La desarrolladora de videojuegos Electronic Arts, conocida por series como EA Sports FC (antes FIFA) y Los Sims acaba de confirmar que saldrá de bolsa y se convertirá en una empresa privada.
La multinacional estadounidense, que tiene en España un estudio de alrededor de 600 trabajadores, será adquirida en el 100% de sus acciones por un grupo de inversores liderado por el PIF, el Grupo de Inversión Pública de Arabia Saudí. La operación costará, en total, 55 mil millones de dólares, convirtiéndose en la mayor compra financiada por terceros no solo del medio de los videojuegos, sino de la historia.
Una compra financiada por terceros es una operación en la que un consorcio de inversores adquiere posesión de una empresa utilizando fondos que no son propios en su totalidad, sino que se adeudan a una tercera parte. Los activos de la empresa adquirida —en este caso, Electronic Arts— se utilizan como garantía a ese préstamo de dinero; en teoría, serán sus beneficios quienes pagarán la deuda contraída a largo plazo.
Esto sucede porque el grupo de inversores, en el que también participan Silver Lake —un fondo de inversión estadounidense especializado en tecnológicas, con importante participación en firmas como Airbnb o AMC, por ejemplo— y Affinity Partners —la empresa liderada por Jared Kushner, yerno de Donald Trump, también financiada en gran parte por dinero proveniente de Arabia Saudí— han ejecutado la compra de Electronic Arts combinando el pago de 36 mil millones de dólares (procedentes, en su mayoría, de los fondos del PIF) con otros 20 mil millones en deuda financiados por el banco JP Morgan Chase.
'Los Sims' es otro de los títulos emblemáticos de EA.
Se espera que la compra se consolide en el año fiscal 2027, que para Electronic Arts comenzará el próximo día 1 de junio de 2026. Pero incluso si la adquisición de una de las mayores empresas de videojuegos de todos los tiempos, que lleva en activo desde el año 1982 y que reporta unos beneficios de alrededor de 7 mil millones de dólares anuales, ya sería una noticia per se, los detalles de la transacción han hecho que la operación haya sido particularmente polémica.
Por un lado, el elevadísimo precio que el PIF y sus aliados han pagado por Electronic Arts implica que las exigencias en cuestión de ingresos y rendimiento serán también muy altas. Al mismo tiempo, usar el modelo de compra apalancada pone una presión extra sobre la desarrolladora, que ya prevé reestructuraciones, despidos y cambios en el flujo de trabajo para optimizar los beneficios y pagar la deuda adquirida.
Las compras apalancadas generan deuda, que normalmente significa más despidos
Los expertos han reaccionado a la noticia de maneras diversas, pero la negatividad ante las repercusiones para los trabajadores y la obra del estudio es el sentimiento predominante. En un post publicado en LinkedIn, la exconsejera de la desarrolladora Epic Games, Mona Ibrahim, señalaba que “las compras apalancadas generan deuda, que normalmente significa más despidos, presupuestos más pequeños para el crecimiento, y tomar la menor cantidad de riesgos posibles. Para una industria que prospera basándose en la creatividad, esto será muy problemático.”
Michael Futter, analista en F-Squared, opina de manera similar: Electronic Arts necesitará liberar recursos para poder pagar la deuda, lo que probablemente signifique “despidos, cierres de estudios, y venta de IP.”
El agravante de la situación es que la industria de los videojuegos nunca se ha enfrentado a un caso similar: ni a una operación financiada con deuda de terceros de este calibre, ni a una compra de una empresa tan relevante en el panorama estadounidense por parte de un fondo de inversión extranjero.
La referencia más cercana a este caso sería, quizás, la adquisición de Activision-Blizzard-King por parte de Microsoft en el pasado año 2023, que se firmó por el valor de 68’7 mil millones de dólares. A pesar de que, en el anuncio del acuerdo, Microsoft se comprometió a no ejecutar grandes cambios en la manera de operar de la desarrolladora, en los dos últimos años se han despedido alrededor de 4.000 empleados de Activision debido a “reestructuraciones internas” fruto de la compra.
