Barcelona ha acogido la primera edición de AI Summit, un encuentro donde han intervenido más de 70 ponentes y en el que se ha contado con un importante cabeza de cartel: Luc Julia, uno de los padres de Siri.
Julia, actualmente director científico de Renault, capitaneó el departamento de Apple encargado de crear el asistente Siri y es sin duda una de las voces más lúcidas del panorama tecnológico. En la conferencia inaugural del congreso, el científico francés invita a la calma: “La inteligencia artificial es genial, pero también es vieja”, comenta, recordando que es una tecnología que se remonta a 1956.
“Perseguir una inteligencia artificial general es la cosa más estúpida que estamos haciendo ahora mismo”, dejó claro entonces, arrancando las risas —y los aplausos— de la audiencia.
“Ni siquiera sabemos qué significa ser inteligente”, advierte. “Lo que sí sabemos es que la IA ha pasado por ciclos sucesivos: primero fue estadística, luego lógica, después estadística de nuevo con el machine learning. Y ahora, el deep learning, que no deja de ser lo mismo, pero más, más profundo. Nada de esto es magia: es solo matemáticas”, subraya.
Luc Julia es actualmente director científico del grupo Renault.
La moda generativa y el espejismo de la verdad
El investigador repasa cómo el auge del aprendizaje profundo y la llegada del big data impulsaron la actual era de modelos generativos como ChatGPT, Gemini o Claude. Pero su diagnóstico es tajante: “Cuanto más genéricos son estos modelos, más se equivocan”.
Los modelos generativos son simplemente un espejo exacto de la red: por eso no deberíamos confiar ciegamente en ellos
Julia recuerda que las máquinas solo pueden reflejar los datos con los que se entrenan, y esos datos proceden de internet. “Y espero que sepáis que no todo lo que hay en internet es verdad”, ironiza. “Estos modelos son simplemente un espejo exacto de la red: por eso no deberíamos confiar ciegamente en ellos”.
Para el científico, los sistemas actuales se han convertido en la “IA Hollywood”: fantasías tecnológicas infladas por las películas y la cultura popular. “No existen, y nunca existirán”, insiste.
La decepción de la IA
Nos ha podido el hype
Julia alude a la curva del Hype (la curva de Gartner, que representa la evolución de las expectativas tecnológicas). “En febrero de 2024 la IA llegó a la cima absoluta del hype”, relató. “Fue increíble, pero también una locura. Nos dimos cuenta de que era pura mierda. Bueno, no pura mierda, pero sí mierda de la que puedes sacar algún caso de uso”, bromea.
En 2024 nos dimos cuenta de que la IA era pura mierda. Bueno, no pura mierda, pero sí mierda de la que puedes sacar algún caso de uso”
El motivo del éxito inicial fue, según él, la aparición del prompt, esa nueva interfaz de comunicación en lenguaje natural. “Por primera vez no hacía falta ser científico de datos ni programador: cualquiera podía hablar con una máquina. Era fácil, muy fácil. Pero encontrar un caso de uso real… eso ya era otra historia”.
Julia cita un estudio del MIT publicado en agosto de 2025: “El 95% de las pruebas de concepto de IA se tiran a la basura. Solo el 5% llega a tener retorno de inversión”. No es, en su opinión, un fracaso rotundo, sino “el reflejo de que la tecnología aún no está madura”.
Julia, durante la AI Summit Barcelona, este miércoles.
Los modelos grandes fallan
El futuro no es general, es específico
El científico defiende con pasión una idea: abandonar la obsesión por los modelos cada vez más grandes y centrarse en sistemas pequeños, útiles y especializados. “Necesitamos IAs concretas, no generalistas. Pequeñas piezas de software que hagan tareas muy bien definidas. Yo las llamo agentes”.
“Estos agentes estarán en el ordenador, el móvil o el reloj, y los coordinaremos para que hagan cosas que antes eran imposibles”, explicó. “No es nuevo: ya teníamos agentes en los años ochenta. Pero ahora serán mucho más accesibles, más eficaces y con sentido común”.
Julia ha bautizado a esta nueva etapa como IA Agéntica, y la describe con una sonrisa: “Será como tener una brigada de jedis especializados, cada uno con su misión”.
Luc Julia atiende a los medios después de su conferencia.
La carrera absurda por la IA general
Su crítica más dura va para la carrera desbocada de los gigantes tecnológicos. “Cuando escucho hablar de la inteligencia artificial general, pienso que es un error monumental”, dice. “La precisión de los modelos cae mientras los recursos necesarios se disparan. Cada vez hace falta más electricidad, más CO₂, más centros de datos… y todo para obtener resultados peores”.
En tono provocador, comenta: “Mi amigo Trump quiere un proyecto llamado Stargate, de quinientos mil millones de dólares, para construir más centros de datos. Si al menos se alimentaran con energía no nuclear… pero no: más CO₂. Eso a Trump no se preocupa, se va a morir antes”.
Cuando ajustas un modelo a tus propios datos, funciona mejor. Esa es la dirección correcta
Julia cita otro ejemplo: “OpenAI perderá siete mil millones de dólares este año. El año que viene, catorce. ¿Es eso una empresa o una ruina? No es negocio, es una carrera ridícula. Lo último que haría ahora mismo es comprar acciones de OpenAI”.
Pese a todo, mantiene la esperanza. “Algunos empiezan a entenderlo. OpenAI con Sora 2 o empresas como Mistral están volviendo a la especialización. Ahí hay esperanza. Cuando ajustas un modelo a tus propios datos, funciona mejor. Esa es la dirección correcta”.
Costes de la IA
Centros de datos “de regadío”
El experto lanza una advertencia ecológica: los modelos gigantescos no solo consumen electricidad, también agua. “Hoy los centros de datos usan agua para refrigerar las máquinas. No es ideal: se desperdician cantidades enormes. Cada veinte o cuarenta peticiones a ChatGPT equivalen a consumir litro y medio de agua. Multiplica eso por millones de solicitudes diarias y entenderás el impacto planetario”, alerta.
Julia pide moderación: “Si quieres saber el tiempo, no se lo preguntes a ChatGPT: usa Google, que ya funcionaba ayer. Hay que elegir cómo usamos estos recursos. Cada interacción tiene un coste real. De hecho, de toda la energía que se gasta en los centros de datos, el 60% es para refrigerar las máquinas y el 40% restante para computar. Es absurdo”.
“La IA no es magia, solo son matemáticas”
Su mensaje final fue tan claro como provocador: “La IA no es inteligente, y desde luego no es nueva. Llevamos siglos haciéndola”. Ha recordado a Pascal y su máquina de calcular de 1642, “una de las primeras formas de inteligencia artificial, si queremos llamarla así”.
Luc Julia, cocreador de Siri.
Y remata: “La IA no va a destruirnos, pero tampoco va a salvarnos. Es una herramienta más. Lo importante no es hacerla más grande, sino hacerla útil, eficiente y responsable”.
Con esa mezcla de escepticismo, humor y lucidez, Luc Julia devuelve a la inteligencia artificial a su lugar: una creación humana fascinante y poderosa, pero limitada. Y, sobre todo, una tecnología que —como él insiste— debe servirnos, no sustituirnos.



