Pocas cosas son más definitorias de Internet que el nacimiento de Twitter. Podemos hablar de Facebook, de Google y de Youtube, pero no de muchas más plataformas que han cambiado de forma tan radical la forma con la que nos relacionamos con la red. E incluso con la realidad en sí misma.
Ninguna plataforma ha conseguido, como lo ha hecho Twitter, moldear el discurso público, hacerse sitio en la televisión y los medios tradicionales, y convertirse en el mediador del debate público. Si bien su rol ha cambiado mucho en los últimos años, Twitter fue, durante casi una década, la guía política y social de lo que pasaba en el mundo.
Detrás de Twitter hubo varias personas, pero la mente pensante que siempre se asocia con su creación es un hombre que cuenta con un perfil muy distinto al clásico de los emprendedores tecnológicos. Apasionado de la meditación, declarado socialdemócrata, seguidor de la libertad tecnológica por encima de los beneficios empresariales y, además, posible creador de las criptomonedas tal y como lo conocemos, es una de las personas más singulares salidas del MIT. Él es Jack Dorsey.
La historia de Jack Patrick Dorsey dista mucho de la imagen habitual que se tiene de un fundador de Silicon Valley. Nacido el 19 de noviembre de 1976 en St. Louis, Missouri, creció en el seno de una familia católica acomodada. Su madre era ama de casa y su padre trabajaba en una empresa especializada en espectrómetros de masa. Trabajando de forma ocasional como modelo durante su infancia y adolescencia temprana, pasó el instituto sin problemas para entrar en el MIT en 1995

Jack Dorsey, durante una convención en 2021.
Sin embargo, solo duraría allí dos años, antes de ser transferido a la Universidad de Nueva York, donde abandonaría la carrera a falta de un único semestre de graduarse. Sería en este periodo donde tendría la idea para lo que más tarde sería Twitter. Pero no se lanzaría de entrada a iniciar su propia empresa. Antes de eso, ya desde la adolescencia, Dorsey se interesó en la logística de los envíos. Algo que le haría trabajar como programador, específicamente, en el campo de los envíos y la distribución.
De este modo, en el año 2000 se trasladaría a Oakland, donde creó una empresa basada en enviar mensajeros, taxistas y servicios de emergencia desde Internet. Y en julio de ese mismo año, gracias a la experiencia y las necesidades de su trabajo e inspirado en parte por LiveJournal y por AOL Instante Messenger, tuvo la idea de un servicio de comunicación que permitiera desplegar mensajes breves en tiempo real.
Fue el equipo de Glass quien realmente creó Twitter, no Jack Dorsey
Así pasó varios años, pero no sería hasta 2006 cuando se acercaría a Odeo, una empresa de publicación de agregación de audio y vídeo, para saber si estarían interesados en expandirse con un servicio de mensajería instantánea. La respuesta fue que sí y, en dos semanas, entre Dorsey y Biz Stone, uno de los cofundadores de Odeo, construyeron el prototipo de Twitter.
O, al menos, eso cuenta la leyenda. Lo que sí se sabe con certeza es que el primer prototipo de Twitter fue desarrollado por Jack Dorsey junto al programador Florian Weber, y que en un inicio se usaba exclusivamente como herramienta de comunicación interna dentro de Odeo. Según el periodista especializado en tecnología Nicholas Carlson, “nadie en Odeo estaba más apasionado con Twitter en sus primeros días que el cofundador de la empresa, Noah Glass”, y sostiene que “fue el equipo de Glass quien realmente creó Twitter, no Jack Dorsey”.
Pero, aunque es difícil saber quién fue realmente el originario de Twitter, lo que sabemos con seguridad es que el proyecto comenzó en febrero de 2006 y la versión final no fue lanzado de forma pública hasta el 15 de julio de 2006. Y su nombre, al principio, no era Twitter, sino otro mucho menos legible: twttr.
El porqué de ese nombre es muy sencillo: al estar inspirado en los mensajes breves de los SMS, querían evitar el uso de vocales. Sumado a la inspiración en el nombre de Flickr, llegaron a la conclusión de que ese era el nombre ideal, aunque no se sabe muy bien quién dio con esta idea. A veces adscrita a Evan Williams, otras a Evan Williams, lo que sí parece es que Dorsey no tuvo nada que ver con el nombre.

