Un estudio de la Universidad de Cambridge ha demostrado que las interacciones regulares con un robot social pueden aliviar la soledad y la sobrecarga emocional de los cuidadores. La investigación, publicada en el International Journal of Social Robotics, utilizó a Pepper, el humanoide desarrollado por SoftBank Robotics, en un ensayo con cuidadores de personas dependientes en el Reino Unido.
Durante cinco semanas, los participantes mantuvieron dos sesiones semanales de conversación con el robot. El objetivo no era recibir asistencia práctica, sino disponer de un espacio para hablar de su experiencia personal.
Según explicó el investigador principal, el doctor Guy Laban, “las conversaciones con un robot emocional dieron a los cuidadores algo que les falta desesperadamente: un espacio para hablar de sí mismos”.
El resultado fue una disminución significativa en los niveles de soledad y estrés. Los cuidadores se mostraron más abiertos con el paso de las semanas, relatando aspectos de su vida cotidiana y reflexionando sobre su papel. “Lo que vimos es que, con el tiempo, los cuidadores se abrían más, hablaban más libremente y reflexionaban sobre sus experiencias”, señaló Laban.
Robot Pepper.
Lo que vimos es que, con el tiempo, los cuidadores se abrían más, hablaban más libremente y reflexionaban sobre sus experiencias
La figura del cuidador informal es esencial en la sociedad europea: millones de personas atienden a familiares mayores o dependientes en sus hogares, en muchos casos sin el apoyo de recursos profesionales.
Pero esta labor, aunque valiosa, conlleva una fuerte carga física y emocional. La falta de tiempo, la soledad y la ausencia de espacios de desahogo convierten a este colectivo en uno de los más vulnerables en términos de salud mental.
El ensayo de Cambridge se inscribe en un campo de investigación más amplio sobre la robótica social y su aplicación en entornos de salud. Pepper, diseñado para interactuar de forma natural con las personas mediante voz y gestos, ya ha sido utilizado en hospitales y residencias de mayores en Europa y Japón.
Los investigadores destacan que su papel no consiste en sustituir vínculos humanos, sino en complementarlos, ofreciendo un recurso adicional para quienes no siempre encuentran apoyo emocional en su entorno.
Aunque algunos expertos plantean dudas éticas acerca de delegar funciones emocionales en máquinas, los autores sostienen que estas tecnologías pueden tener un valor significativo cuando se utilizan como complemento. En palabras de Laban, lo importante no es reemplazar la interacción humana, sino proporcionar un espacio seguro en el que los cuidadores puedan expresar lo que sienten.


