Del Pantocrátor al genoma humano: el Sónar+D vuelve a adelantarse al futuro entre advertencias y posibilidades tecnológicas

Sónar+D

Uno de los proyectos mostrado en la muestra del Sónar+D.

Uno de los proyectos mostrado en la muestra del Sónar+D.

Propia

Describir el Sónar+D para alguien que no esté familiarizado con algoritmos, arte contemporáneo o música electrónica es tan complejo como explicar la teoría de cuerdas a un bebé. El festival de innovación tecnológica, que se celebra en Barcelona del 12 al 14 de junio, debe experimentarse como una película de David Lynch: algo que trasciende los porqués para centrarse en el cómo, creando una experiencia efímera para la que quizás aún no estemos preparados.

Porque si algo ha demostrado el Sónar+D es su capacidad para adelantarse dos, cinco o diez años a lo que vendrá después. Como explica Antònia Folguera, comisaria del festival, lo que hoy nos es propio, como la IA, hace casi una década solo podía verse en este evento. 

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“Por ejemplo, Albert Barqué-Duran (Albert.DATA), que ahora hace una performance de neurohacking con algoritmos de IA, nos visitó en 2016”, cuenta Folguera. “Hizo un proyecto con Mario Klingemann llamado My Artificial Muse, en el que entrenaron una IA con pinturas de la historia del arte. Ahí ya advertía del sesgo cultural que se introduce desde el entrenamiento de los modelos. Y eso puede tener un impacto relevante, obligándonos a replantearnos muchas cosas. Y no es el único que nos advirtió”.

Inevitablemente, eso lo que se siente al pasear por la zona de proyectos del Sónar+D: una sensación insólita de estar ante algo que pasará pronto y que, sin embargo, todavía no logramos procesar. Esto se refleja bien en el proyecto A.Music Box, de Lluís Nacenta, Lúa Coderch, Julia Múgica, Iván Paz y Huaqian Zhang. En él, nos postramos ante un huevo que, en realidad, es una caja de música. Pero una caja de música muy especial, ya que todo el contenido está generado por IA. Cuando la abres, se genera una melodía al azar irrepetible, que nunca más se puede volver a escuchar. Una canción insólita tanto en forma como en tiempo.

A.Music Box, presentado en el Sónar+D.

A.Music Box, presentado en el Sónar+D.

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Pasear por el Sónar+D puede verse como esta experiencia elevada al cubo. Es un conglomerado de proyectos físicos y efímeros, que nunca se pueden repetir, pero que, por encima de todo, nunca esperarías conocer. Cada renglón es un mundo abierto en el que la tecnología se pone a prueba, se lleva al límite o se critica de manera abierta. Un lugar en el que caben tanto videojuegos sobre cómo es pasear por tu cerebro hasta una copa de té servido por una máquina. Y lo curioso es que todo parece estar en su sitio: no hay nada inconexo, solo muestras de  lo dúctiles que somos frente a la tecnología y lo lejos que puede llevarnos como especie —tanto para bien como para mal—. 

El espacio lo abre un proyecto tan ritualístico y propio de Catalunya que parecería no tener nada que ver con el resto: una réplica del ábside de Sant Climent de Taüll que reinterpreta las pinturas al fresco de la figura del Pantocrátor. Así, un Dios desprovisto de todo su poder, tal y como afirman las expositoras Alba G. Corral y Desilence, da la bienvenida a un espacio donde su magia ha sido puesta al servicio de la humanidad. Un lugar donde el ser humano ha torcido la realidad para interpretarla de formas fuera de la doctrina.

'Lux Mundi', presentado en el Sónar+D.

'Lux Mundi', presentado en el Sónar+D.

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Este poder robado a la religión se despliega en proyectos como Chemicals Calls of Care, de Yolanda Uriz Elizalde. En él, se explora la comunicación química entre especies como una forma de diálogo futuro. A través de un artilugio tan extraño como estético, los visitantes pueden elegir entre diferentes compuestos, como nutrientes o señales ambientales, para enviar mensajes de cuidado a las plantas, que responden con sonidos y aromas generados por compuestos volátiles.

Otro descubrimiento más que nos deja el Sónar: hablar con las plantas ya es posible, aunque sea de una forma enrevesada y artística. También lo es imprimir el genoma humano, como hace el proyecto A Book of Mine de Xin Liu, que muestra que los humanos podemos ser escritos desde nuestra esencia hasta nuestro detalle más profundo. Y lo que no es posible en este festival, se inventa para que lo sea dentro de poco. Así es LUMA: The Algaecoon, de Earth-topia, proyecto que imagina un futuro simbiótico entre humanos, naturaleza y tecnología a través del tacto y la música. 

'Future Dance of Nostalgia', presentado en el Sónar+D.

'Future Dance of Nostalgia', presentado en el Sónar+D.

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Pero lo más disruptivo del festival no es tanto su innovación —el motor por el que existe— como su forma. Porque si algo une a prácticamente todos los proyectos que se despliegan en el Sónar+D es que son sorprendemente divertidos. Pasear por sus stands probando distintos experimentos o asomándose al futuro es, también, una experiencia entretenidísima. Future Dance of Nostalgia, de Kexin Hao, te invita a bailar a ritmos preindustriales, viviendo en tus propias carnes el paso de siglos de evolución tecnológica. Y Digital Camouflage, de Simon Weckert, muestra cómo los algoritmos de detección de objetos pueden hacerte “desaparecer” usando cierta ropa. Algo muy recomendable si quieres ver tu cabeza flotando.

Pero no se debe perder de vista que Sónar+D es, por encima de todo, una muestra enmarcada dentro de un festival de música. La música está presente en cada uno de los rincones, con especial atención en los proyectos musicales que emplean la IA generativa para funcionar —no por nada, en el evento le han reservado un espacio propio, AI & Music—. Nada más entrar, los estudiantes de Barcelona Supercomputing Center presentan Voces expandidas, un sistema que te permite convertir tu voz en la de la artista María Arnal. En tan solo unos segundos, la IA permite transformar tu tono en el de la artista.

AlphaTheta, proyecto presentado en el Sónar+D.

AlphaTheta, proyecto presentado en el Sónar+D.

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Del mismo modo, hay espacio para prototipos como el de AlphaTheta, una tecnología que te permite aprender de los mejores DJ a través de un sistema de Realidad Virtual con IA aplicada. Y Seungsoon Park muestra cómo los modelos creativos de lenguaje ya pueden crear visuales en directo basándose en la música que escuchan, algo que podría revolucionar los conciertos del futuro.

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A pesar de tener una parte oscura, que nos hace plantearnos hasta qué punto la IA y los avances tecnológicos pueden ser peligrosos —en el festival podemos replicar nuestras caras en segundos y observar cómo afecta a nuestro cerebro la exposición a ciertos avances—, Sónar +D es un canto a la esperanza. Porque sí, la adicción a la tecnología o los avances increíbles en IA nos ponen sobre la mesa retos que tenemos que superar poco a poco. Pero la evolución sin precedentes que estamos viviendo supone también una oportunidad para que, como humanidad, comencemos a hacer mejor las cosas. 

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