Cuando pensamos en el futuro, solemos visualizar metaversos de realidad virtual, ciudades inteligentes hiperconectadas y, en resumidas cuentas, una dependencia máxima —si cabe aún mayor que la actual— de la tecnología. Y aunque los magnates de la inteligencia artificial insisten en empujarnos a toda costa hacia este horizonte digital, la realidad parece estar tomando un camino distinto.
En plena era del scroll y de la atención limitada a apenas tres segundos, muchos jóvenes buscan escapar de esa dinámica adictiva para recuperar algo más sencillo y humano: los hábitos de sus abuelos. La slow life y los planes cara a cara ganan terreno —al menos: los hábitos de sus abuelos. La slow life y los planes cara a cara ganan terreno —al menos en intención— entre las generaciones que parecían condenadas a vivir pegadas a la pantalla. El problema es que no siempre resulta fácil encontrar el camino para hacerlo.
Mientras Tinder ha democratizado las citas a nivel global, todavía son muchos los que tropiezan a la hora de hacer nuevos amigos o descubrir su propia ciudad—o la que acaban de pisar por primera vez—. Para cubrir ese vacío, el barcelonés Guillermo Correa y su socio francés Jules Granier lanzaron hace unos meses Mate, una app pensada para organizar planes en persona que, en palabras de su fundador, “busca que pases el menor tiempo posible pegado a la pantalla”.
Con más de 100.000 descargas y alrededor de 5.000 usuarios activos al día, Mate aspira a convertirse en una de las apps favoritas de los jóvenes. Sin embargo, su propósito es radicalmente opuesto al de la mayoría de apps: quiere que la cierres cuanto antes para volver a respirar aire real.

Guillermo Correa y Jules Granier, creadores de Mate, en el MWC.
¿De dónde surge Mate?
Todo arranca en mi primer año de universidad, en 2020. Estudié en ESCP, una universidad con un modelo peculiar: cada año estudias en una ciudad distinta —París, Madrid y Berlín—. Comencé por París y, nada más llegar, me quedé colgado como un fuet. Estábamos en plena pandemia, así que no había eventos ni fiestas. También tenía pareja, así que no podía descargarme Tinder. Me pasaba los días metido en el piso sin saber qué hacer, así que estaba en ese punto de “necesito algo como Tinder pero para amigos… y no existe”. Empecé a indagar y a buscar posibilidades, pero no encontraba nada.
¿Fue entonces cuando diste con Mate?
Claro. En ese momento pensé: “¿Cómo puede ser que una idea tan simple como una aplicación para hacer amigos, organizar planes o conocer gente no exista o no tenga una referencia clara?”. Con los años, ya en Madrid y luego en Berlín, vimos que a mucha gente de nuestro entorno le pasaba lo mismo: llegaban a un entorno nuevo y les costaba adaptarse. Entonces Jules Granier, mi compañero, se unió a la aventura y nos pusimos a maquinarlo todo. Y nos lanzamos a fondo a desarrollar la app.
Existe un enorme problema con la soledad en los más jóvenes. Es algo bestial: un 25% de los jóvenes en España, de entre 16 y 29 años, se sienten solos
No tuvo que ser fácil darle forma.
Yo apenas tenía experiencia. De hecho, salí de la universidad con una sola práctica previa, pero mira, me lancé de lleno al proyecto. Empezamos centrándonos mucho en el nicho de los expats: gente que llega a una nueva ciudad y necesita adaptarse. Pero, curiosamente, nos dimos cuenta pronto de que los que más se interesaban eran los locales. Detectamos que existe un enorme problema con la soledad en los más jóvenes. Es algo bestial: un 25% de los jóvenes en España, de entre 16 y 29 años, se sienten solos.
Paradógico, ¿no? Estamos más conectados que nunca.
Sí. Somos la generación más conectada —puedo enviar un mensaje a Japón en una milésima de segundo—, y aun así somos los que más solos estamos. Así que vimos que había un problema grande de soledad. Pero no solo en España, sino también en Europa y en el mundo en general.
Cada vez escucho más voces decir que sufrimos una epidemia de soledad global.
