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Europa busca desconectarse de EE. UU. Y China para independizarse de las pocas empresas que se reparten el pastel digital: “No se puede tener soberanía física sin tener soberanía digital”

Soberanía digital

Reservamos nuestras vacaciones sin entender los procesos que hay detrás y pagamos con Apple, Google o PayPal, que luego utilizan nuestros datos para ofrecernos el bañador o el pantalón de esquí perfecto

“Yo soy esclavo digital, tú eres esclavo digital”: cómo hemos llegado hasta aquí y por qué dependemos tanto de la tecnología

En los exteriores del Parlamento Europeo, pantallas piden a Ursula von der Leyen que luche por Europa, no por los magnates tecnológicos.

NICOLAS TUCAT / AFP

Pagar con el móvil, chatear con amigos, reservar las vacaciones o encargar los regalos de Navidad: nuestra vida cotidiana es profundamente digital. Sin embargo, muchas personas no son conscientes de hasta qué punto están dominadas por unas pocas empresas. La política europea busca ahora formas de liberarse de esta dependencia digital de Estados Unidos y China, con el objetivo de que los ciudadanos del continente sean también menos vulnerables a posibles presiones externas.

Buscamos información en Google sin conocer los algoritmos ni cómo influyen en los resultados. Reservamos nuestras vacaciones sin entender los procesos que hay detrás y pagamos con Apple, Google o PayPal, que luego utilizan nuestros datos para ofrecernos el bañador o el pantalón de esquí perfecto. En los teléfonos inteligentes dominan Android y Apple, y en los ordenadores usamos, casi sin pensarlo, Windows y Office o los productos de Apple. 

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Nada funciona sin GAFAM*, el acrónimo de las grandes empresas tecnológicas. En el ámbito del hardware, China, Corea y Taiwán dominan nuestro mundo digital. Europa, en consecuencia, apenas tiene influencia sobre el software ni sobre el hardware. En las últimas décadas, los europeos hemos pasado de ser innovadores y pioneros a simples consumidores sin voz ni voto. Afortunadamente, eso podría estar a punto de cambiar.

La lucha por los valores europeos y la democracia

Desde hace años, la Unión Europea combate con numerosas regulaciones y leyes a favor de la protección de datos y los derechos de los consumidores, y sanciona a los monopolios y cárteles que abusan de su poder. También intenta frenar el discurso de odio y proteger a los menores, cada vez más influenciados por redes sociales como TikTok, mediante directivas y reglamentos. La formación libre de opinión, pilar fundamental de cualquier democracia, está siendo moldeada por los algoritmos de unas pocas empresas. Sin embargo, la hegemonía de las grandes tecnológicas y su influencia en nuestra vida cotidiana no se puede combatir solo con normas y sanciones.

Asistentes en la grada de la cumbre europea de Soberanía Digital.

Tillmann Braun

Ministros digitales de la UE buscan el consejo de expertos

Este martes, en Berlín, ministros digitales de 23 Estados miembros de la UE se reunieron con expertos y proveedores de software de código abierto para explorar vías que permitan reducir la dependencia digital de Estados Unidos y China. Lo que durante años parecía impensable, se ha convertido ahora en realidad a gran velocidad: Europa trabaja codo con codo para lograr su independencia digital. Y ya no solo a nivel de desarrolladores individuales, sino como un esfuerzo conjunto. A las prometedoras declaraciones de intenciones deben seguir ahora acciones concretas —y una inversión mucho mayor.

El hecho de que el canciller alemán, Friedrich Merz, y el presidente francés, Emmanuel Macron, hayan impulsado de forma repentina una cumbre sobre la soberanía digital europea que atrajo a más de mil participantes, es claramente una reacción ante el comportamiento de la actual administración estadounidense. Oficialmente, se evita hablar del tema, por temor a represalias. Pero el simple hecho de que se haya celebrado esta primera cumbre europea demuestra que, al fin, se ha comprendido la gravedad de la situación.

Europa despierta de su largo letargo tecnológico

Durante décadas, Europa ha estado dormida frente al avance tecnológico. En lugar de implicarse y fomentar soluciones propias con financiación e incentivos adecuados, países como Alemania, Francia o España cayeron en una especie de letargo colectivo. Es cierto que hubo algunas excepciones aisladas —pequeños “pueblos galos” o “teutones” que resistieron al dominio extranjero—, pero no se percibía una estrategia política coordinada.

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El “príncipe” que ha despertado a Europa, en realidad, se parece más a un villano. Pero con su enfoque poco cooperativo, ha logrado —aunque sin quererlo— más que cualquier encantador de cuentos. De repente, incluso los máximos responsables políticos se interesan por el software libre, por soluciones europeas en la nube y por la inteligencia artificial. Además de Merz, Macron y la vicepresidenta de la Comisión Europea Henna Virkkunen, también acudieron a la cumbre Óscar López, ministro de Transformación Digital y Función Pública, junto a casi todos sus homólogos europeos, invitados por el ministro digital alemán Karsten Wildberger y su homóloga francesa, Anne Le Hénanff. Esto es algo que, hace apenas un año, habría sido impensable.

