Un vegano en la mesa navideña

Después de cuadrar las agendas de los hijos, pactar las líneas rojas pedagógicas respecto a los nietos –simpatizantes del ateísmo– y garantizar los canales de abastecimiento para el almuerzo navideño, mi amigo añade, algo melancólico y resignado: “Y encima el novio de mi nieta es vegano...”.

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Jesús Diges / Efe

Yo, al principio, no entendí que hubiese mucha diferencia entre sentar un novio vegano a la mesa y sentar a un novio del RCD Espanyol cuyas intenciones son las mismas (¡eh!, ganar puntos).

–Hay que prepararle un aperitivo distinto, dudamos de servir fuente de jamón, no puede tomar sopa de galets i carn d’olla, no tenemos claro lo del alcohol ni lo de los turrones con miel...

No tengo claro que los veganos agradezcan y mucho que les hagan un menú aparte...

Descubrí de golpe el maravilloso mundo de la diversidad del siglo XXI y, como el que da un pésame, dije que podía sentirse un patriarca afortunado porque el joven no ha presentado un anexo con lista de intolerancias. Claro que tampoco ha presentado la alternativa de traerse su propia comida y así no agravar la esclavitud doméstica inherente a tan señalado almuerzo, que, a diferencia de lo que creen hijos y nietos, no se monta solo.

Los anfitriones tratan siempre de contentar a todo el mundo aun a costa de comerse el marrón de la diversidad. Lo que no tengo tan claro es si estos invitados que alteran el menú son de los que agradecen el esfuerzo extra o lo perciben como una obligación, exenta –en consecuencia– de cualquier gratitud o reconocimiento. Un vegetariano o un vegano en la mesa de Navidad, sin ánimo de estigmatizar a este colectivo tan seguro de sí mismo, me recuerda al espíritu de los que se mueven por la ciudad en bicicleta o patinete: elevados son sus derechos, contadas sus obligaciones.

Con el paso de los años, estos jóvenes veganos y vegetarianos se verán, a su vez, en la tesitura de acoger a un invitado no vegano, un carnívoro incapaz –como ellos ahora– de hacer una excepción por un día o traerse un steak tartar y no dar más trabajo de la cuenta. ¡Seguro que serán los primeros en dar pilota al carnívoro y mantener este enfoque a la carta de la mesa navideña de la que hoy son impulsores (y únicos beneficiarios)!

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