Hubiese incorporado Manolo Escobar una kisscam en sus conciertos, pongamos que cuando cantaba aquello de “no me gusta que en los toros te pongas la minifalda”? Como su nombre indica, la kisscam es un arma de destrucción que ameniza conciertos, espectáculos deportivos y próximamente funerales a base de enfocar a una pareja del público con la pretensión de que se besen y los espectadores casados o sin pareja puedan decir “mira qué es feo el tío”.

Hay desgracias cantadas. ¡Tan linces que parecen algunos capitanes de empresas tecnológicas y suspenden en básica! La tragedia de la kisscam ocurrió en Boston, Massachusetts (no confundir con Calahorra, La Rioja) cuando la cámara mostró a un hombre y una mujer en posición acaramelada. Todo fue enfocarles y en lugar de darse un kiss , se dieron a la fuga.
Fue enfocarles y, en lugar de darse un beso, la pareja –léase rollo laboral– se dio a la fuga
Para redondear la faena, el cantante de Coldplay apuntilló a la pareja con un comentario espontáneo, entre el jolgorio del respetable: “Mira estos dos, o son muy tímidos o están liados”. ¡Un amigo!
Y menos mal que no soltó “el que esté libre de pecado que tire la primera piedra” porque hubiese obligado a disimular a más de uno y, en lugar de kisscam, hubiésemos asistido a una lapidación.
Los cazados son el CEO –el jefe, en castizo– y la directora de recursos humanos de Astronomer, compañía puntera que adapta la inteligencia artificial a las necesidades del cliente, felizmente casado y sin compromiso él, divorciada ella. Ya supongo que, como se dice en estos ambientes, Astronomer convertirá el problema en una ventana de oportunidades, esperamos que no para arrojar desde la misma a quienes han demostrado inteligencia, la justa y recursos humanos, pocos. Lo suyo hubiera sido saludar a la cámara, dedo pulgar alzado y explicar luego en casa lo aburrido de estos compromisos con compañeros de trabajo.
¿Recibirán una indemnización por uso indebido de imagen? Abogados tiene América. De momento, el CEO de Astronomer está en tratos con su esposa y prole en lugar de adoptar la estrategia mediterránea de negarlo todo. O decir que no es él, sino cosa... ¡de la inteligencia artificial!