Queridos Reyes Malos

Queridos Reyes Magos. Este año me he portado bien, pero será la última vez. He comprobado que regaláis más cosas, y mejores, a los que no lo hacen. A los que mienten sin ruborizarse, consideran la corrupción parte del trabajo, son irrespetuosos y fardan de picaresca. No sé qué sentido tiene ser generoso si el egoísta obtiene lo que quiere y la falta de remordimientos juega a su favor; el malote mola. Para qué voy a pensar en los demás, el medio ambiente, la cultura, el futuro, si siempre ganan los que pasan de todo lo que no sea dinero y poder. El sistema los avala.

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Àlex Garcia

No sé, Reyes Magos, me siento un poco ilusa, un poco tonta, por creer que la bondad es buena. Eso de que enriquece el espíritu parece una estrategia de apaciguamiento, de resignación; un consuelo ético por el que encima te acusan de superioridad moral mientras se aprovechan de ti. El sentido común y la corrección se desacreditan metidos en el saco del buenismo. No veo que los actos abominables quiten el sueño a quien los comete y, en cambio, la responsabilidad sí provoca insomnio.

Disfrazado de transgresión, el malismo da al poderoso una herramienta más

Así que este año soy yo la que os hace un regalo. Lo dejo junto a la lechuga y el bol de agua para los camellos y vuestras tazas de leche con galletas. Es un libro, un ensayo informal. Se titula Malismo. La ostentación del mal como propaganda, del humorista gráfico Mauro Entrialgo; lo publica Capitán Swing. La maldad ha existido siempre, pero ahora se presume de esa maldad para obtener rédito porque vende. Entrialgo muestra cómo el malismo ha calado en todos los ámbitos hasta el punto de normalizar lo que hasta hace poco era injustificable, como la banalización del fascismo, por ejemplo. Programas que humillan al concursante, discursos que insultan a las minorías desde la política y los influencers, alardes bélicos. Disfrazado de transgresión, el malismo no se dirige contra el poderoso, sino que le brinda una herramienta más.

Su mecanismo es imbatible, dice Entrialgo: los que aplauden el malismo refuerzan a quienes lo utilizan, “y los que nos indignamos ayudamos a darle relevancia”, porque, al ser reactivos, desviamos el foco hacia donde le interesa. Reyes Magos, de pequeña siempre acababa pidiéndoos paz en el mundo. Al menos podríais repartir un poco de bondad para que el mal que lo denigra (ahora tan atractivo) pase de moda.

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