Desde hace años, Sam Altman y Microsoft caminan de la mano en el desarrollo de la inteligencia artificial. El gigante tecnológico ha invertido más de 13.000 millones de dólares en OpenAI, accediendo a sus modelos y tecnologías más avanzadas. Pero este matrimonio no es para siempre. De hecho, existe una cláusula en el acuerdo que podría romperlo de forma inmediata. Y la clave está en tres letras que generan vértigo: IAG.
Según reveló recientemente Wired, el acuerdo entre OpenAI y Microsoft incluye una condición excepcional: si OpenAI alcanza la inteligencia artificial general (IAG), Microsoft perdería el acceso prioritario a sus nuevos modelos. Esta IAG —también conocida por sus siglas en inglés como AGI (Artificial General Intelligence)— se define, según los estatutos de OpenAI, como “un sistema altamente autónomo que supera a los humanos en la mayoría de los trabajos económicamente valiosos”.
El documento no solo deja en manos de OpenAI la definición de ese hito, sino también su certificación formal. Es decir, será el consejo de administración de OpenAI quien decida cuándo se ha alcanzado esa inteligencia artificial general. La cláusula ha sido bautizada en la prensa como la ”escape clause”, porque permitiría a Altman y a su empresa cortar la alianza con Microsoft si alcanzan ese objetivo.

Sam Altman y Demis Hassabis luchan por lograr primeros la IAG.
IAG
Las cláusulas de la liberación
La cláusula no se activa simplemente por crear un modelo impresionante. OpenAI ha establecido dos condiciones muy claras:
- Declarar públicamente que se ha alcanzado la IAG. Esto requiere un consenso dentro de la propia organización y la validación formal de su junta directiva.
- Demostrar que los nuevos modelos pueden generar al menos 100.000 millones de dólares en beneficios. OpenAI llama a esto “IAG suficiente” y serviría para garantizar que Microsoft y el resto de inversores recibirán la recompensa esperada por su apoyo.
Esto significa que OpenAI podría crear un sistema más potente que ChatGPT-4 o GPT-5 y seguir compartiéndolo con Microsoft… a menos que el modelo cumpla estas dos condiciones simultáneamente.

Sam Altman está ligado a Microsoft, pero hay una condición que puede liberarlo.
Pero, ¿por qué Microsoft aceptó semejante cláusula? Porque en 2019, cuando se firmó el acuerdo original, nadie en Redmond pensaba que la IAG estuviera cerca. Según personas familiarizadas con las negociaciones, Microsoft estimaba que este tipo de inteligencia artificial no sería alcanzable antes de 2030, y el contrato actual expira en esa fecha.
Pero los últimos dos años han traído consigo nuevas certezas. Sam Altman ha insinuado en varias entrevistas que podríamos estar mucho más cerca de lograr la IAG de lo que se pensaba. Algunos rumores apuntan incluso a que modelos como Q, el sucesor interno de GPT-4, ya estarían rozando ese nivel.
Pero, si OpenAI alguna vez declarase que ha logrado tal hito —y rompiera su alianza con Microsoft— no sería solo una maniobra contractual. Sería una señal clara de que el mundo ha cambiado, y que uno de los mayores temores (o esperanzas) de la tecnología contemporánea se han hecho realidad.