Jack Dorsey durante su época punk en la adolescencia.
Donde sí jugó un papel clave fue en la creación de Obvious Corporation, una empresa formada por Dorsey, Noah Glass, Biz Stone y Evan Williams. Juntos compraron Odeo a sus propios inversores, con el objetivo de tomar el control total del proyecto. Sin embargo, la aventura de Obvious sería breve: en abril de 2007, Twitter se constituía como empresa independiente, con Jack Dorsey al mando como su primer CEO.
Si bien Twitter no fue concebida en principio con un modo de monetización en mente, eso no impidió que buscaran financiación desde el primer momento. Dorsey cerró dos rondas con inversores de capital riesgo, aunque pronto perdió el interés por la rentabilidad a corto plazo. Cuando, durante la conferencia South by Southwest Interactive de 2007, la popularidad de Twitter se disparó, creciendo de 20.000 tuits al día a 60.000, Dorsey se dio cuenta de que era más importante priorizar el crecimiento de la compañía que su monetización.
Dorsey perdió su puesto como CEO en 2008. Se alegó que su falta de compromiso para perseguir intereses propios —como marcharse temprano para dedicarse al yoga o al diseño de moda— era incompatible con las exigencias de la empresa
Su visión, entonces, se centró en mejorar la plataforma y su experiencia de usuario, incluso si eso significaba posponer ingresos. Defendió que el uso comercial de Twitter y el acceso a su API podrían dar pie a funciones de pago en el futuro, pero sin forzarlo. Esta postura no terminó de convencer al resto del equipo fundador, que empezaba a preocuparse por la sostenibilidad financiera del proyecto.
Dorsey perdió su puesto como CEO en 2008. Oficialmente, se alegó que su falta de compromiso para perseguir intereses propios —como marcharse temprano para dedicarse al yoga o al diseño de moda— era incompatible con las exigencias de la empresa. Pero lo cierto es que sus socios, especialmente Glass, Stone y Williams, estaban profundamente en desacuerdo con su forma de dirigir Twitter.
El desenlace llegó el 16 de octubre de ese mismo año, cuando Evan Williams asumió el cargo de CEO y Dorsey fue relegado a presidente del consejo de administración. De cara al público, intentaron suavizar la transición. Alegaron que Williams y Dorsey siempre habían actuado como colíderes, y que —en palabras de Biz Stone— “tenemos dos líderes fuertes aquí, y realmente necesitamos elegir solo a uno de ellos”.
A pesar de las acusaciones y su salida como CEO, Dorsey fue quien estuvo presente en los momentos más delicados de la compañía, tomando decisiones clave que evitaron desenlaces catastróficos. El ejemplo más claro ocurrió en noviembre de 2009, durante la Revolución Verde en Irán. En ese momento, Dorsey decidió retrasar temporalmente una operación de mantenimiento de los servidores de Twitter que habría dejado la plataforma inaccesible, tras recibir una petición directa de Jared Cohen, entonces miembro del Departamento de Estado de Estados Unidos y posteriormente presidente de Asuntos Internacionales de Goldman Sachs.

Jack Dorsey en 2018.
La decisión fue muy controvertida. El presidente Barack Obama había declarado públicamente que EE.UU. no intervendría en los asuntos internos de Irán, pero miles de ciudadanos iraníes se estaban organizando y comunicando a través de Twitter. Con su gesto, Dorsey contribuyó a mantener abierta una vía de comunicación crucial para una protesta que captó la atención del mundo entero.
Este fue el ejemplo más sonado, pero no el único. Dorsey actuó durante años como el hombre en la sombra, encargado de mantener las relaciones sociopolíticas de Twitter tan flexibles y fluidas como fuera posible. Se ocupó personalmente de reuniones con representantes oficiales y delegaciones gubernamentales, consolidando la imagen de Twitter como una plataforma accesible, cercana y alineada —aunque fuera indirecta y discretamente— con los intereses del gobierno del país.
Gracias a su labor, Twitter empezó a ser percibido como un canal legítimo para la comunicación institucional
Esa estrategia diplomática resultó clave. Gracias a su labor, Twitter empezó a ser percibido como un canal legítimo para la comunicación institucional, lo que facilitó que agencias gubernamentales de todo el mundo adoptaran la plataforma como vía principal de comunicación pública. Una jugada silenciosa, pero fundamental, para que Twitter se convirtiera en el altavoz oficial de la política global en la era digital.