Totalmente. Medios como la BBC, la CNN y otros hablan de “una epidemia de la soledad de los jóvenes”. Lo investigamos a fondo y pensamos que era algo necesario y que podía hacer un bien social, así que fuimos a tope con ello. Nos lanzamos a la piscina y está saliendo muy bien. Hace unos nueve meses que salimos y ya hemos conseguido 100.000 descargas y unos 5.000 usuarios activos al día.
¿De todo el mundo?
Principalmente en España. Sobre todo en Barcelona y Madrid, que son los dos hotspots por los que apostamos al comenzar. Primero abrimos en Barcelona y luego en Madrid. Pero vimos que en Madrid el crecimiento era incluso mayor. A través de nuestra estrategia de redes sociales —seguimos una estrategia multicuenta con cinco diferentes— fuimos adquiriendo usuarios orgánicamente en otras ciudades. Así, poco a poco fuimos creciendo en Valencia, Sevilla… Y ahora también estamos metiendo esfuerzos en estas grandes ciudades. Hoy en día Sevilla, Málaga, Valencia y Alicante han crecido mucho. Son las más fuertes después de Madrid.
Nuestro objetivo es que, en el menor tiempo posible dentro de la app, consigas quedar en la vida real
Estáis teniendo un auge muy rápido.
Sí, y creo que es porque nuestra misión es doble: por un lado, luchar contra la soledad, y por otro, luchar contra el tiempo de pantalla. Hoy en día todas las aplicaciones compiten entre sí para ver cuál consigue más minutos del usuario scrolleando. Pero la realidad es que estamos todos enganchados y eso es horroroso. Nuestro objetivo es que, en el menor tiempo posible dentro de la app, consigas quedar en la vida real. Ya sea a través de planes o de otros mecanismos: todo el flujo de la app está diseñado para que salgas cuanto antes de la pantalla y quedes en persona.
Se ha puesto de moda el término “desconexión digital”, porque está quedando claro que somos adictos al móvil. ¿Cómo puede ayudarte una app, que está instalada dentro de este dispositivo, a desconectar?
Es algo que siempre remarcamos: queremos que la tecnología te sirva para encontrarte fuera de la pantalla. Hemos actualizado ese mensaje clásico y lo hemos hecho más atractivo para que llegue a las generaciones más jóvenes. En nuestra comunicación ponemos el foco constantemente en la vida real —“IRL”, “real life”—: usamos ese concepto una y otra vez. Realmente nuestro objetivo es que la gente utilice la tecnología de la manera correcta. Queremos volver a una época —como la de nuestros padres— en la que con dos llamadas ya habías quedado; no que te pases todo el día chateando, viendo contenido y compartiendo cosas sin parar. Lo ideal es la siguiente dinámica: veo que nos interesa lo mismo, hablamos de ello y quedamos para tomar un café. Luego, en el café, hablamos de lo que nos mola. Ese es el mensaje que transmitimos con nuestra comunicación.

La última función integrada en Mate.
¿Qué diferencia hay respecto a otras apps similares?
Lo que realmente nos diferencia es la instantaneidad. En otras apps, por ejemplo Tinder o Bumble, si voy a Castellón un fin de semana y quiero hacer amigos, tengo que dar matches a todo el mundo —y encima muchas funciones están limitadas por tarifas premium— y esperar a que alguien vea mi perfil y responda. En Mate, en cambio, chateas directamente dentro de la app y el proceso es mucho más rápido y sencillo para coordinar una quedada real. Yo envío un mensaje y es instantáneo. Además, tenemos bastante protegidas a las mujeres en este aspecto.
¿Cómo se protegen?
Dentro de la aplicación hay una sección solo para mujeres, con lo cual no pueden contactarles hombres. Y dentro de las solicitudes también hay un apartado para filtrar y evitar recibir mensajes de babosos.
¿La aplicación es totalmente gratuita?
