Tiene poco más de treinta años y ha creado un segundo cerebro de Inteligencia Artificial para almacenar nuestra memoria: “En la próxima década cambiará la forma en la que nos relacionamos con las máquinas”
Obsidian
Ango es el diseñador y pensador detrás de Obsidian, la aplicación que redefine cómo almacenamos y conectamos el conocimiento personal
“Es importante discutir cómo podría ser un buen mundo con una IA poderosa”: Dario Amodei es el gurú de la inteligencia artificial que más crítico es con su avance... ¿o es todo una fachada?
Steph Ango, CEO de Obsidian.
Cuál será el futuro de la humanidad es algo que las personas llevan preguntándose desde hace milenios. También es algo que se lleva temiendo el mismo tiempo. En la Grecia antigua, se temía que la escritura hiciera que las personas pensaran peor al hacer que sus pensamientos ya no estuvieran en sus cabezas, haciendo que la memorización fuera menos importante. Con la invención de la calculadora, se planteó que nos hacía menos inteligentes la incapacidad de hacer operaciones matemáticas complejas. Y con el cada vez mayor desuso de la escritura física en favor de la digital, existe el miedo de lo que eso pueda hacer a nuestras mentes.
Es un miedo lógico. Todo ello va moldeando nuestra forma de pensar y de mirar el mundo. Y, sobre todo, tiene un componente inquietante: no podemos saber cómo nos afectará hasta que ya ha sucedido. Por eso conviene mantener una actitud de sospecha frente a cada nueva tecnología, incluso cuando resulta imposible rechazarla por completo. De esa tensión es muy consciente Steph Ango, más conocido como Kepano.
Kepano es CEO de Obsidian, una aplicación que busca ser tu base de conocimientos personales. Su función es, a través de marcadores de Internet que se guardan en tus dispositivos personales, acumular todo el conocimiento que consideras importante en un único lugar, pudiendo acceder a él en cualquier momento y en cualquier circunstancia. Como si se tratara de un segundo cerebro al que puedes acudir en cualquier momento y en el que vuelcas toda la información que has asimilado sin necesidad de memorizarla.
Captura de Obsidian.
Eso va en relación con la visión que tiene Ango del futuro. “La IA puede ser una herramienta increíble, pero no debería ser el destino final del pensamiento humano. Lo que me interesa es cómo podemos usarla para expandir nuestras capacidades, no para apagarlas”. Por eso, Obsidian no busca crear una plataforma que exige estar siempre en Internet, o que hace sugerencias a través de la IA, sino que sirve como una función de memoria donde nosotros ejercemos de curadores: es un complemento a lo que hace nuestra propia cabeza.
De hecho, es inevitable que nuestros cerebros se moldeen. Que vayan adaptándose según las herramientas que usemos y las necesidades de nuestro entorno. En eso se define la evolución. Sea para bien o para mal.
Me interesa lo que pasa cuando los humanos empiezan a pensar de manera más no lineal, como una red
En ese sentido, Ango opina lo siguiente: “Me interesa lo que pasa cuando los humanos empiezan a pensar de manera más no lineal, como una red. Si tienes suficiente gente haciendo esto, se empieza a parecer a un cambio de paradigma en la forma en que producimos conocimiento”.
Y tiene razón. Porque cuando mucha gente adopta una misma herramienta, la forma de nuestra mente cambia. Por eso “lo que va a cambiar radicalmente en la próxima década no es tanto la potencia de las máquinas como la forma en que los humanos se relacionan con ellas y se dejan influir por su modo de pensar”.
Lo que va a cambiar radicalmente en la próxima década no es tanto la potencia de las máquinas como la forma en que los humanos se relacionan con ellas y se dejan influir por su modo de pensar
¿Cómo va a ocurrir? Es imposible de saber. Mucha gente cree que será a través de la IA. Mucha otra gente cree que ya está ocurriendo, o ya ha ocurrido, con el auge de Internet y el cómo los hiperlinks y la externalización del pensamiento ha dado forma a nuestra forma de relacionarnos con el conocimiento, el pensamiento y los recuerdos. Entre esas personas está Ango, quien cree que es un proceso similar al que ocurrió con el de la externalización de la memoria con la escritura.
Obsidian es un ejemplo de cómo puede materializarse ese cambio: una herramienta que concentra buena parte de nuestro pensamiento en un núcleo de conocimiento externo, siempre conectado a nosotros y accesible en cualquier momento, con una capacidad de procesamiento muy superior a la de cualquier cerebro humano gracias a la informática.
Sin embargo, la forma que adoptará en los próximos años o décadas es imposible de prever, especialmente con el avance de la microinformática, la inteligencia artificial, las gafas inteligentes y tantas otras tecnologías aún por descubrir.
Lo que sí parece indiscutible es que vivimos un cambio paradigmático para la especie humana. Ya no somos iguales que nuestros ancestros de hace apenas un siglo, y probablemente tampoco lo seremos respecto a los seres humanos que habiten la Tierra dentro de cien años. Aunque no podamos anticipar con certeza cómo estas herramientas nos transformarán, es evidente que lo harán.