Byung-Chul Han, filósofo y Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades: “Cuando hacemos clic en el botón 'Me gusta' nos sometemos a un entramado de dominación”

Adicción digital

Byung-Chul Han es filósofo y Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades

Byung-Chul Han es filósofo y Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades

Byung-Chul Han

La reciente concesión del Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades 2025 al filósofo Byung-Chul Han no sólo reconoce una reseñable trayectoria intelectual, sino que también pone en valor la urgencia de escuchar lo que tiene que decir. Su pensamiento, como señala National Geographic, analiza los malestares invisibles de nuestro tiempo y lo hace desde una posición tan crítica como reveladora. En el centro de su discurso está la idea de que la libertad de hoy es una ilusión. Una ilusión funcional, útil para los engranajes del capital. Pero ilusión, al fin y al cabo.

Una sociedad que se vigila a sí misma

Los adolescentes y los niños pueden omitir las advertencias de las plataformas de IA sobre el origen de las indicaciones terapéuticas de los chatbots.

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El filósofo nacido en Seúl en 1959 y afincado en Berlín desde hace décadas, ha construido un pensamiento tan accesible como incómodo. En ‘Psicopolítica’, uno de sus ensayos más citados, denuncia cómo el sujeto actual, bajo la apariencia de autonomía, ha interiorizado los mecanismos de dominación hasta el punto de convertirse en su propio carcelero. “El smartphone no es sólo un eficiente aparato de vigilancia, sino también un confesionario móvil”, afirma.

Byung-Chul Han sostiene que el neoliberalismo ha perfeccionado el control mediante una estrategia radical: convertir la libertad en una herramienta de explotación. En vez de reprimir, el poder seduce. En lugar de imponer, invita. Y así, en palabras del propio filósofo, el sujeto contemporáneo “se explota a sí mismo creyendo que se está realizando”.

Esta forma de dominación, que él denomina psicopolítica, no requiere de un Gran Hermano visible. Se filtra, más bien, por los gestos cotidianos, por los hábitos digitales. El clic en el botón ‘me gusta’ no es inocente: “nos sometemos a un entramado de dominación”, alerta Han. La aparente participación en redes es, para él, una trampa afectiva que reemplaza la acción política por la emoción viral, el juicio por la reacción.

Una familia mirando el móvil mientras el niño escribe en una libreta

Una familia mirando las mejores ofertas de la vuelta al cole de AliExpress mientras el hijo acaba de hacer los deberes.

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En Infocracia (2022), como recuerdan desde National Geographic, denuncia cómo el exceso de información diluye la capacidad crítica. “Los afectos son más rápidos que la racionalidad”, escribe. Esa lógica de lo instantáneo erosiona la deliberación democrática. La viralidad sustituye al juicio y las democracias, sin darnos cuenta, se vuelven más frágiles.

Han ha introducido conceptos que ya forman parte del debate cultural: “la sociedad del cansancio”, “el enjambre digital”, “la sociedad de la transparencia”. Su lectura de la realidad conecta con fenómenos que todos vivimos, aunque rara vez los cuestionamos. En su ensayo más reciente, ‘La sociedad paliativa’, analiza cómo el capitalismo ha declarado la guerra al dolor, proponiendo una vida anestesiada, sin conflicto ni reflexión. Pero esa evasión del malestar, afirma, tiene un precio: la pérdida de lo humano.

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A diferencia del panóptico clásico, donde unos pocos vigilaban a muchos, en el modelo digital todos nos vigilamos a todos. Y lo hacemos con gusto. Es una vigilancia horizontal, sin amo visible, en la que cada cual gestiona su imagen, su marca personal, su pequeño escaparate. Con todo ello, propone un tipo de resistencia que no se mide en likes ni en trending topics: el silencio.

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