Ahora mismo el objetivo es crecer. Por eso es totalmente gratuita y no tiene ningún tipo de anuncios: estamos a fondo sin monetización. A partir de noviembre empezaremos a implementar algunos planes de pago, como por ejemplo el fútbol de los jueves en Barcelona. Pagas tres euros, te apuntas, y lo organizamos como evento “branded Mate”.
Es decir, habrá “eventos de pago” organizados desde la app.
Sí, habrá algunos eventos de pago de este tipo. Luego, tenemos en mente una suscripción premium más clásica, con precios muy recortados respecto a lo que piden otras aplicaciones. No sé si has visto Bumble Friends, pero ellos manejan tarifas similares a las apps de dating. Pero una cosa es pagar porque buscas pareja y otra muy distinta es pagar por hacer amigos. No tiene nada que ver, y creemos que ahí podemos marcar la diferencia con precios mucho más accesibles. Por último, estamos enfocados en el modelo de negocio que nos parece más interesante: si conseguimos juntar a miles de personas cada día en la vida real, inevitablemente habrá muchos espacios físicos a los que enviemos a esos usuarios. Ahí podremos afiliarnos con ellos, además de conocer muy bien los intereses de la comunidad.
¿Y cómo se financia la app en la actualidad?
Tuvimos la suerte de que, al principio, presentamos el proyecto a un business angel. Estaba en una fase muy embrionaria, pero le gustó mucho la misión: hacer conexiones, luchar contra la soledad, etc. Apostó por nosotros desde el primer momento con un ticket de 150.000. Y hace unos meses levantamos 500.000 más con un business angel español.
Una cosa es pagar porque buscas pareja y otra muy distinta es pagar por hacer amigos
¿Cómo llegasteis a estos inversores?
El business angel español lo conocimos en el Mobile World Congress. Nos enteramos de dónde estaba la zona de inversores —iban con pulserita azul— y nos plantamos fuera, abordándolos uno por uno. Nos llevamos como 26 “noes”, y de repente uno dijo: “Hostia, me mola la misión, me mola lo que hacéis. Venid a presentármelo”. La semana siguiente fuimos, se lo presentamos… y cerrado.
Me comentabas que os habíais enfocado en los expats, pero ahora está funcionando mucho a nivel local. ¿Por qué crees que se da este fenómeno?
Yo creo que porque la crisis de la soledad es transversal. En ciudades como Barcelona o Madrid, por número de personas, hay muchos más locales que expats. Entonces, el mensaje llega también a quienes se sienten solos en su propio entorno, no solo a los que aterrizan en un lugar nuevo. Es un problema mucho más grande de lo que parecía.

Guillermo Correa y Jules Granier, creadores de Mate.
Pero la función principal que tiene Mate sigue funcionando, ¿no? Básicamente, ayudar a personas que llegan a ciudades nuevas a abrirse.
Sí, totalmente. De hecho, ahora estamos colaborando con Pubcrawls —no sé si sabes lo que son.
No, cuéntame.
Son básicamente rutas de bares para turistas: van de bar en bar y luego de fiesta. Estamos colaborando con bastantes de estas iniciativas, que atraen a muchísimos extranjeros, y nos va muy bien.
Tienes 23 años. ¿Cómo has conseguido ser emprendedor tan joven?
De hecho, comencé el proyecto con 21. Mira, estudié en el Liceo Francés, un entorno muy multicultural. Después llegué a la universidad, que me espabiló rapidísimo: cada año te toca mudarte de país, adaptarte a un entorno nuevo y hacer nuevos amigos. Eso te da un nivel de adaptación brutal. Pero lo cierto es que siempre he tenido mentalidad empresarial. De hecho, quería montar un kebab porque viví en Berlín y descubrí que no tenían nada que ver con los de España.
Quería montar un kebab y acabé montando una app
¿Un kebab?
Sí. Básicamente, quería montar un kebab y acabé montando una app. Literalmente, fue así. Es que cuando fui a Berlín y a París descubrí que tienen un kebab excepcional. Y como siempre le he dado mucho al tarro y soy bastante creativo, iba con esa idea. Pero de repente pensé en lo de la app y dije: “Mira, es mucho más fácil en cuanto a recursos y a mensaje”. Y me lancé. Pero básicamente siempre he tenido una entrepreneurial mindset, como se dice, y mucho valor. Pero lo que más me llevo de todo esto es que estoy aprendiendo como nunca.
