Sexo no es género

Sexo no es género
Gemma Lienas

Desde hace tiempo, los medios de comunicación, entidades y especialistas usan erróneamente la palabra género como sinónimo de sexo. Pero no lo es.

El sexo es biológico y marca la diferencia sexual entre hombres y mujeres. El género, en cambio, es cultural y se construye artificialmente sobre esa biología con la pretensión de determinar cómo debe ser un hombre y cómo una mujer Por clarificar: durante la pandemia de covid, fallecieron más hombres que mujeres porque, por biología, el sexo masculino es menos resistente a las infecciones. Sin embargo, se contagiaron más mujeres ya que, por género, las mujeres, como cuidadoras (en los hogares, en los hospitales...), tuvieron mayores oportunidades de entrar en contacto con el coronavirus.

A man with painted nails. Design of male nails. men manicure.

  

Getty Images

El género afecta a todas las áreas del individuo: los roles, la manera de comportarse y de ser y también los marcadores corporales. Por poner algunos ejemplos, los roles que se esperan de ellos son más activos fuera de casa que dentro de casa: ellos son los que mayoritariamente trabajan a tiempo completo mientras que ellas a menudo reducen su jornada para poder cuidar a la prole. A un hombre ambicioso se le aplaude; a una mujer ambiciosa se la acusa de trepa. A las niñas se les agujerean las orejas para ponerles pendientes; a los niños, no.

Se nos enseña a plegarnos al género desde que nacemos, la mayoría de las veces mediante mecanismos muy sutiles. Si usted a su hija que todavía gatea le pone faldas, estará empujándola a ser pasiva y a no explorar su entorno ya que, si se mueve, la tela se le enredará en las rodillas y caerá de bruces. Si usted, hombre, observa con el entrecejo fruncido a su hijo de cuatro años que juega con un muñeco, le estará enseñando que ese juego no es varonil.

El género perjudica a unos y a otras porque les obliga a amoldarse a unos patrones rígidos. La buena noticia es que puede –¡y debe!– superarse. Las mujeres llevamos tiempo saltándonoslo: vamos a la universidad, somos independientes económicamente, viajamos, llevamos zapatos planos… Ahora, los hombres están empezando a pasar por encima del género. Estamos encantadas de que se pinten las uñas, se dejen melena, se pongan pendientes… Y más lo estaremos cuando, por ejemplo, se incorporen al cien por cien a las tareas del cuidado y cambien los pañales de su anciana madre o cuiden de su hijo con discapacidad u olviden el mandato “los hombres no lloran” y se permitan la vulnerabilidad. Les aseguro, señores, que serán más felices. Recuerden que sexo no es género.

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