Seguro que ya te has acostumbrado a ver líneas de luces en el espacio, desplazándose a una velocidad considerable. Son los lanzamientos masivos de satélites de comunicaciones de órbita baja, que hasta ahora asociábamos con la red Starlink de Elon Musk.
Esto va a empezar a cambiar a partir de ahora, con la aparición de Qianfan, una iniciativa china que tiene el objetivo de dar servicio de internet a empresas de telecomunicaciones de todo el mundo, para que operadores de todos los países puedan ofrecer un mejor servicio. Qianfan ha firmado acuerdos con Brasil, Malasia y Tailandia, y ha declarado que está considerando docenas de otros mercados en Asia, África y Latinoamérica.
Tecnología con fallos
Satélites defectuosos
Hasta la fecha, Qianfan ha lanzado dos lotes de satélites y ya tiene unos 90 en órbita. A medida que va desplegando su constelación, también se enfrenta a problemas, como un número mayor de satélites defectuosos que SpaceX —Qianfan tiene unos 13 defectuosos, según el investigador Jonathan McDowell—, trabas burocráticas y una capacidad limitada de lanzamiento de cohetes.
Además, si no lanzan suficientes satélites al espacio pronto, la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT), el organismo de Naciones Unidas que coordina los lanzamientos espaciales, podría exigirles que reduzcan el tamaño de sus constelaciones planificadas.

Presencia de satélites de Starlink orbitando sobre la Tierra.
Cuanto más tarden, menos espacio habrá
Antes de que las empresas puedan enviar un satélite al espacio, deben registrar su hoja de ruta ante la UIT y reservar el espectro de radiofrecuencia para que sus naves espaciales se comuniquen con la Tierra. Según los documentos presentados ante la UIT, Qianfan planea tener más de 15.000 satélites en total para 2030.
Pero la UIT exige que las empresas lancen su primer satélite en un plazo de siete años tras reservar el espectro y que, posteriormente, avancen de forma constante hacia la finalización de sus lanzamientos en los siete años siguientes. De no hacerlo, podrían verse obligadas a reducir sus planes.
Por si esto fuera poco, Qianfan se está enfrentando a un serio problema que todavía va a retrasar más sus planes. Las capacidades de lanzamientos y disponibilidad de cohetes de la industria aeroespacial china no es lo suficientemente potente como para satisfacer las necesidades del proyecto.
A diferencia de Starlink, que lleva a cabo sus lanzamientos con propulsores reutilizables que regresan solos a la base, los medios chinos siguen empleando cohetes de un solo uso, lo cual multiplica los costes y pone la capacidad de fabricación bajo estrés. Los 90 satélites lanzados es solo una pequeña parte de los 648 que tenían previsto lanzar en 2025.
La explosión de una inesperada demanda de lanzamientos para despliegues de satélites ha provocado un importante cuello de botella en la NASA china, que está sudando tinta para intentar coger el ritmo. Según los expertos, podrían tardar cerca de una década en ponerse al día.
Los satélites chinos suelen lanzarse en lotes de 18. Alcanzar el objetivo de Qianfan requeriría el uso de casi la mitad de los lanzamientos anuales totales de cohetes de China, un esfuerzo que a día de hoy parece prácticamente imposible.