Podría parecer el título de la canción del verano, pero el ventilador es lo que PP y Podemos han decidido activar a máxima potencia. Un ventilador con el que quieren manchar al Gobierno español, pero que con la corriente de aire de la antipolítica los embadurnará también a ellos. Miren, si algún problema tenemos en España es la creciente desafección de los jóvenes, entre los que cada vez más calan el individualismo y las opciones antisistema.

Leía en estas páginas un reportaje sobre la insumisión fiscal precoz: cómo famosos youtubers defienden sin rubor el escapismo fiscal, pese a que ellos son hijos de un sistema del bienestar que les dio educación y pensiones a sus abuelos. Cierto es que, en un contexto de precariedad laboral y dificultad para emanciparse, la sensación de pertenencia a la comunidad se diluye y alienta el nihilismo. Y las fechorías y sordidez del trío Cerdán-Ábalos-García poco contribuyen a valorar la cosa pública. Ahora bien, los beneficiarios de la pinza PP-Podemos, versión 2.0 de la que protagonizaron Aznar y Julio Anguita, no serán estos partidos sino la extrema derecha de Vox y Alvise.
La estrategia del PP de polarización sin tregua los hará aún más cautivos de Vox
En política uno de los mayores defectos es el tacticismo y la miopía. Esto es no prever los efectos a largo plazo de las decisiones de hoy. El PP acosa al Gobierno para que disuelva la legislatura y quiere erigirse en el adalid de las manos limpias. Pero es el primer partido condenado por corrupción en España, artífice de la pestilente operación Catalunya y con el presidente valenciano, como mínimo, negligente durante la catástrofe de la dana. Su estrategia de polarización sin tregua los hará aún más cautivos de Vox, a quien le hacen el trabajo sucio.
Por su parte, es increíble ver cómo Podemos, con su obsesión para debilitar a Sumar, quieren tumbar al Gobierno progresista y entregar España a la extrema derecha, dejando en la irregularidad a millones de inmigrantes o auspiciando la desregulación del mercado de la vivienda.
Podemos debería aceptar que ellas mismas son ya establishment: gobernaron España. Alimentar el monstruo de la antipolítica con el “todos son iguales” solo beneficiará a los ultras. En su momento llamaron gobierno Frankenstein al liderado por Sánchez. Pero lo que parece fruto de la inventiva de Mary Shelley es la pareja Belarra-Feijóo.