Una patología que suele darse en aquellos lugares donde conviven varios gatos, como criaderos o refugios, y que principalmente afecta a menores de dos años, se trata de la peritonitis infecciosa felina (PIF). La infección está provocada por el coronavirus felino, cuenta con un pronóstico grave y destaca por ser altamente contagiosa. Además, sus primeros síntomas no resultan especialmente llamativos y se pueden confundir con los de otras patologías. Los gatos que la contraen se muestran más letárgicos y con un menor apetito, lo que también puede delatar la fiebre. Aunque el coronavirus que la provoca no es el mismo que el SARS-CoV-2, y no puede pasar de los felinos a los humanos, ambos virus comparten ciertas características. Y, según se ha descubierto recientemente, los avances en los tratamientos contra la peritonitis infecciosa felina podrían ser de ayuda a la hora de combatir la sintomatología del COVID persistente.
Así lo afirma un estudio realizado por investigadores de la Universidad de California, publicado en la revista especializada ‘Stem Cells Translational Medicine’, publicación editada por Oxford University Press. Los especialistas han desarrollado una terapia celular para la peritonitis infecciosa felina, basada en una combinación de fármacos antivirales y células estromales mesenquimales, dirigida a estimular y fortalecer al sistema inmunitario, protegiéndolo de las células infecciosas y permitiéndole reducir la inflamación. El resultado consiste en la recuperación del equilibrio inmunitario, según las conclusiones del estudio. De esta forma, la terapia representaría un avance que beneficiaría a los felinos que padecen esta enfermedad. Sin embargo, esta investigación va más allá y asegura que también podría suponer un hallazgo relevante para el estudio de virus similares en humanos.
La terapia que podría ayudar a las personas que padecen COVID persistente
El COVID persistente es un síndrome caracterizado por la presencia de síntomas de COVID-19, que se mantienen a pesar de que hayan pasado semanas o incluso meses desde que se produjo la infección inicial. Cansancio, dolores musculares y articulares, mareos, trastornos del sueño, problemas digestivos, tos, erupciones en la piel, dolores de cabeza, pérdida de gusto y olfato, dificultad para tragar, cambios en la tensión arterial y conjuntivitis, estos son algunos de los diversos síntomas que pueden experimentar los pacientes, según el Ministerio de Sanidad. A menudo conlleva un impacto en la vida diaria de quienes la padecen.
Estos nuevos hallazgos podrían ser de ayuda para mejorar la calidad de vida de estos pacientes y paliar los síntomas del COVID persistente. Los investigadores aseguran que los resultados obtenidos acerca de esta nueva terapia podrían ser aplicados a afecciones como la COVID-19 grave. Especialmente a la hora de abordar la desregulación inmunitaria y el impacto del virus a largo plazo.


