Elon Musk participó en una conversación en la AI Startup School en San Francisco, donde relató un momento clave de su vida que, aunque parezca simple, cambió el rumbo de la tecnología moderna. Podía haberse quedado en Stanford haciendo un doctorado o intentar ser útil construyendo algo en internet, pero preferí probar suerte, aunque pensaba que iba a fracasar.
De la investigación académica a los cables por el suelo
En 1995, Musk tenía 24 años y acababa de ser admitido en un programa de doctorado en ciencia de materiales. Su tesis, según él mismo contó, giraba en torno a ultracondensadores, potencialmente útiles para mejorar la autonomía de los coches eléctricos. Sin embargo, esa idea quedó en pausa cuando descubrió el potencial de algo llamado ‘internet’. “Le pedí a mi profesor, Bill Nix, que me dejara posponer el inicio del doctorado un trimestre. Pensaba que volvería enseguida. Nunca volví”, relató.
Desde entonces, Musk no ha dejado de apostar por decisiones que en su momento parecían arriesgadas, incluso absurdas. Pero vistas con perspectiva, muchas resultaron visionarias. Aquella primera aventura digital fue Zip2, una especie de guía urbana online que integraba mapas, direcciones y directorios de empresas. “No podía pagar un servidor T1, así que perforé el suelo de la oficina para conectar un cable directamente al ISP de abajo”, confesó. Dormía en esa misma oficina y se duchaba en un gimnasio que tenía cerca. Todo esto ya es un recuerdo muy lejano en comparación al lujo que hoy rodea su figura.

Los comienzos de Elon Musk en la tecnología
El relato está plagado de momentos que rozan lo surrealista: compartir una oficina con su hermano Kimbal y su cofundador, ya fallecido, Greg Curry; lidiar con medios tradicionales que querían moldear Zip2 a su medida; y vender finalmente la empresa por 307 millones de dólares. Era mucho dinero en aquel entonces, ahora parecería una cantidad mínima para cualquier startup de inteligencia artificial.
A pesar de los millones que llegaron después, tanto con la venta de PayPal como con los éxitos de Tesla y SpaceX, Musk insiste en que su motivación no ha sido nunca el dinero. “Nunca pensé que construiría algo grande. Sólo quería hacer algo útil”, afirmó ante los asistentes de la Startup School, recogido también por IEBSchool. Cree que si haces algo útil para los demás, ya estás haciendo algo bueno. Y al hablar del presente, no dejó de insistir en su obsesión actual: desarrollar una inteligencia artificial ‘superveraz’, en referencia al trabajo que realiza con su nueva empresa, xAI.
Sus palabras durante el encuentro en San Francisco no fueron una clase magistral sobre modelos de negocio o rondas de inversión. Fueron, más bien, un recordatorio de que muchos grandes cambios empiezan desde la escasez, no desde el poder.