Jennifer Pfeifer, neurocientífica: “El uso de las redes sociales es uno de los factores menos influyentes en la salud mental de los jóvenes”
Neurociencia digital
Un análisis basado en estudios científicos desmonta la creencia popular sobre el impacto negativo de las plataformas digitales en adolescentes
Alfonso Navarro, psicólogo: “El problema de las redes sociales es que muchos adolescentes las están utilizando como vía de escape para no gestionar las emociones”
Charla Ted de la neurocientífica de Jennifer Pfeifer
Durante años, padres, educadores y responsables políticos han señalado a las redes sociales como las grandes responsables del deterioro de la salud mental entre los adolescentes. Sin embargo, la neurocientífica Jennifer Pfeifer, profesora de Psicología en la Universidad de Oregón y codirectora del Consejo Científico Nacional sobre la Adolescencia, plantea una visión distinta basada en evidencia científica: “El uso de las redes sociales es uno de los factores menos influyentes en la salud mental de los jóvenes”, afirmó en una charla TED.
Redes sociales y salud mental, una relación menos dañina de lo que se piensa
Pfeifer insiste en que la ciencia “no se guía por lo que sentimos, sino por los hechos. En este sentido, asegura que “el tiempo excesivo en redes sociales se asocia, como mucho, con un aumento del 15% en los problemas de salud mental”. Es decir, si el riesgo base de depresión adolescente es del 20%, se incrementaría apenas al 23%. Según la científica, el efecto es tan pequeño que casi se pierde en el ruido. Pfeifer propone una perspectiva más realista: “Los problemas de salud mental tienen raíces mucho más profundas que una app o una pantalla”.
Desde el New York Times se hacen eco de un estudio publicado en JAMA Pediatrics por la Universidad de Carolina del Norte se adentra en cómo varía el desarrollo cerebral entre jóvenes según su relación con las redes. A través de escáneres cerebrales repetidos en estudiantes de 12 a 15 años, se observó que quienes revisaban frecuentemente plataformas como Instagram o Snapchat mostraban una mayor sensibilidad a las recompensas sociales. Eva H. Telzer, coautora del trabajo, afirmó que “los adolescentes que suelen revisar sus redes sociales muestran cambios bastante dramáticos en la forma en que sus cerebros responden”.
Este hallazgo, sin embargo, no implica que las redes estén modificando el cerebro de manera negativa. “No podemos hacer afirmaciones causales”, matiza Telzer. Para muchos adolescentes, estas respuestas podrían reflejar una mayor capacidad de conexión social, mientras que para otros podrían derivar en ansiedad si sus necesidades sociales no se ven satisfechas. Lo importante, coinciden los expertos, es el contexto: calidad de las relaciones, apoyo familiar y salud mental de los cuidadores.
Pfeifer lo deja claro: “Los padres importan mucho más que los teléfonos”. De hecho, el riesgo de depresión se triplica cuando hay problemas de salud mental en los progenitores, frente al modesto impacto de las pantallas. Mientras el debate público apunta con el dedo a las redes sociales, la neurociencia ofrece una mirada más profunda, más matizada y, sobre todo, más útil.