Oda

Algunas pastelerías, no muchas, hacen una cosa encomiable y contributiva al equilibrio del universo y la felicidad general –aunque a mucha gente se le escape–, que es hacer roscones de mazapán. No hablo solo de los roscones de Reyes, que también, sino de los individuales, de los horneados durante todo el año.

undefined

 

CRISTINA GALLEGO / ARCHIVO

Dale Cooper, el agente especial del FBI que protagonizaba la serie de David Lynch Twin Peaks, dijo una frase emblemática y sabia: “Cada día, una vez al día, hazte un regalo. No lo planifiques. No lo esperes. Deja que pase. Puede ser una camisa nueva en la tienda de ropa para hombres, una siesta fugaz en la silla de la oficina o dos tazas de un buen café negro bien caliente”. Estoy totalmente de acuerdo, simplemente añadiría: “O un roscón de mazapán”.

¡Que se aparten los roscones de nata, crema y trufa y que vivan los roscones de mazapán!

Si veo un escaparate de pastelería con cortinajes barrocos, peanas de cristal, lazos dorados, bolsas de celofán y pastas diversas, y, entre ellas, una blonda de papel blanca cubierta por unos cuantos roscones de mazapán brillantes, que por los cortes muestran impúdicamente la masa de almendra y azúcar, cincelados con el rojo de una cereza confitada, una luna de naranja y el verde de la calabaza, lo considero un guiño cósmico y me veo absolutamente compelida a entrar en el establecimiento y a pedir uno de los roscones al pastelero o pastelera. Algunos, los más perceptivos, se dan cuenta de que es un momento importante. Procuramos los dos que no se nos escape la risa. Y oímos en el fondo de las orejas como los engranajes del mundo corren momentáneamente ligeros y engrasados, como el tic-tic-tic que hacen es especialmente alegre. Entonces vuelvo a la calle como una niña que tiene entre sus dedos un pájaro o un cachorro de gato entrañable, pero además comestible.

¡Que se aparten los roscones de nata, crema y trufa y que vivan para siempre los roscones de mazapán! La alegría que producen es tan profunda, tan ancestral que no se puede decir con palabras. O quizá sí. Me atreveré a probarlo. Porque cuando das el primer mordisco parece que sea Navidad, pero solo un momento y solo para ti. Los roscones de mazapán tienen gusto de anticipación. De deseo. De estas dos semanas de espera excitada antes que empiecen las fiestas. Del primer día que ves las luces de las calles encendidas.

Lee también
Mostrar comentarios
Cargando siguiente contenido...