La atención al cliente o Kafka

Esto, los casados lo hubiéramos resuelto en 15 minutos”. Yo, en cambio, soltero como Kafka, necesité 72 horas para que la electricidad volviese a mi domicilio temporal de Barcelona. En lo doméstico, los casados son imbatibles...

Han sido tres días apasionantes –lo que hoy se llama una “experiencia inmersiva”–, salvo para los alimentos de la nevera.

MADRID, 16/03/2020.- Una persona se asoma por la ventana con la linterna del móvil encendida en un gesto por todas las víctimas que han fallecido por coronavirus en Madrid, convocado por las redes sociales. EFE/Rodrigo Jiménez

 

Rodrigo Jiménez/Efe

A media mañana del jueves, se fue la electricidad. Ingenuamente, telefoneé a la “atención al cliente” para dar cuenta de la avería.

Ay, amor, no me quieras tanto... ¡Cuántos desvelos! Especialmente para apuntar datos y más datos, con prolongadas esperas amenizadas por música –¿ Abu Graib sounds ?– y ecos de Ultramar. Tras dos llamadas, descubrí que el contador, en el sótano, estaba apagado. Corría a dar la nueva al servicio, creyendo que tan relevante hecho facilitaría la solución. “Ya nos pondremos en contacto con usted. Que pase un buen día”. Tiene su gracia que quienes te amargan tres días sean tan gentiles. Ay, esos protocolos.

Malestar: se va la luz y la compañía que debería ayudarte solo muestra interés si te saca pasta

El viernes a las ocho volví a llamar. ¿Y si habían cortado el suministro? Es un piso recién adquirido –dos meses atrás– y quizás el anterior dueño había cancelado el contrato. Mi sospecha despertó un súbito interés por resolver el problema. Lo dieron por hecho y me animaron a regularizar la nueva titularidad.

Y así fue, con el apremio que te lleva a firmar lo que sea con tal de volver a tener electricidad. Las voces amables me dijeron que antes de cinco días volvería la luz. Solo se trataba de que la compañía local –diferente, detalle decisivo para la operación lavado de manos – apretase a distancia el botón que, en teoría, había cortado el ­suministro.

Sin noticias el sábado por la tarde, conseguí el teléfono de dicha compañía, último eslabón. Odio ser pesado, pero quería sondear cuánto faltaba. Asomó la verdad: nunca le hemos cortado la luz y si le han hecho creer eso será para ganar una comisión...

Lee también

Lo que faltaba... ¡adiós Regàs!

Joaquín Luna
FOTO: MANÉ ESPINOSA. EL HOTEL CLARIS ES EL PRIMERO DE LA CLASE GRAN LUXE QUE REABRE EN BARCELONA TRAS EL LEVANTAMIENTO DE ESTADO DE ALARMA POR LA PANDEMIA DEL COVID-19. UNA TRABAJADORA DEL HOTEL ACABANDO DE DESINFECTAR UNA DE LAS HABITACIONES ANTES DE SER UTILIZADA

El domingo a primera hora, vino un electricista formal conseguido in extremis –latino, por cierto–, gracias, Mayka, detectó un fusible fundido del contador y asunto arreglado.

Kafka, de divorciado a soltero: ¿te puedes creer que la gran compañía obligada a solucionar una avería no lo hace –aún hoy sin noticias– y solo reacciona si te puede sacar pasta?

Etiquetas
Mostrar comentarios
Cargando siguiente contenido...