Byung-Chul Han, Premio Princesa de Asturias, cree que no tenemos nada que celebrar en el Día Mundial de Internet: “está creando una sociedad digital de castas donde no hay distinción entre la libertad y la violencia”

Día Mundial de Internet

Hoy se celebra el Día Mundial de Internet, pero ¿es un día a celebrar o un recordatorio de los peligros de la sociedad de masas?

Slavoj Zizek: “Necesitamos una fuerza contundente de hackers organizados como grupo conspirador disciplinado”

06 - 02 - 2018 / Barcelona / Byung-Chul Han filósofo y ensayista surcoreano experto en estudios culturales y profesor de la Universidad de las Artes de Berlín / foto: Llibert Teixido

Byung-Chul Han filósofo y ensayista surcoreano experto en estudios culturales y profesor de la Universidad de las Artes de Berlín 

Llibert Teixidó

¿Qué han hecho los romanos por nosotros? Eso se cuestionaba el Frente Judaico Popular —o el Frente Popular de Judea— durante la hilarante escena de la asamblea de La vida Brian. Hoy, Día Mundial de Internet, podríamos preguntarnos lo mismo acerca de ese no-lugar que cada día transitamos y del que parece imposible desconectarse.

Reformulando la irónica pregunta de los Monty Python, ¿qué ha hecho internet por nosotros? ¿Realmente merece una celebración? ¿Ha contribuido al progreso de la Humanidad o, por el contrario, solo ha servido para anquilosar los problemas de siempre?

La importancia de los hackers en la era digital.

La importancia de los hackers en la era digital.

Diseño: Katsoru

Necesitamos una red de hackers cuya tarea será tomar el control de la red digital y arrebatársela a las corporaciones

Slavoj ZizekFilósofo

El recién anunciado Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades, Byung-Chul Han, tiende hacia una retórica pesimista en sus valoraciones al respecto. El filósofo surcoreano advierte constantemente en sus libros y entrevistas de los peligros de la hiperconectividad que conlleva el acceso continuo a la red.

Según él, Internet no favorece la libertad, sino más bien el control, disertando profundamente sobre ello en ensayos como La sociedad de la transparencia o Psicopolítica: Neoliberalismo y nuevas técnicas de poder. Concretamente, en este último, Han argumenta que el Big Data está dando lugar a una nueva sociedad digital de castas donde las personas son consideradas meros productos, una sociedad dataísta donde los individuos que tienen menos likes son irrelevantes. 

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“El explotador es, a la vez, el explotado”, sentencia. “La explotación tiene lugar sin comunicación. Eso es lo que hace que la autoexplotación sea más eficiente… Aquí no hay distinción entre la libertad y la violencia”.

En esta misma línea se sitúa el chico malo de la filosofía contemporánea, Slavoj Zizek, aunque con matices. En Like a Thief in Broad Daylight, el esloveno sostiene que, por ahora, Internet da una sensación falsa de libertad, que no es más que una forma sofisticada de control ideológico. Sin embargo, esto podría suponer un arma de doble filo para los poderes fácticos. Según Zizek, aunque movimientos ciudadanos como el 15M son admirables, “también necesitamos una fuerza contundente de (…) hackers organizados como grupo conspirador disciplinado. Su tarea será tomar el control de la red digital, arrebatársela a las corporaciones y agencias estatales que ahora la controlan”.

El filósofo esloveno Slavoj Zizek, durante la ceremonia de inauguración de la Feria de Frankfurt

El filósofo esloveno Slavoj Zizek, durante la ceremonia de inauguración de la Feria de Frankfurt.

dpa/picture alliance via Getty I

Internet podría convertirse, pues, en un troyano benéfico, en una suerte de goodware. Al fin y al cabo, como diría Pekka Himanen, autor del influyente libro La ética hacker y el espíritu de la era de la información, hay una diferencia sustancial entre un cracker y un hacker, siendo el primero básicamente un ciberdelincuente carente de toda moral y, el segundo, simplemente un experto en ciberseguridad, programación y arquitecturas red.

De acuerdo con Himanen, un hacker utilizaría sus conocimientos o bien para encontrar las grietas en la seguridad de la empresa o institución en la que está contratado, o bien para atentar contra el status quo. Es decir, si actuara de manera delictiva —que no vandálica— lo haría por razones antisistema que son, al fin y al cabo, razones morales y/o políticas, a diferencia del cracker que actuaría de manera amoral o por mero afán lucrativo.

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Los hackers tendrían el potencial de convertirse, pues, en los héroes de nuestros días. Internet ha excedido las estructuras de poder clásicas, pero no ha terminado de dinamitar el poder mismo. El sociólogo y exministro de Universidades Manuel Castells, apostilla esto mismo en su comentario a la obra de Himanen, pero aventura también la posibilidad del surgimiento de una sociedad red donde el poder circule a través de flujos de libre información.

El último cuarto de siglo ha dado unos cuantos vástagos que tienden a dar crédito a estas teorías moderadamente esperanzadoras. Los Snowdens, Assanges y la fauna completa del movimiento Anonymous dan buena cuenta de ello. Nativos red que se esfuerzan por cumplir aquella máxima extraída de Spinoza —y contra la conclusión de El caballero oscuro de Nolan— que dice que en democracia no debe existir el secreto de estado.

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Internet nos está sobresaturando de Zuckerbergs, Musks y Altmans

Por otro lado, y siendo justos, parece que Internet, de momento, nos está dando más Zuckerbergs, Musks y Altmans. Es decir, más (pos)censura que libre flujo de información, más tribalismo que comunidad, más soledad que compañía, más homogeneidad que creatividad y más trabajo que ocio.

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¿Qué ha hecho, pues, Internet por nosotros? Nada. O nada más y nada menos que cualquier otra invención humana. Quizá sería mejor plantearse qué estamos haciendo nosotros con Internet. Hay quien dice que no es la red que nos merecemos. Parece más acertado sentenciar que no nos merecemos la red, como en su día tampoco nos merecíamos la pólvora.

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