Visita de obras (2)

Visita de obras (2)
Senior Editor

Según el nomenclátor, la calle Muntaner homenajea a Ramon Muntaner, cronista, almogávar, camarlengo, alcalde de Eivissa, con una biografía que justificaría una serie del tipo Juego de tronos . La calle es noticia porque, durante trece meses, las obras de prolongación de la L8 del metro interrumpirán, en nombre de la sostenibilidad, la fluidez habitual. Que conste que los trece meses son una estimación. Eso significa que tendremos que aplicarle el principio corrector del nuevo Camp Nou o de la ya vieja plaza de les Glòries: “cualquier obra oficial sumergida en una estimación anunciada experimenta un retraso igual a la torpeza de quienes establecieron los plazos”.

carrer muntaner

 

Gorka Urresola Elvira

Para repartir –esponjar, dicen ahora– el tráfico que hasta ahora asumía la calle Muntaner, el Ayuntamiento ha ordenado unas medidas previamente anunciadas y que empezaron el lunes. Los vehículos que bajan por Muntaner deberán desviarse primero por la calle Madrazo (a la derecha) y luego (a la izquierda) por la calle Amigó, que, desde hace unos días, ha cambiado de sentido. Como periodo de prueba, el cambio de Amigó ha provocado algún susto entre los vecinos y, sobre todo, el temor a que, a partir de septiembre, esta modificación rebaje aún más las plazas de aparcamiento de una zona en la que ya era muy difícil aparcar.

Los coches que bajan por Muntaner tendrán que desviarse por calles adyacentes

El lunes por la mañana, sin embargo, todo funcionaba bastante bien. Los coches acataban el mensaje de las señalizaciones y el autobús de la línea V13 podía girar por Madrazo y Amigó sin practicar la conducción de curva psicopática.

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¿Las obras? Han empezado a fuego lento. Todo está pensado para respetar la circulación de las calles transversales (Madrazo, Laforja, Marià Cubí y Avenir) y, con buen criterio, hay letreros que, por si acaso, nos recuerdan: “rogamos disculpen las molestias”. El lunes las molestias era el calor, que afectaba la movilidad no de los vehículos sino de los operarios, que buscaban la sombra para preparar un despliegue que se intuye inminente. Hay una zanja en el carril derecho que se irá ampliando hasta completar el abismo. Un abismo que atraerá todo tipo de maquinaria y, por extensión, las inevitables lamentaciones y exabruptos de peatones, vecinos y conductores poco dispuestos a disculpar las molestias.

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