Los números están por todas partes. Por la mañana, nos despertamos con una alarma que nos indica que es hora de levantarnos. Al decidir qué ponernos, solemos comprobar la temperatura exterior. Contamos las vitaminas o pastillas recetadas que necesitamos tomar mientras desayunamos, calculamos cuánto tardaremos en llegar a la estación y después comprobamos en qué andén debemos estar para coger el tren al trabajo.
Cada uno de estos ejemplos implica usar y comprender números. Poder realizar estos pequeños cálculos y estimaciones hace posible nuestra vida cotidiana.
Por eso la acalculia, una condición neurológica que afecta la capacidad de procesar y comprender los números, puede tener un efecto devastador en la vida de una persona. La afección es común en personas que han sufrido un ictus o una lesión cerebral. Se estima que afecta entre el 30 % y el 60 % de los supervivientes de un ictus.
El cerebro es un órgano complejo que controla tanto nuestros movimientos como nuestros sentidos
El cerebro es un órgano complejo que controla tanto nuestros movimientos como nuestros sentidos. Nos permite recibir señales del entorno, procesar información y ejecutar acciones motoras.
Pero un ictus o una lesión cerebral interrumpen el suministro de sangre al cerebro. Si este ictus o lesión ocurre en el lado izquierdo del cerebro, puede causar problemas con el procesamiento del lenguaje y otras funciones cognitivas, como la memoria. También puede afectar al movimiento del lado derecho del cuerpo.
Si ocurre en el lado derecho del cerebro, el movimiento del lado izquierdo del cuerpo se verá afectado. También puede haber déficits cognitivos, generalmente relacionados con el procesamiento de la información visual.
Pero la acalculia puede producirse independientemente de qué área del cerebro se haya dañado. Esto se debe a que el procesamiento de los números y la realización de cálculos implican muchas zonas distintas del cerebro.
Las lesiones o daños en cualquiera de estas áreas pueden causar problemas en la forma en que una persona procesa los números
Esto incluye el hemisferio izquierdo, que nos ayuda a procesar el lenguaje; el hemisferio derecho, que participa en el procesamiento visoespacial; la parte posterior del cerebro, que interviene en la comprensión de magnitudes (qué número es mayor o menor); y la parte frontal, que controla las funciones ejecutivas.
Las lesiones o daños en cualquiera de estas áreas pueden causar problemas en la forma en que una persona procesa los números. En algunos casos, el problema de procesamiento en las personas con acalculia puede ser superficial. Pueden sentir que saben qué número es, pero no logran decirlo en voz alta. O pueden intentar decir o escribir un número y, en su lugar, producir otro diferente.
En los casos más graves, un paciente puede llegar a perder por completo el significado de los números. Pueden saber que se ha mencionado o escrito un número, pero no consiguen comprender qué significa realmente ni cómo darle sentido.
Acalculia.
¿Cómo afecta la acalculia?
Impacto en la vida diaria
Para comprender los efectos de la acalculia, mis compañeros y yo entrevistamos a personas con esta condición junto a algunos de sus cuidadores, con el fin de saber cómo afectaba a sus vidas y qué apoyos recibían.
Los supervivientes de ictus y lesiones cerebrales con acalculia informaron de que eran incapaces de gestionar su dinero. Algunos entrevistados comentaron que dependían por completo de sus cuidadores para manejarlo o que tenían dificultades para acceder a la banca en línea porque no podían responder a preguntas habituales como “introduzca el tercer carácter de su PIN”.
De forma preocupante, muchos participantes señalaron tener problemas para gestionar su medicación
De forma preocupante, muchos participantes señalaron tener problemas para gestionar su medicación, llegando varios a depender totalmente de su farmacéutico.
La propia gestión de la vida diaria se complicaba con la condición. Decir la hora resultaba difícil por los dígitos. Incluso usar el microondas era un reto, porque los tiempos de cocción “son un galimatías de números”, según lo describió un participante.
Lo más importante es que la acalculia tenía un efecto perjudicial en la independencia y el bienestar. Como expresó una persona: “Me siento tonto, avergonzado y frustrado.”
En conjunto, nuestros hallazgos subrayaron hasta qué punto la acalculia afectaba la independencia y la calidad de vida de los supervivientes de ictus y lesiones cerebrales. La acalculia dejó a algunos incapaces de volver a trabajar y a muchos sin poder vivir de forma independiente ni manejar sus vidas diarias, haciéndolos vulnerables. Nuestra investigación también señaló importantes carencias en la forma en que actualmente se evalúa y trata esta condición.
Acalculia.
Sí, es una enfermedad que existe
Conciencia sobre la acalculia
Una de cada cuatro personas adultas mayores de 25 años corre el riesgo de sufrir un ictus a lo largo de su vida. Aunque cada vez contamos con más recursos para ayudar a las personas a recuperarse de un ictus, la acalculia sigue siendo una condición ignorada en las guías de rehabilitación. No se evalúa de forma rutinaria tras un ictus (a pesar de existir varias pruebas específicas) y actualmente no hay tratamientos clínicamente probados para la condición.
Tampoco parece enseñarse en la formación clínica. Un paciente entrevistado en nuestro estudio recordó haber preguntado a sus terapeutas por ayuda con la acalculia, diciendo: “¿Qué pueden hacer para ayudarme con mis matemáticas? Todos los terapeutas que he conocido me dicen: ‘No puedo ayudarte’. ¿Por qué? Porque no forma parte de su formación.”
Esto significa que los profesionales de la salud no son capaces de reconocer el problema, y mucho menos de apoyar a los pacientes que lo sufren.
Hoy en día, las personas con acalculia quedan abandonadas a sí mismas. Muchos quizá ni siquiera sepan que su condición tiene un nombre. Está claro que se necesita hacer mucho más para aumentar la conciencia sobre ella, de modo que pueda evaluarse mejor y los pacientes reciban el apoyo necesario.
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.
Yael Benn es Profesora Titular en la Universidad Metropolitana de Mánchester



