El hambre en Gaza no es una crisis humanitaria. Las crisis humanitarias son la consecuencia de conflictos bélicos, de desastres naturales, de problemas sanitarios o de colapsos financieros. No es el caso. En Gaza, el hambre es el conflicto bélico en sí mismo porque Netanyahu la está usando como arma de guerra desde el inicio de la contienda, en octubre del 2023, y la ha llevado al extremo desde marzo del 2025.
Beniamin Netanyahu, ese hombre que se ve reflejado en muchas de las descripciones que hace Vicente Garrido en su libro El psicópata integrado, en la familia, en la empresa y en la política; es decir, un tipo que puede entender las reglas sociales –aunque no se rija por ellas– y que por ello puede ocupar un puesto de poder. Un hombre que no siente culpa ni empatía, incapaz de establecer un vínculo emocional auténtico.

No solo eso, Netanyahu encaja perfectamente en lo que Garrido define como la tríada oscura: narcisismo, maquiavelismo y psicopatía. Parece narcisista por sus niveles estratosféricos de autoestima, por su necesidad absoluta de validación y por su liderazgo pretendidamente redentor. También resulta maquiavélico por su uso instrumental del miedo y el conflicto a lo largo de toda su carrera política. Y, por último, tiene mucho, sino todo, de psicópata, por su frialdad emocional y su desconexión respecto al sufrimiento humano. ¿Cómo, si no, habría podido asistir impertérrito a la muerte por él provocada de casi 20.000 menores?
Ese tipo es el que está pidiendo el Nobel de la Paz para otro psicópata como él, Donald Trump. Aunque, en estos momentos, en que Trump parece haber perdido la paciencia con él –un narcisista, como el actual presidente de Estados Unidos, con necesidad constante de adoración, no puede soportar que no le hagan caso–, tal vez el primer ministro de Israel ya no ve tan claro reclamar ese galardón para el americano.
¿Vamos a dejar que la Europa social se ponga de perfil frente a Netanyahu?
Volvamos a la falta de empatía de un psicópata como Netanyahu. La empatía es la capacidad para ponerse en la piel de la otra persona y sentir como ella siente. Seguro que Netanyahu no experimenta dolor cuando ve a una madre palestina que lleva en brazos a su crío, todo huesos y piel. Quizás, siente todo lo contrario, satisfacción por ver que su arma de guerra funciona y está consiguiendo exterminar a todo el pueblo palestino, lo mismo que los nazis pretendieron con el pueblo judío.
Yo, cuando veo a una madre palestina sosteniendo a su hijo depauperado, no puedo dejar de pensar en La Piedad de Miguel Ángel. En ella, el artista consiguió reflejar el dolor y la compasión que siente María ante el cuerpo de su hijo, después de que haya sido crucificado. Así me identifico yo con las emociones de las madres palestinas: tristeza por no poder alimentar al hijo, pesar por el final que le espera, y también una imparable ira contra quienes le han condenado a una muerte por inanición. Soy esa madre que, al principio, se desesperaba con el llanto del crío reclamando alimentos, y que ahora se desespera porque el crío ya no tiene fuerzas ni para llorar.
Ese niño, esa niña, primero habrá sentido los retortijones del hambre y habrá tratado de calmarlos con cualquier cosa que parezca comida: tierra, alguna hierba, agua, si la consigue… Luego cada vez habrá tenido menos fuerza, su piel se habrá afinado, sus huesos se habrán marcado, hasta alcanzar la caquexia. Entre tanto, la desnutrición también habrá hecho mella en el cerebro, que necesita, entre otras cosas, glucosa para su buen funcionamiento. Y habrá impactado en su actividad mental. Esa niña, ese niño, sufrirán disminución de la concentración, apatía, confusión, y letargo, y quizás delirios antes del final.
Desde luego, no podrán entender por qué su madre es incapaz de alimentarlos. Y, si alguno de ellos o ellas consigue sobrevivir, va a sufrir secuelas físicas y psicológicas graves y duraderas: retraso en el crecimiento, daños neurológicos permanentes, anemia, fallos de órganos y sistemas…
Y, mientras, Europa dudando. ¿Por qué no reacciona ahora como lo ha hecho en el pasado frente a otras crisis? ¿Vamos a dejar que la Europa social se ponga de perfil frente a Netanyahu? ¿Vamos a seguir comiendo tranquilamente mientras el pueblo palestino se muere de hambre?