Por eso no fue ninguna sorpresa que, tras la salida de Evan Williams y la llegada de Dick Costolo como nuevo CEO en febrero de 2010, Jack Dorsey también regresara como director ejecutivo de Twitter. Así pasaron cinco años. En julio de 2015 Costolo, presentó su renuncia como CEO y Dorsey fue nombrado de inmediato como CEO interino. Y, apenas unos meses después, en octubre de ese mismo año, fue confirmado como CEO permanente de Twitter. Su regreso al liderazgo marcó el inicio de una nueva etapa para la compañía, esta vez con una figura más madura y consciente de su rol en el mundo digital.
La Twitter que dejó y con la que se encontró eran dos bestias completamente diferentes. Y la idea de Dorsey era hacer que fueran aún más distintas. Consciente de, que si quería hacer crecer la plataforma, no podía simplemente acomodarse en la complacencia y seguir sin hacer nada —como habían hecho durante los anteriores siete años—, decidió que Twitter debía empezar a cambiar de forma significativa. Por eso, a partir de este momento, Twitter comenzó a introducir funcionalidades que, aunque a veces fueron recibidas con escepticismo por parte de los usuarios, siempre tenían una lógica en mente.
En mayo de 2016 anunció que para el límite de 140 caracteres ya no contarían ni links ni imágenes. Esta medida fue tomada para incentivar a los medios a utilizar Twitter, ya que había caída a menos de la mitad la cantidad de tweets por día desde su mayor pico histórico: de 661 millones en agosto de 2014 a 300 millones en enero de 2016.
El mayor error que he cometido fue seguir invirtiendo en construir herramientas para que pudiéramos manejar la conversación pública, en lugar de crear funciones para que la gente pudiera manejar Twitter por sí misma
El siguiente gran cambio que hizo fue introducir recomendaciones algorítmicas en el feed principal. Un cambio mal recibido y que, además, ha demostrado ser fatal para la plataforma: incentivando una cultura tóxica que ha sido el gran mal de Twitter en los últimos años. Pero de los errores se aprenden, y Dorsey decidió tomar nota. En 2022 dijo que “el mayor error que he cometido fue seguir invirtiendo en construir herramientas para que pudiéramos manejar la conversación pública, en lugar de crear funciones para que la gente pudiera manejar Twitter por sí misma”.
¿Hasta qué punto considera que fue un error las recomendaciones algorítmicas? En una conversación con Lyn Alden en el contexto de la Oslo Freedom Forum, llegó a declarar, años después, que “estamos siendo programados basados en lo que decimos que estamos interesados, y se nos dice a través de estos mecanismos de descubrimiento qué es interesante, y a medida que nos involucramos e interactuamos con este contenido, el algoritmo continúa generando cada vez más de este sesgo”. Algo que, según Dorsey, hace que “se sienta superpeligroso seguir dependiendo de eso”.
Su visión persistió con el tiempo. En 2017, Twitter duplicó el límite de caracteres hasta los 280, y en marzo de 2018 introdujo un sistema mejorado de verificación de usuarios. Aunque ambos cambios fueron inicialmente polémicos, con acusaciones de alterar la esencia de la plataforma, acabaron siendo bien recibidos y considerados, en general, como mejoras necesarias. Especialmente considerando en cómo han sido igualmente implementadas en su nueva plataforma: Bluesky.

Jack Dorsey en 2019.
A partir de 2018, el panorama se volvió cada vez más complejo para Twitter y para Dorsey. Las acusaciones de que las elecciones presidenciales de 2016 habían sido manipuladas a través de redes sociales pusieron a las grandes tecnológicas bajo un escrutinio mucho más riguroso, y Twitter no fue la excepción. Dorsey, en particular, se vio en una posición incómoda: incapaz de trazar líneas claras frente a las polémicas declaraciones de Donald Trump —entonces presidente de Estados Unidos—, se convirtió en blanco de críticas tanto por pasividad como por censura selectiva.
La presión, tanto interna como externa, comenzó a hacer mella. Finalmente, el 29 de noviembre de 2021, Dorsey renunció a su cargo como CEO de Twitter. Fue sustituido por el entonces CTO, Parag Agrawal, y pocos meses después, en mayo de 2022, abandonó también la junta directiva de la empresa. Con ello, cerraba definitivamente su etapa en la red social que él mismo había ayudado a crear.
