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“No podemos ignorar el colapso, tenemos que vestirnos para él”: Demna Gvasalia rediseñó la moda para la época posapocalíptica en la que vivimos

Futurismo

Del barro a las pasarelas, Demna Gvasalia convirtió la moda en una declaración de resistencia ante el colapso global, transformando el lujo en una forma de supervivencia estética.

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Demna Gvasalia, diseñador de moda.

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Demna Gvasalia acaba de dejar Balenciaga, pero durante sus diez años al frente de la marca, desde 2015 hasta 2025, el diseñador Gvasalia no creó ropa, sino un universo. Uno hecho de barro, siluetas angulosas, bolsas de evacuación y pasarelas convertidas en simulacros de catástrofe. Porque su propuesta para una de las marcas más importantes de la moda no fue un revival nostálgico ni un canto al lujo tradicional, como tantas otras hacían. Fue una alerta de lo que estaba por venir. Gvasalia definió la estética de emergencia.

Mientras otras firmas seguían atrapadas en la lógica del “glamour eterno”, Demna diseñó para un mundo que se cae a pedazos. En sus colecciones había trincheras, máscaras, parkas que recordaban a trajes de supervivencia y botas como estructuras arquitectónicas. Cada pieza parecía diseñada no para una fiesta, sino para una huida. Y en eso radicaba su idea.

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“No me interesa la belleza en el sentido clásico. Me interesa lo que hace temblar, lo que no encaja, lo que revela,” dijo Demna en una entrevista con Vogue en 2022. Y lo dejaba claro en sus desfiles. Gvasalia convirtió la distopía en lenguaje visual. Pero no como disfraz, sino como reflejo del mundo actual. Ansiedad climática, infoxicación, guerra híbrida, crisis energética, salud mental, todo se filtró en sus prendas. Un espejo incómodo donde el lujo se mezclaba con la crudeza del presente.

En su icónica pasarela de otoño-invierno 2022, los modelos caminaban contra el viento en una especie de tormenta de nieve artificial, sosteniendo bolsas de basura como si contuvieran lo último que salvaron de sus vidas. La escena daba más ansiedad que sensación de lujo. Fue una respuesta, desde la estética, a la invasión rusa de Ucrania, a la crisis humanitaria global y a la sensación de que ya no estamos seguros en ningún lugar.

EPA303. PARIS (FRANCIA), 20/06/2019.- Un modelo luce prendas de la colección primavera/verano 2020 del diseñador Demna Gvasalia.

EFE

“Diseñar ropa ahora es como diseñar refugios,” declaró Gvasalia durante un coloquio en la London College of Fashion. “No podemos ignorar el colapso. Tenemos que vestirnos para él.”

Bajo su mando, Balenciaga se convirtió en una especie de marca de supervivencia emocional. La ropa no embellecía, blindaba. Era una coraza. Una forma de decir: “Estoy preparado. No para triunfar, sino para resistir”. “Demna no propone una moda para ser admirado, sino para sobrevivir,” escribió la crítica Vanessa Friedman en The New York Times. “Sus colecciones hablan del miedo, la desorientación y la dureza de habitar este siglo.”

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Su gran provocación fue hacer del anti-lujo un nuevo canon de lujo. Donde otros veían lo feo, lo incómodo o lo inacabado, Demna veía potencial. Una bolsa de Ikea, una sudadera de segunda mano o unas zapatillas destrozadas podían convertirse en piezas icónicas. No como ironía, sino como afirmación: el futuro no será bonito, pero podemos vestirlo con honestidad.

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