Cuando acepté la invitación para visitar Shenzhen, una de las ciudades más futuristas del planeta, no imaginaba que junto a los rascacielos, los coches autónomos o las tiendas repletas de gadgets, me dejaría también con la boca abierta un robot volador que entrega comida bajo demanda.
Sí, como lees: me trajeron la comida en dron. Sin repartidores, sin motos, sin contacto humano. Solo una app, un cielo despejado y unos cuantos minutos de espera. Así funciona uno de los sistemas más alucinantes que he probado jamás.
Todo ocurrió en un enorme parque, que está dedicado a los pioneros de la tecnología de la ciudad, no muy lejos del hotel donde me alojaba. Me habían contado que allí funcionaba uno de los servicios de entrega con drones más avanzados del mundo, así que me fui directo a investigarlo. Lo que encontré fue algo que parece sacado de una película de ciencia ficción, pero que está 100% operativo, y lo usan a diario cientos de personas.
Delivery del futuro
Así es pedir comida voladora en Shenzhen
Todo empieza con una app en el móvil. El usuario selecciona su pedido, por ejemplo, unas alitas de pollo con una buena Coca-Cola bien fría, y elige como método de entrega la opción aérea. El sistema ubica el restaurante más cercano adherido al servicio, el establecimiento prepara la comida y la coloca en una caja especial diseñada para ser transportada por un dron. Esta caja está perfectamente cerrada, es resistente y con aislamiento térmico, para que todo llegue caliente (o frío, si toca).
En ese momento, un dron despega automáticamente desde la estación y vuela hasta el punto de recogida del restaurante. Una vez cargado con el pedido, el dron se eleva y traza su ruta de vuelta hasta la estación del parque.
Todo el proceso, desde que haces el pedido hasta que tienes la caja en las manos, dura unos 20 minutos
Cuando el dron aterriza, no lo hace en cualquier parte. Desciende hasta la parte superior de la estación, donde deposita la caja en una especie de compuerta que se abre para que el pedido entre dentro. En esemomento llega la magia del sistema: el cliente, desde una pantalla táctil situada en la base de la plataforma, introduce un código único de recogida que ha recibido en su móvil. Al validarlo, una compuerta se abre y le permite acceder a la comida recién llegada en la caja desde el cielo.
Todo el proceso, desde que haces el pedido hasta que tienes la caja en las manos, dura unos 20 minutos. Es decir, lo mismo o algo menos que un reparto convencional. Sin tráfico, sin retrasos y con la emoción extra de ver cómo un robot volador aterriza para traerte unas patatas y una hamburguesa.

Así funcionan los drones de comida a domicilio en China.
Todo pasa en 20 minutos
Tecnología, precisión y cero contacto humano
Lo que más me impresionó fue la precisión con la que funciona todo el sistema. Los drones vuelan solos, detectan obstáculos, se orientan por GPS y ajustan su vuelo en tiempo real según las condiciones. Están completamente automatizados. No hay operarios ni pilotos. Solo algoritmos.
Y no estamos hablando de una demo para turistas. Mientras grababa y observaba, en menos de media hora vi tres entregas distintas. Personas que, como yo, estaban allí esperando su pedido. Lo recogían, lo abrían y se lo comían en el parque, con total normalidad. Como si fuera lo más lógico del mundo.
Además, el sistema está totalmente integrado en el ecosistema digital de China. El pago se hace vía WeChat Pay o Alipay, escaneando un código QR desde el móvil. Nada de efectivo, ni tarjetas, ni datáfonos. El móvil lo es todo. Literal.

Así funcionan los drones de comida a domicilio en China.
Pronto llegará a todas partes
El futuro ya está aquí
Estar allí, ver el dron aterrizar, introducir el código y recibir comida sin cruzarte con un solo humano es una sensación que no se olvida. Me sentí, sinceramente, como si estuviera viviendo en 2040. Pero no, esto está pasando hoy, todos los días, en Shenzhen.
Y mientras en otras ciudades seguimos esperando al repartidor en bici bajo la lluvia, aquí te lo lleva un dron que no se cansa, no se pierde y no necesita pausa para comer. Una revolución silenciosa que ya ha despegado, y que muy pronto podría estar sobrevolando el cielo de alguna ciudad occidental.
Alejandro Pérez es creador de contenidos tecnológicos en YouTube. Ingeniero Informático y Doctor en Ciencia y Tecnología por la Universidad de Cantabria.