En política, los nombres importan. Ante la actual montañita de basura en la que está inmersa la cúpula del PSOE y el Gobierno, los medios vivieron días de zozobra y vacilación. ¿Cómo llamar a eso en titulares? A falta de un nombre pintón tipo Gürtel o Kitchen, había ido usándose caso Koldo, que además tiene pegada y lleva K, que siempre se recuerda el doble. Hasta que prevaleció la lógica y ha pasado a llamarse caso Santos Cerdán, porque Cerdán mandaba mucho más. Por el camino, los titulares han perdido punch.

Cuando el Brexit se confirmó, hubo cómicos primero y analistas sesudos después que dijeron algo que parece obvio: parte del éxito de esa campaña que inauguró una era política en Occidente (la era de la frivolidad mezclada con el odio al otro, el votar por ver qué pasa) se debía a que esa palabra, con su x bien situada, era terriblemente sexy y a la gente le apetecía decirla una y otra vez. Brexit, Brexit, Brexit. Desde luego sonaba mucho mejor que remain ( quedarse), que era el concepto clave del lado opuesto.
Paradójicamente, quien acuñó Brexit era Peter Wilding, un lobbista y estratega contrario a que Gran Bretaña saliese de la Unión Europea. La usó antes que nadie en lo que entonces se llamaba Twitter (un caso de cambio de nombre desastroso). Poco después, The Economist escribió un titular usando Brixit, pero es fácil ver por qué esa fórmula no cuajó. Simplemente, no suena tan bien.
La Administración Trump le está dando fuerte al 'naming'
En su segundo mandato, caracterizado por un montaraz ejercicio de la crueldad, la Administración Trump le está dando fuerte al naming. El propio Trump contó que el nombre de la “ley grande y preciosa” se le ocurrió en medio de una entrevista “con un medio de fake news ” (una televisión generalista estándar) cuando iba desgranando seis o siete medidas legislativas que quería aplicar y le vino, así de pronto, la idea de agruparlas en una sola ley gigante y dorada, como su torre de Manhattan. La aprobó el 4 de julio y su nombre, tan ridículo, distrae de la letra pequeña de sus terribles consecuencias.
Casi peor aún es la etiqueta que le ha puesto a su nuevo centro de detención de inmigrantes en las ciénagas de Florida, el Alligator Alcatraz (Alcatraz con caimanes). Muchos medios lo usan entre comillas o con perífrasis como distanciándose. En realidad, es difícil saber si comprar esa etiqueta tan absurda implica normalizarla o subraya hasta qué punto estamos hundidos todos también en la ciénaga.