Habéis conseguido más de 100.000 descargas y 5.000 usuarios activos diarios. ¿Cómo están subiendo? ¿La gente se queda?
Creo que algo que estamos haciendo muy bien es hablar cada día con los usuarios. Tenemos un grupo de 140 embajadores que nos ayudan a hacer crecer el proyecto y con los que estamos en contacto constante: les preguntamos qué les parece una nueva funcionalidad, qué les gustaría ver ahora… Estamos en un bucle de feedback continuo que nos permite crear lo que ellos necesitan, y no lo que nosotros creemos que funcionará. Es un proceso constante de prueba y error hasta dar con aquello que la gente recomienda sola a sus amigos. El objetivo es que digan: “Esto está tan bien que se lo recomiendo a mi colega”. Ahí es cuando se produce un crecimiento exponencial.

Guillermo Correa presentando Mate.
A nivel psicológico, ¿por qué crees que es necesaria una app como Mate?
Yo tampoco pertenezco a la generación que nació con TikTok entre las manos, pero para mí lo del scrolling es el cáncer de los jóvenes. Se pasan la tarde entera así, deslizando. Hemos perdido el lado humano de ir a jugar a fútbol, echarse unas cartas o unas canicas. Mucha gente prefiere quedarse en casa scrolleando, y se está perdiendo esa parte social. Por otro lado, las dating apps se basan únicamente en una foto: decides si quieres una relación con alguien por una foto. En Mate vamos más allá: trabajamos con intereses y subintereses. Si veo que a alguien le gusta lo mismo que a mí, ya tengo un punto de conexión. Lo que buscamos son relaciones más profundas, que no se basen solo en una cara, sino en qué nos une y qué conversación podemos tener en un primer café.
Se habla mucho de que las apps de citas están decayendo. ¿Por qué crees que ese fenómeno no afectará al crecimiento de apps como Mate?
Por lo que nos cuentan muchas usuarias: están hartas de que se den por hechas cosas. En las apps de citas, haces match con alguien y ya parece que hay expectativas de que va a pasar algo. Eso, en general, las chicas lo rechazan. En nuestra aplicación, si empiezo a hablar con Manuela no estamos dando nada por hecho. Simplemente, vamos a tomarnos una cerveza con amigos. Y si surge algo más, pues mejor. Pero creo que ahí se quita esa presión de quedar y que la otra persona dé por sentado que va a pasar algo. Ese es, quizás, uno de los motivos del éxito.
También se habla mucho de que en otras apps las relaciones se han convertido casi en un producto, como si fuera ir de compras: pasas perfiles como si fueran artículos. ¿Qué hace Mate para que no se perciba de esa manera?
Lo primero es que ahora lanzamos los planes: que la gente quede en grupo y no se convierta en una “lista de la compra” de izquierda, derecha, izquierda, derecha. Por otro lado, nunca hemos implementado el sistema de swipe right/left de Tinder, que en su momento lo petó. Nosotros queremos que hables en función de un interés compartido: abres conversación porque tienes algo en común. Al principio incluso pusimos las fotos muy pequeñitas porque nuestra filosofía era que la conexión se diera por intereses. Luego, hablando con los usuarios, nos pidieron que la foto se viera más grande y lo cambiamos. Pero nuestro objetivo inicial era, y sigue siendo, que la gente conecte por lo que le gusta.
¿Por qué la gente debería descargarse Mate? ¿Y por qué alguien que está a gusto en casa debería abrirse a nuevos planes?
Por experiencia propia, creo que salir de la zona de confort es lo mejor que se puede hacer. Cada oportunidad es un mundo nuevo: cualquier conexión puede llevarte a cincuenta más, o a un nuevo trabajo, a nuevos amigos o a un plan inolvidable. En cualquier quedada hay una puerta a millones de cosas maravillosas que te puedes estar perdiendo por quedarte en tu rutina, yendo siempre al mismo café con los mismos amigos.