4,7% de la superficie terrestre mundial, pero no dejan de aumentar en todo el planeta.

Varias personas observan el incendio, en la sierra de O Courel, en Lugo 

Carlos Castro - Europa Press / Europa Press

Destacan también que, si bien en los últimos años hubo grandes desastres por siniestros forestales en Oceanía, Europa y Norteamérica, y recibieron mucha atención mediática, de los casi 50 millones de km² calcinados en los 20 años analizados, el 64,3% lo fue en África. En Europa se da la paradoja de que habría menos población expuesta a grandes fuegos forestales debido al abandono rural, pero como suben en intensidad, generan grandes impactos regionales. “Aunque ahí la exposición humana directa habría disminuido en estas dos décadas, los riesgos para las vidas y los bienes van a más. Los incendios forestales extremos aumentan en frecuencia y en intensidad en Europa y en otras regiones. La región mediterránea siempre ha sido propensa a que ocurran, pero el calentamiento no solo extiende su temporada, sino que también intensifica el clima propicio para que ocurran”, argumenta Sadegh.

El trabajo en Science también hace recomendaciones para estas zonas propensas, como es incorporar modificaciones estructurales tanto en infraestructuras como en los paisajes y así mejorar la resistencia a grandes fuegos. También aconsejan aumentar el uso intencional del fuego como herramienta de gestión, como hacen en África.

Para el sur de Europa, donde este verano están siendo calcinadas cientos de mile de hectáreas -solo en España van más de 300.000 en agosto-, Sadegh recomienda “restablecer la cobertura vegetal natural con especies nativas”. “Es importante prevenir la introducción de especies invasoras en tierras de cultivo abandonadas. Así se puso de manifiesto en los incendios de Hawai de 2023, que provocaron la muerte de más de 100 personas. Las tierras de cultivo abandonadas fueron invadidas por vegetación que se convirtió en combustible seco para que el incendio comenzara, se extendiera e invadiera la ciudad, causando una tremenda devastación”.