¿Por qué cada vez es más sencillo para los estafadores llegar a ti? En la era digital, los fraudes financieros son cada vez más comunes y en menos de cinco minutos con un ‘clic’ puedes perder todos tus ahorros. Sin darte cuenta, compartes datos personales que parecen inofensivos: el destino de tus vacaciones, la fecha de tu cumpleaños o el nombre de tu mascota. Realmente, estos datos son la puerta de entrada para que los estafadores virtuales lleguen a ti de forma fácil, sobre todo a tus finanzas. Por ejemplo, según el Instituto Nacional de Ciberseguridad, en 2023 se registraron más de 20.000 denuncias por fraudes online en España.
Solo hace falta un mensaje, una llamada haciéndose pasar por un amigo o que alguien descubra la contraseña que usas en todas partes. De este modo, podrán acceder a tu vida financiera. Puede parecer remoto y pensar “a mí no me pasará”, pero la realidad es que puede ocurrirte en cualquier momento. Por eso, desde La Vanguardia hablamos con Carmen Pérez-Pozo, licenciada en Derecho, experta en gestión de patrimonios y herencias, CEO y socia fundadora del Grupo Pérez-Pozo, creadora del Método Circular de Gestión Patrimonial y autora de Riqueza para siempre y El más allá de mis bienes. A través de esta entrevista da sus mejores consejos para que aprendas cómo protegerte en esta era digital de fraudes financieros.
¿Cuáles considera que son los principales riesgos financieros a los que se enfrenta una familia al interactuar en redes sociales?
Las redes sociales se han convertido en el escenario perfecto para la ingeniería social. Hoy los ciberdelincuentes no buscan romper barreras de seguridad, sino convencer al usuario de que las baje voluntariamente. Aprovechan la información que compartimos (viajes, hijos, intereses), para perfilar a la víctima y atacar su punto más débil. Consideramos estos puntos como los principales riesgos financieros para las familias. En el ataque emocional: crean un sentido de urgencia o una oportunidad única que anula el pensamiento racional. El miedo a “perderse algo” (FOMO) o la promesa de enriquecimiento rápido es la trampa emocional más efectiva.
En segundo lugar, la suplantación de confianza (phishing), estos atacan la red de contactos. Un mensaje de “ayuda urgente” de un amigo o un familiar que hemos visto feliz en redes nos desarma y nos hace transferir dinero sin verificar. En tercer lugar, la erosión del principio de planificación: El fraude ofrece atajos que contradicen cualquier estrategia financiera sostenible. Esto destruye la disciplina de ahorro que es la base de la estabilidad familiar a largo plazo.
Si una oferta caduca en 24 horas, probablemente no sea fiable
¿Qué consejos prácticos daría para detectar posibles fraudes o estafas antes de que afecten al ahorro familiar?
La regla de oro es aplicar el Principio de Pausa y Verificación. Este se trata de nunca tomar decisiones financieras bajo presión. Si una oferta caduca en 24 horas, probablemente no sea fiable. Por ello se debe verificar la regulación (el tipo de empresa que envía el mensaje), aplicar el criterio “demasiado bueno para ser verdad” (la riqueza sostenible es un proceso lento y transparente) y por último implementar un “protocolo familiar” (acordar una palabra clave con familiares cercanos).
¿Cree que la educación financiera digital es suficiente hoy en día para proteger a los usuarios de fraudes online?
Definitivamente, no es suficiente. La educación financiera actual se queda corta porque se centra en lo técnico (cómo usar una app bancaria) y no en lo conductual y legal, que es donde realmente se originan los errores. Defendemos que debe incorporarse la psicología financiera, para enseñar a las familias a reconocer las emociones que las hacen vulnerables. También necesitamos educación legal preventiva, que permita conocer los derechos del usuario y mantener una “higiene digital” constante. Solo así se puede construir una relación sana y consciente con el dinero.
Hacker irrumpe en servidores corporativos desde su cuarto oscuro
¿Qué papel juegan las plataformas de redes sociales en la prevención de fraudes y cómo podrían mejorar?
