Los rumores sobre despidos masivos provocados por la inteligencia artificial llevan meses alimentando debates internos en muchas empresas tecnológicas. Entre predicciones apocalípticas y discursos más sosegados, el miedo a ser reemplazado ha vuelto a colarse con fuerza en el mundo corporativo.
El detonante esta vez ha sido una afirmación concreta: el 50% de los empleos de cuello blanco de nivel básico desaparecerán en menos de un lustro. La frase no la firmó cualquiera. Vino del CEO de Anthropic, Dario Amodei, y ha agitado al resto del sector.
Brad Lightcap, director de operaciones de OpenAI, ha cuestionado de forma abierta esa predicción, poniendo en duda que existan indicios reales que sustenten un diagnóstico tan extremo.
Gran miedo
OpenAI intenta calmar las aguas ante las previsiones más extremas
Durante la grabación en directo del pódcast Hard Fork del New York Times, el ejecutivo de la firma que desarrolla ChatGPT expuso que “no hemos observado ninguna prueba de ello”. Según detalló en esa misma intervención, el trabajo con múltiples compañías y el análisis de los usos de la inteligencia artificial en distintos entornos no apuntan en esa dirección.
La inquietud, sin embargo, no ha dejado de crecer desde que Amodei hiciera esa estimación en una entrevista con Axios. A su juicio, los gobiernos y sus competidores deberían prepararse con urgencia. “La mayoría de ellos no son conscientes de que esto está a punto de suceder”, declaró en ese encuentro. La frase se ha extendido con rapidez, provocando todo tipo de reacciones.
Mientras tanto, otras voces del sector tecnológico se posicionan con matices diferentes. Jensen Huang, al frente de Nvidia, defiende que la inteligencia artificial no va a eliminar empleos, sino a transformarlos. El cofundador de LinkedIn, Reid Hoffman, también ha alertado de que se está subestimando su impacto, aunque sin llegar a afirmar que la situación desemboque en una destrucción masiva de puestos.
En OpenAI, tanto Lightcap como Sam Altman, su CEO, comparten la idea de que la adopción de esta tecnología será progresiva. Altman ha añadido en la misma conversación con Hard Fork que “la inercia de la sociedad, que en este caso sería útil, es muy grande”. Su argumento gira en torno a la capacidad de adaptación colectiva, por encima del ritmo de avance tecnológico.
Aunque el panorama sigue abierto, la idea de un reemplazo total e inminente de empleados de oficina no es compartida por todos los actores implicados. La controversia sobre el futuro laboral no desaparece, pero las certezas continúan siendo escasas.