Entre ellos, se vieron afectados 50 trabajadores de la sede que la desarrolladora King tiene en Barcelona; los afectados entrevistados coincidían en considerar que la adquisición por parte de la firma de Redmond había sido el detonante del empeoramiento de las condiciones de trabajo y el declive de la empresa, que ahora sólo era “una máquina de hacer dinero para Microsoft”.
El príncipe heredero de Arabia Saudita, Mohammed bin Salman.
El factor más polémico
La participación de Arabia Saudí
Consideraciones económicas y de estabilidad del negocio a parte, uno de los aspectos más comentados y criticados de esta operación tiene que ver con la naturaleza de la inversión. La mayoría de la financiación de la compra de Electronic Arts proviene del PIF, el controvertido fondo de inversión de más de 950 mil millones en activos que Arabia Saudí utiliza para expandir la economía del país.
Dirigido por el príncipe heredero Mohammed bin Salman, esta institución ha sido acusada en múltiples ocasiones de tener propósitos más allá de la búsqueda de beneficios: según sus detractores, estas inversiones buscarían blanquear la imagen de Arabia Saudí de cara a las nuevas generaciones y los países de Occidente.
Arabia Saudí, señalado con frecuencia por organizaciones internacionales por sus limitaciones en materia de derechos humanos, mantiene restricciones legales y judiciales sobre las mujeres, penaliza severamente la homosexualidad y ha sido vinculado en los últimos años con casos de asesinato de periodistas y activistas. En este contexto, su creciente interés por ámbitos relacionados con el entretenimiento, como los deportes (especialmente el fútbol) y el ocio digital, genera cierta desconfianza a nivel internacional.
Sea como sea, es indudable que la compra de Electronic Arts es solo el gran colofón a una maniobra de expansión en la industria que el país árabe lleva ejecutando cuidadosamente durante los últimos años.
Es indudable que la compra de Electronic Arts es solo el gran colofón a una maniobra de expansión en la industria que el país árabe lleva ejecutando cuidadosamente durante los últimos años
En el año 2022, el PIF adquirió el 96% de SNK, una empresa especializada en videojuegos de lucha, y más tarde, adquiriría también los derechos del torneo especializado EVO. Poco después, invertiría en un 5% de Nintendo, la creadora de Mario Bros., Pokémon y Zelda, entre otros. El fondo posee un 3% de Rockstar (GTA, Red Dead Redemption) y un 5% de Capcom (Resident Evil, Monster Hunter). En 2023, se hizo con Scopely (Monopoly Go), y, el año pasado, esta misma empresa compró Niantic por 3.500 millones de dólares, los desarrolladores del popular juego de móvil Pokémon Go.
Su presencia en el mundo de los eSports también ha sido notable: el caso más sonado es la financiación y desplazamiento de la celebración de la eSports World Cup, con competiciones profesionales de juegos como Fortnite, Call of Duty o League of Legends, a Riad, la capital de Arabia Saudí.
Riad (Arabia Saudí).
En cualquier caso, y como predecía van Dreunen, las repercusiones de la participación del régimen Saudí en estas empresas se ha dejado ver en los propios videojuegos de manera muy progresiva. El pasado septiembre de 2024, el futbolista Cristiano Ronaldo —actual delantero del equipo Al Nassr, de la Liga Profesional Saudí— anunciaba su aparición en el videojuego Fatal Fury: City of the Wolves, de SNK.
El PIF también financió, recientemente, una expansión gratuita para el videojuego Assassin’s Creed Mirage de la desarrolladora Ubisoft. Este contenido descargable, disponible para todos los usuarios que comprasen el juego, está ambientado en la región de Al-Ula, una zona de la región de Medina que, actualmente, el gobierno de Arabia Saudí está tratando de impulsar como destino turístico tras su reconocimiento como Patrimonio Mundial de la UNESCO.
Con todo esto, muchos usuarios y desarrolladores han mostrado su descontento hacia la operación, que no sólo podría repercutir negativamente sobre los trabajadores y sobre la calidad de los videojuegos publicados, sino que también pondría algunas de las sagas de videojuegos más importantes de todos los tiempos —y sus comunidades de jugadores— al servicio de uno de los gobiernos más criticados y convulsos de todos los tiempos.




