La férrea posición contraria de Pedro Sánchez al aumento en defensa que le exigía la OTAN y su enfrentamiento público con Donald Trump supuso un bálsamo para el Gobierno en su intento de superar la crisis política que había generado el escándalo de Santos Cerdán. Solo hace falta repasar las opiniones del pasado fin de semana en la mayoría de los medios para ver cómo reaparecía el mito del hombre de las siete vidas o el enésimo capítulo del manual de resistencia. Sin embargo, ha sido todo un puro espejismo.
La decisión del juez Leopoldo Puente de este lunes de enviar a Cerdán a la cárcel de Soto del Real sin fijar ningún tipo de fianza ha devuelto a los socialistas a la dura realidad y ha reavivado la presión de todos los sectores que quieren ver caer de una vez por todas a Sánchez. Ciertamente, el Supremo aún no ha dictado sentencia contra el exsecretario de organización del PSOE, ni ha aportado ningún dato sobre una supuesta financiación del partido, pero el acoso existente contra Sánchez es tan grande que cualquier nueva noticia se convierte en un argumento concluyente para exigirle la dimisión. El PP lidera este asedio de forma inmisericorde y ayer volvió a emplazar a los socios que siguen apoyando al Gobierno para que se lo retiren. Y otra vez obtuvo una negativa como respuesta. Ha de suceder alguna cosa más grave para que algunos de estos partidos den un paso adelante y provoquen la convocatoria de unas elecciones que hoy por hoy facilitarían la victoria del PP.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez
La permanencia de Sánchez en la Moncloa está siendo una agonía desde que se conoció el informe de la UCO. Y en vísperas del comité federal de este próximo sábado, el PSOE ha de hacer un milagro para superar esta sensación de vivir noqueados en la lona. Se levantan, pero vuelven a caer.
El Gobierno de España no puede estar paralizado y transmitir la impresión de que está en un final agónico a la espera del guantazo definitivo. Como aquel grito histórico de Luis Moya en el rally de Gran Bretaña, el PSOE le reclama ahora a Sánchez un “trata de arrancarlo, por Dios”.