El creador de Bitcoin firmó su obra bajo el nombre de Satoshi Nakamoto, un pseudónimo cuya verdadera identidad sigue siendo uno de los mayores misterios del siglo XXI. Y aunque nunca se ha confirmado, muchas voces apuntan a Jack Dorsey
Pero, ¿qué ha hecho Dorsey más allá de Twitter? Sorprendentemente, no lo sabemos con certeza... aunque lo sospechamos. El creador de Bitcoin firmó su obra bajo el nombre de Satoshi Nakamoto, un pseudónimo cuya verdadera identidad sigue siendo uno de los mayores misterios del siglo XXI. Y aunque nunca se ha confirmado, muchas voces apuntan a Jack Dorsey como uno de los posibles cerebros detrás de ese nombre.
No faltan razones para pensarlo. Para empezar, Dorsey siempre fue un firme defensor de la libertad tecnológica, el bitcoin y la descentralización tanto de la moneda como de las estructuras administrativas. Su visión del futuro siempre ha estado ligada a romper con los intermediarios tradicionales, y eso lo llevó, en mayo de 2010, a fundar junto a Jim McKelvey la empresa Block —anteriormente conocida como Square—.
Originalmente concebida como una plataforma para facilitar servicios financieros sin depender de la banca tradicional ni de la identidad personal como barrera de entrada, Block evolucionó rápidamente. Con el tiempo, centró sus esfuerzos en el ecosistema blockchain y, especialmente, en el bitcoin, que se ha convertido en el eje central de su estrategia empresarial. Para Dorsey, la descentralización no es solo una tecnología: es una filosofía de vida.
De hecho, tras el cierre de Twitter, Dorsey no renunció a la idea de las redes sociales. Al contrario. En 2019 anunció la BlueSky Initiative, para explorar la posibilidad de descentralizar Twitter. Y cuando por fin decidió abandonar su puesto como CEO de Twitter en 2021, eligió convertir BlueSky en su propia red social, completamente independiente de Twitter.

Jack Dorsey en 2021.
Lanzada en forma de beta solo con invitación en febrero de 2023, y de forma pública en febrero de 2024, Bluesky no ha parado de crecer de forma consistente con el tiempo. Con más de seis millones de usuarios, tiene todas las características de Twitter, pero con un enfoque mucho más comunitario: carece de algoritmos de prescripción de ninguna clase, tiene herramientas de moderación mucho más sólidas y además, se basa en un sistema descentralizado. Busca ser lo que Dorsey siempre quiso que fuera Twitter: una red social que priorizara dar herramientas a los usuarios para que la convirtieran en lo que quisieran.
Eso no impidió, sin embargo, que Dorsey acabara rompiendo también con Bluesky. Lo hizo en mayo de 2024, al considerar que la empresa, al adoptar una estructura corporativa tradicional e introducir herramientas de moderación centralizada, se alejaba de su idea de lo que debe ser la libertad tecnológica. En sus propias palabras: “Esto es literalmente repetir todos los errores que cometimos como empresas. No es un protocolo realmente descentralizado. Es otra app. Una app que sigue los pasos de Twitter, pero dirigida a otro tipo de público”. Algo que le ha llevado a alejarse del proyecto.
Porque, en la cabeza de Dorsey, todo se reduce a eso: la importancia de la libertad y la elección personal. Firme defensor del partido democrático, habiendo donado un tercio de su riqueza personal en programas para el tratamiento del coronavirus al principio de la pandemia, y haciendo generosas donaciones en múltiples causas antiracistas y medioambientales, no es accidental decir que es socialdemócrata. Porque, de hecho, es uno de los pocos hombres de su perfil que de verdad pueden definirse bajo esos términos.
Qué le espera en un futuro es un misterio. De hecho, muchos dirían que ya ha hecho mucho para toda una vida. O varias vidas. Y teniendo en cuenta que Forbes estimó este año su fortuna en 3.800 millones de dólares, puede dedicarse al yoga o al diseño de moda sin preocuparse por nada más. Sin embargo, no parece ser su perfil. Si algo ha demostrado Dorsey a lo largo de toda su carrera es que no sabe quedarse quieto. Así que solo queda esperar a sus próximos pasos.