En declaraciones a Europa Press, López lo deja claro: “Hoy en día no se puede tener soberanía física sin tener soberanía digital, ya que no se pueden diferenciar”.

Hoy en día no se puede tener soberanía física sin tener soberanía digital, ya que no se pueden diferenciar

Óscar LópezMinistro de Transformación Digital y Función Pública

La soberanía digital no es un lujo, sino una obligación

Anne Le Hénanff subrayó en Berlín que la soberanía digital no es una opción, sino una responsabilidad. Karsten Wildberger, por su parte, afirmó que la cumbre pretendía enviar una señal clara: “Los europeos podemos y queremos estar entre los líderes en tecnologías clave”. Para que la soberanía digital europea sea una realidad, son necesarias decisiones valientes a nivel de la UE. Entre ellas, mencionó reformas legales en materia de digitalización e inteligencia artificial, una reducción decidida de la burocracia y un mayor espacio para la innovación.

Para que la soberanía digital europea sea una realidad, son necesarias decisiones valientes a nivel de la UE

Apple es una de las grandes marcas en el punto de mira de los ministros digitales europeos. 

Sean Gallup / Getty

Estas declaraciones suenan como música para los oídos de quienes llevan años apostando por soluciones europeas que refuercen la independencia tecnológica. Sin embargo, todo dependerá ahora de qué acciones y presupuestos sigan a estas palabras. ¿Recibirán realmente los proyectos y proveedores europeos de código abierto los fondos necesarios para competir con las grandes tecnológicas de EEUU? Una cumbre en Berlín con muchos discursos alentadores despierta esperanzas. Pero mientras las empresas estadounidenses sigan recibiendo más de mil millones de euros solo de Alemania por licencias para uso gubernamental, y proyectos clave como el Centro para la Soberanía Digital (ZenDiS) tengan que conformarse con unos pocos millones, no habrá un cambio real.

En resumen: se necesita inversión en innovación europea y contratos públicos para las empresas locales. Solo así podrá fortalecerse el ecosistema de código abierto, que es fundamental para la independencia digital.

Prioridad para los campeones europeos también en la contratación pública

Las alternativas europeas a los gigantes de EEUU y China existen. De hecho, en muchos sectores, estas empresas lideran el mercado. España cuenta con más campeones digitales, además del líder en sowtware ERP, Konecta; Francia, con más empresas como Mistral AI; y Alemania, con referentes como SAP y Software AG. Ahora es momento de reforzar estos actores consolidados y de apoyar con financiación, también procedente de licitaciones públicas, a nuevas empresas innovadoras. Europa ya es líder en soluciones de código abierto. Su uso depende, sobre todo, de la voluntad política. Y en este sentido, el rumbo está empezando a cambiar.

Recientemente, el Tribunal Penal Internacional anunció su transición de Microsoft a openDesk, una solución de puesto de trabajo digital desarrollada en código abierto por varios proveedores europeos bajo la coordinación del ZenDiS. Inicialmente pensada para las administraciones públicas, ZenDiS ha confirmado que, a través de licencias y alianzas, también podrán beneficiarse empresas privadas. Muchos Estados miembros de la UE quieren aprovechar esta base tecnológica y desarrollarla conjuntamente. A diferencia del software propietario estadounidense, openDesk permite adaptaciones específicas a las necesidades locales.

Las principales redes sociales son chinas o norteamericanas. 

ODD ANDERSEN / AFP

La primera cumbre conjunta por la independencia digital de Europa podría pasar a la historia como un punto de inflexión. Por ahora, el evento solo ha servido para que las élites políticas europeas reconozcan y debatan la punta del iceberg. Para evitar el naufragio, habrá que analizar y sustituir las estructuras más profundas. Las declaraciones políticas por sí solas no bastarán. Para lograr un cambio real, Europa necesita una cooperación decidida —y abrir la llave de la financiación.

También debe cambiar la actitud de los usuarios

Para que la transformación tenga éxito, también es necesaria una evolución por parte de los usuarios. Millones de personas, acostumbradas durante décadas a trabajar con Microsoft y Apple tanto en el entorno laboral como en el doméstico, tendrán que estar dispuestas a probar nuevas soluciones y sistemas. Al principio puede requerir algo de tiempo y paciencia. Pero al final, cambiar de un software propietario a soluciones europeas seguras no es más difícil que pasar de Android a Apple —o viceversa. Si con ello se logra reducir la dependencia de Estados Unidos y China, el esfuerzo habrá merecido la pena.

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*GAFAM: Alphabet (Google), Amazon, Meta (Facebook, Instagram, WhatsApp), Apple y Microsoft