Su papel hoy es insuficiente. Actúan de forma reactiva, solo cuando el fraude ya ha ocurrido. Las plataformas deberían evolucionar hacia un modelo de cómplice proactivo, con tres medidas esenciales. Por ejemplo, la verificación de anunciantes financieros, usar inteligencia artificial, antifraude o alertas preventivas.
En su experiencia, ¿cuáles son los errores más comunes que cometen las familias al compartir información económica en internet?
El más grave es la sobreexposición. Las redes reflejan nuestra vida y los estafadores saben leer ese espejo. Cada dato compartido es una pista que puede aprovecharse con fines fraudulentos. Algunos errores habituales son publicar signos de riqueza, usar información personal (nombre de mascota, aniversario, colegio…) o activar la geolocalización o etiquetar a la familia en lugares sensibles.
Mi recomendación es pensar en las contraseñas como en las llaves de tu patrimonio. Si usas la misma llave para todo, el riesgo es total
¿Cómo recomienda gestionar las contraseñas y datos financieros para minimizar riesgos?
Mi recomendación es pensar en las contraseñas como en las llaves de tu patrimonio. Si usas la misma llave para todo, el riesgo es total. Por eso, es importante: autenticación de dos factores (2FA) en todas las cuentas sensibles, gestores de contraseñas seguros, que generen claves únicas y aleatorias y eliminar cuentas inactivas, ya que cada servicio olvidado es una puerta abierta al robo de datos.
¿Existen señales tempranas de que un familiar o amigo podría estar siendo víctima de un fraude online?
Sí, y son principalmente de carácter psicológico y social. Aquí es donde un enfoque que incorpore la psicología (como la figura del e-driver o gestor emocional) es esencia. Por ejemplo, en primer lugar, el aislamiento y secretismo: la persona se vuelve inusualmente reservada sobre su dinero, evita hablar con su asesor o intenta ocultar transferencias. El estafador suele exigir este secretismo para evitar la verificación externa.
En segundo lugar, la euforia o angustia extrema: Experimentan picos de optimismo sobre el “negocio de su vida”, seguidos de angustia cuando el sistema comienza a fallar. Por último, las decisiones ilógicas: Empiezan a tomar decisiones financieras que contradicen su historial (ej. vender un activo estable para invertir en algo volátil que no entienden). El fraude ha distorsionado su capacidad de análisis racional.
“Un fraude digital puede arruinar tu jubilación, destruir la herencia y obligarte a reorganizar el plan financiero familiar”.
¿Qué impacto tienen los fraudes digitales en la planificación financiera familiar a largo plazo?
Un fraude digital no solo roba dinero, sino también tiempo y futuro, constituyendo una interrupción catastrófica en el ciclo de la planificación patrimonial. Su impacto es multifactorial: destruye el pilar de seguridad, ya que el capital destinado a la jubilación o a la herencia (el patrimonio que debía ser sostenible) se volatiliza, obligando a la familia a rehacer por completo su plan de vida, a menudo con años de retraso.
Además, quiebra la confianza familiar, generando conflictos sobre la responsabilidad del error que pueden fracturar las relaciones y complicar la gestión de la herencia o de la empresa familiar durante el traspaso generacional. Por si fuera poco, implica un doble castigo: la víctima no solo pierde el dinero, sino que también incurre en costes legales para intentar recuperarlo, sumados al coste emocional que puede requerir terapia o apoyo psicológico especializado.
¿Cree que las campañas de concienciación sobre fraudes online están llegando a los hogares de manera efectiva?
Son un buen comienzo, pero aún son demasiado genéricas. Falta personalización y empatía. Y deberían dar voz a víctimas reales, porque el testimonio humano es la herramienta más poderosa para prevenir. Una campaña efectiva debe ir más allá del banner genérico y entender la demografía del riesgo. En definitiva, proteger el patrimonio familiar es proteger el proyecto de vida que representa. No se trata solo de evitar un fraude, sino de construir una cultura patrimonial consciente, donde cada decisión financiera esté guiada por la información, la serenidad y la responsabilidad.




