Hay una especie animal que ha tenido el honor de extinguirse dos veces. Sucedió en España, en 2003, cuando los pocos ejemplares de cabra montés de los Pirineos (conocida como bucardo) se redujeron a un único ejemplar que vivía en el parque de Ordesa. Los científicos del lugar le tomaron muestras de ADN y, después de su muerte y extinción, fecundaron 208 óvulos de las especies más próximas genéticamente.
Desafortunadamente, el único bucardo que nació de las siete gestaciones conseguidas solo sobrevivió siete minutos, por una malformación pulmonar. Se extinguió por segunda vez.
Celia, la última bucardo.
Para que esto no vuelva a suceder, un empresario criador de caballos de competición se ha propuesto recoger muestras de ADN de todas las especies animales, empezando por las más amenazadas.
Transfiriendo sus conocimientos de los caballos a las especies en peligro de extinción, Matson planea construir el mayor biobanco de células animales de Europa. Su organización benéfica, que fundó en diciembre de 2020, busca recolectar 50 millones de muestras genéticas y congelarlas a tiempo, almacenando células de especies en peligro, como el leopardo de Amur, el rinoceronte negro y la rana gallina de montaña, en tanques criogénicos. Su idea es recolectar y preservar muestras de semen, así como óvulos y otros tejidos, que algún día podrían utilizarse para regenerar poblaciones animales en declive y evitar su extinción.
Banco de ADN
Ya custodia el material de 30 especies
El empresario ya ha recolectado muestras de semen y ovarios de unas 30 especies amenazadas, incluyendo un tipo de mono tamarino, el ciervo ratón (tragúlido) y el camaleón pantera. Según un informe de Naciones Unidas, en las próximas décadas se extinguirá alrededor de un millón de especies, incluyendo los orangutanes y el rinoceronte negro, que ya han entrado en espiral regresiva insalvable, si no fuera por la intervención de la ciencia.
Camaleón pantera.
La revelación
“Si recuperamos caballos, ¿por qué no hacerlo con especies raras?”
Durante más de tres décadas, Matson se centró en la cría de caballos y, posteriormente, en la clonación de animales domésticos para quienes desean reemplazar a sus queridas mascotas. En 2018 tuvo una revelación durante una conferencia, donde se asoció con la empresa de clonación Viagen para facilitar la transferencia de tejido congelado por Europa. “Pensé que si podemos hacer eso con gatos, perros y caballos, ¿por qué no podemos hacerlo con especies raras?”, recuerda el criador.
“Vamos a necesitar mucho más espacio del que tenemos”, admite. Y es que para cada especie necesitan recoger al menos 50 muestras diferentes. “Si solo tuviéramos muestras de un mismo ejemplar y lo clonáramos, todos los que salieran serían genéticamente idénticos, con lo que la cría y reproducción no sería viable”.
El Rinoceronte negro es una especie en peligro de extinción.
La tarea de Matson no es siempre fácil. No todas las especies son mamíferos dispuestos a donar sus gametos. Las hay muy pequeñas —como unos murciélagos que miden 3 cm— y también muy grandes, como la colosal ballena azul.
Pero es que, además, están los límites legales. En el Reino Unido no se permite obtener muestras de animales en cautividad si no es para una causa médica justificada, y el “por si acaso” no está en la lista de motivos lícitos, según el Royal Veterinary College. Solo puede conseguirlas después de morir un ejemplar, así que el zoo de Chester, a unos 40 km, le proporciona el material cada vez que pierde un animal que necesita protección para el futuro.
El objetivo de Matson es que, en última instancia, la tecnología permita convertir las líneas celulares recogidas en células madre pluripotenciales, de modo que se puedan transformar nuevamente en gametos y abrir la posibilidad a obtener nuevos ejemplares de especies extintas. Esta tecnología está actualmente en vías de investigación y se espera que sea una realidad en los próximos años.



