En la tertulia de El món a RAC1, Mònica Terribas sostuvo que Salvador Illa usa el manual de instrucciones de Jordi Pujol para gobernar la Generalitat. No suelo mirarme los manuales de instrucciones de casi nada (ni el del coche, ni el del televisor, ni el del móvil) porque me aburren y, como suelen estar traducidos de otros idiomas, además nos los entiendo. Pero la metáfora de la periodista me pareció oportuna, porque Illa ha tenido la habilidad de seguir su propia ruta, pero sin apartarse demasiado de los mapas que usó Pujol. El suyo sería un pujolismo 5.0, que intenta mantener la cohesión social, comprometerse con la defensa del catalán, conseguir una mejor financiación y ganarse a las clases medias.

Illa visitó una exposición sobre Miró en el Tokyo Metropolitan Art Museum
Y es que no deja de ser curioso que Salvador Illa haya recuperado la vocación viajera de Pujol, visitando en compañía de destacados empresarios países lejanos en donde puedan crecer. Estos días, el president recorre Japón y Corea del Sur, países a los que viajó su antecesor con notables delegaciones comerciales. Jaume Duch, conseller de Acció Exterior, que ocupó cargos relevantes en la UE, es quien tiene el encargo de abrir los horizontes de la institución como antes hizo Lluís Prenafeta.
Illa parece haber estudiado el manual de instrucciones de Pujol para gobernar
Illa mantiene una buena relación con Pujol, como lo demostró recibiéndole en el Palau de la Generalitat, tras su nombramiento. Pujol ha correspondido a esta deferencia, por ejemplo, asistiendo a la presentación del Pacte per la Llengua, sin importarle que Junts no lo hubiera firmado.
Aunque el líder del PSC es más tarradellista que pujolista, más socialdemócrata que liberal, más catalanista que nacionalista e incluso más práctico que lírico en sus discursos, no es menos cierto que coinciden en su humanismo cristiano, en la defensa del catalán, en la voluntad de negociar con Madrid o en la proyección internacional de Catalunya.
La manera de ejercer su liderazgo no se parece demasiado, pero hay una cosa en la que ambos coinciden: su voluntad de afrontar los problemas de cara. Pujol, sin importarle levantar la voz cuando se enfadaba por la forma o el fondo, Illa usando un tono reposado, como el del anestesista antes de la intervención quirúrgica.