Marta Prada, educadora: “Antes de comprar el primer móvil a tu hijo, valora si lo necesita realmente, qué usos pretende darle y cómo está su nivel de autocontrol y autoestima y sus habilidades sociales”

Tecnología y educación

Autora del libro ‘Educar sin pantallas’, la especialista explica cómo saber si es el momento de comprar un Smartphone a nuestros hijos

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Marta Prada

Marta Prada

Es inevitable: vivimos en un mundo marcado por las nuevas tecnologías y nuestros hijos no son ajenos a ellas. Más bien, todo lo contrario. Los más jóvenes de la casa han crecido en compañía del vertiginoso ritmo de los avances digitales y, cuando alcanzan cierta edad, esperan con ansias la llegada de su primer Smartphone. Pero ¿cómo pueden los padres saber si es el momento oportuno? ¿Están nuestros hijos realmente preparados para el ‘universo’ que se abre ante ellos?

“Nuestros niños están creciendo en un entorno digital que absorbe a pasos agigantados lo más valioso que tenemos los seres humanos: el tiempo y la atención”, explica Marta Prada Gallego en su libro Educar sin pantallas (Oberon). En este sentido, hay que tener en cuenta los riesgos que implica una exposición temprana o mal gestionada a estos nuevos medios. “Se han disparado los casos de hiperactividad, déficit de atención y conductas disruptivas en la infancia y lo que ha cambiado es el ambiente que rodea a los niños”.

Más allá de la edad

Primer Smartphone: ¿cómo saber si es el momento?

Educadora de profesión, la especialista aborda esta misma cuestión en su perfil de TikTok (@pequefelicidad), donde reúne a 421 mil seguidores. “Según UNICEF, la edad media del primer Smartphone llega antes de los 11 años”, afirma, no sin disentir al respecto: “Si no dejarías solo a tu hijo en una discoteca con 10 años, ¿quién nos hace pensar que un niño con esa edad está preparado para asumir el mundo que le abre un Smartphone”.

Entonces, ¿cuándo es el momento adecuado? “Más que la edad, valora estas tres cuestiones”, prosigue Marta Prada. “Uno, ¿lo necesita realmente para comunicarse o por cuestiones de seguridad?; dos, ¿qué usos pretende darle el niño?; tres, ¿cómo está su nivel de autocontrol, sus posibilidades sociales, su nivel de autoestima…?”. Es decir, se trata de analizar la madurez del menor. “En función de estas respuestas, podremos decidir qué tipo de dispositivo darle”.

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El acceso debe ser progresivo

Un niño ante la pantalla de un teléfono móvil

Un niño ante la pantalla de un teléfono móvil

UC / Europa Press

Por supuesto, aunque los niños hayan crecido rodeados de tecnología, lo cierto es que obtener su primer teléfono inteligente implica un salto bastante grande. Así, para inculcar un buen uso de las pantallas, es importante la comunicación en casa y optar por “un acceso progresivo” a estos dispositivos. “No es lo mismo darle al niño un reloj con llamadas restringidas a uno o dos números por si baja a comprar el pan, que darle un móvil básico solo para llamadas a cualquier persona; o bien darle un Smartphone con acceso ilimitado a Internet, redes sociales, aplicaciones…”.

Para los menores de edad, “las TIC (Tecnologías de la Información y la Comunicación) son la forma más natural o ‘nativa’ de comunicación entre ellos; y de interacción con el mundo”, explica la Sociedad Española de Medicina de la Adolescencia. “Por eso se les llama ‘nativos digitales’. Esta situación supone un cambio social a múltiples niveles y a una gran velocidad, creando un nuevo reto para todos los ámbitos implicados: la familia, los centros educativos, las empresas, las instituciones públicas…”.

Ahora bien, ¿es necesario prohibir para evitar riesgos? En palabras de Marta Prada esto solo nos convertiría en enemigos y haría del acceso a los dispositivos digitales algo todavía más atractivo que, llegado el momento, abarcarían “con menos sentido común”. No obstante, la educadora envía un recordatorio a los padres que decidan dar este paso: “Hay una gran probabilidad de que el Smartphone se acabe convirtiendo en el centro de toda su atención porque están diseñados para ello”.

Por lo tanto, es aconsejable fijar previamente unas normas, llegar a una serie de acuerdos con nuestros hijos sobre el tiempo de uso o las aplicaciones que podrán tener y establecer controles parentales, siempre que el dispositivo lo permita.

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