Como ya les sucedió a José María Aznar y a Mariano Rajoy en su momento, Alberto Núñez Feijóo padece el síndrome del jefe de la oposición del PP, que consiste en que todo el mundo se ve capacitado para orientarle sobre cómo debe ejercer su papel. Unos lo criticarán por ser demasiado agresivo y otros por pecar de timorato –a Rajoy le llegaron a poner el mote de maricomplejines –. En estas circunstancias, Feijóo sabía que hoy sería criticado hiciera lo que hiciera en relación con su asistencia o no a la apertura del año judicial. Al final se ha decantado por no acudir en protesta por la presencia del procesado fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz, y por las palabras de Pedro Sánchez contra algunos jueces.

El Fiscal General del Estado, Álvaro García Ortiz, en el Palacio de la Zarzuela
Pues bien, apuntándonos a esta corriente de opinar sobre el papel de jefe de la oposición, concluimos que Núñez Feijóo ha tomado una decisión incorrecta. Podía haber mostrado su malestar, como han hecho los vocales conservadores del Consejo General del Poder Judicial, pero por sentido institucional debería estar presente en un acto al que siempre ha acudido como líder del PP. Tiene razón Feijóo en solicitar la dimisión del fiscal general, ya que es inaudito que pueda dar hoy su discurso cuando está a punto de sentarse en el banquillo de los acusados. Como ya escribimos en su día, la acusación contra García Ortiz no se sustenta en ninguna evidencia, pero ciertamente está procesado.
Su plantón dio ayer munición al Gobierno para acusarle de “desconsideración” y “falta de respeto” al Rey y al Poder Judicial, que sí asistirán, lógicamente, al acto. Feijóo se defiende con el discutible argumento de que si fuera, “convalidaría” las palabras de Sánchez. Nada tiene que ver la asistencia a actos oficiales con la coincidencia ideológica con el organizador. Y, si no, que se lo pregunten a los magistrados que acudirán hoy al acto que están molestos por las declaraciones de Sánchez o por la presencia del fiscal general. Es posible que si Vox no existiera hoy a la derecha del PP, Feijóo no caería en la ostentación de hacer estos gestos de cara a la galería. El PP no debería perder nunca su sentido institucional.