El científico español más radical sentó las bases sobre las que se construyó Neuralink: “Todo hombre puede ser, si se lo propone, escultor de su propio cerebro”

Neuralink

Del microscopio al chip cerebral, los dibujos neuronales de Cajal anticiparon, más de un siglo antes, el mapa mental que hoy explora la neurotecnología de Neuralink

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Santiago Ramón y Cajal.

Santiago Ramón y Cajal.

Terceros

Mucho antes de que Silicon Valley soñara con conectar cerebros a ordenadores, un médico español ya exploraba ese misterioso territorio donde las ideas se transforman en impulsos eléctricos. Santiago Ramón y Cajal, premio Nobel en 1906 y considerado el padre de la neurociencia moderna, no solo descubrió cómo funciona el sistema nervioso, sino que lo dibujó con una precisión que hoy, en plena era de la inteligencia artificial, parece casi profética.

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Cuando Elon Musk presentó Neuralink, su empresa de neurotecnología, el objetivo sonó a ciencia ficción: implantar dispositivos en el cerebro humano para leer y escribir pensamientos. Sin embargo, detrás de esa promesa futurista hay una herencia científica profunda que nace en Zaragoza, atraviesa la Barcelona de finales del XIX, y se proyecta hacia los laboratorios de San Francisco. La herencia de Ramón y Cajal está presente en cada nuevo avance de la neurociencia.

Santiago Ramón y Cajal (1852-1934), Premio Nobel de Medicina en el año 1906, descubrió que el sistema nervioso está formado por neuronas individuales y no por una red continua, como se creía anteriormente.

Santiago Ramón y Cajal.

EFE

Neurociencia

Los primeros diseños del cerebro llegaron por parte de un español

En tiempos en que la comunidad científica aún concebía el cerebro como una masa continua, Cajal se atrevió a imaginar algo diferente. Propuso que el sistema nervioso estaba formado por células individuales —las neuronas— conectadas entre sí pero separadas físicamente. Era la teoría de la neuronal. Aunque fue radical en su momento, hoy es la piedra angular de la neurociencia moderna… y también del diseño de las redes neuronales artificiales.

“Las células nerviosas son elementos anatómica y fisiológicamente independientes”, dijo Ramón y Cajal en Textura del sistema nervioso del hombre y los vertebrados (1899). Esta cita lo cambió todo en su momento, con una teoría radical que a la comunidad científica pilló por sorpresa. 

Gracias a la técnica de Golgi, perfeccionada por él mismo, fue capaz de revelar con extraordinario detalle la arquitectura del cerebro humano. Y sus dibujos, realizados a mano durante décadas, no solo explicaron el sistema nervioso, sino que anticiparon, casi sin quererlo, la lógica estructural que hoy emplean las inteligencias artificiales.

“Todo hombre puede ser, si se lo propone, escultor de su propio cerebro”, llegó a decir el científico en Charlas de café (1933). Esta frase encapsula su visión de la neuroplasticidad: la idea de que el cerebro no está fijado al nacer, sino que puede moldearse con el esfuerzo, el aprendizaje o, en un futuro próximo, la tecnología. Es esta misma teoría fue la que empleó Musk para llevar a cabo sus dispositivos de Neuralink, y con la que se sientan las bases de la neurotecnología moderna.

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