Alberto Núñez Feijóo se ha decidido por fin a convocar un congreso del Partido Popular para poner al día el ideario del programa, hacer una reestructuración interna de la formación y, fundamentalmente, intentar relanzar su imagen como cabeza de lista y gran aspirante a ganar de nuevo las próximas elecciones generales. El último congreso ordinario del PP, con discusiones ideológicas de programa, se celebró en febrero del 2017, con Mariano Rajoy al frente. Ha llovido mucho desde entonces y no tenía ningún sentido que el PP tuviera aún vigentes las ponencias aprobadas hace tanto tiempo. El congreso de abril del 2022, que aupó a Feijóo a la presidencia del partido, fue de carácter excepcional y no discutió ninguna cuestión programática.
Ahora, pues, el PP no solo puede poner al día su debate ideológico, sino que puede tratar de ofrecer a la sociedad su proyecto
alternativo al de Pedro Sánchez. Por mucho que la dirección
del PP considere que hacen muchas propuestas de gobierno,
la realidad es que la imagen que queda de Feijóo es su persistente y dura oposición al presidente. Trascienden poco las ideas en positivo y se acumula el discurso destructivo contra el Gobierno.

Alberto Nuñez Feijoo en las jornadas del Cercle d´Economia
Feijóo ha tenido muchas dudas en convocar o no este congreso, porque muchas voces dentro del PP creían que Sánchez no podría aguantar mucho más tiempo por su debilidad parlamentaria. Sin embargo, la sensación mayoritaria que existe ahora es que el líder socialista, pese a todos los problemas que puede arrastrar, puede aguantar hasta el final de la legislatura. Por tanto, es hora de actualizar el discurso del partido y prepararlo para la batalla final. Las encuestas sonríen al PP, aunque no logra abrir brecha con Vox, ni tampoco los socialistas se desploman. De hecho, algunos sondeos reflejan una fotografía del electorado bastante similar a la que había meses antes de las últimas elecciones generales. Y eso significa que el PP puede ganar, pero ya veríamos si puede gobernar.
Por tanto, es bueno que los populares sean ambiciosos y, más que limitarse a esperar la caída del Gobierno, sean capaces de hacer propuestas en positivo para ganarse al electorado. O, en todo caso, que lo intenten.