Tal vez usted no hubiera nacido cuando la perrita Laika fue el primer ser vivo en orbitar la Tierra a bordo de la nave soviética que dio nombre al “momento Sputnik” en 1957, pero ese momento cambió nuestras vidas.
Porque cambió la actitud de Washington hacia la URSS: “O actuamos ya o nos machacarán”, advirtió el Pentágono. E inició la guerra fría espacial con la fundación de la NASA en 1958. ¿Por qué –criticaron muchos– invertir dinero en el espacio cuando los problemas están en la Tierra?

Unos niños interactúan con un robot en la feria de inteligencia artificial de Shanghai
Aquella carrera duró hasta el fin de la alerta nuclear que fue el de la guerra fría. Y ese día estuve en la base secreta de Griffiss (La Vanguardia, 3/XI/1991), de donde salían bombarderos con bombas nucleares para dar vueltas alrededor del planeta día y noche por si el presidente apretaba el botón rojo. Sin la carrera espacial, EE.UU. hubiera perdido la guerra fría.
El “momento Sputnik” de la guerra del chip ha sido el “momento Altman”, en que el creador de ChatGPT aseguró a Trump que, durante su mandato, EE.UU. ganaría a China en la carrera por superar con inteligencia artificial (IA) a la humana.
Desde ese momento, Trump se ha obsesionado por frenar el progreso de los semiconductores chinos, y prohibir a Nvidia que se los venda, y por acelerar el suyo.
China disimula hoy como los rusos cuando decían que no querían dominar la Tierra
Como cuando EE.UU. creó la NASA, hoy muchos repiten que la IA nunca superará a la humana, pero quizá sea el mismo error de cálculo de quienes criticaban la ingente inversión en la carrera espacial.
China, por su parte, disimula hoy como los rusos entonces cuando decían que no querían dominar la Tierra, sino progresar con la ciencia. Los chinos aseguran ahora que solo les interesan las aplicaciones pacíficas de la IA; no las militares. También negaban investigar en armamento nuclear y hoy cuentan con uno de los mayores arsenales del planeta.
No sabemos quién ganará esta carrera por diseñar la inteligencia artificial que supere a la humana y ser como dioses; ni siquiera si alguien puede ganarla. Pero ya sabemos que los europeos volveremos a ser meros espectadores. O, peor aún, seremos solo los paganos, gracias a la vergonzosa claudicación del equipo de Von der Leyen ante Trump en las recientes negociaciones que, con la excusa de los aranceles, han decidido el nuevo orden mundial. Y que vamos a pagarlo.
Trump sabía que la UE está dividida; carece de poder militar, valores comunes y de la voluntad de unirse para ser más fuerte. Ahora ya lo saben Putin y el resto del planeta. Necesitamos más Europa y mejores líderes... O acabarán por reducirnos a ser museo y un gigantesco Eurodisney.