Teatro en Venezuela

Nicolás Maduro, el presidente venezolano, se ha puesto estupendo esta semana y ha declarado con impostada solemnidad que “si Ve­nezuela fuera agredida, pasaría inmediatamente a un periodo de lucha armada” y que “está de pie y así seguirá, con serenidad y fe inquebrantable en la victoria”.

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Ariana Cubillos / Ap-LaPresse

Su enemigo sería ni más ni menos que EE.UU., cuyo presidente, Donald Trump, anunció ufano el lunes que acababa de hacer saltar por los aires una embarcación de narcotraficantes, con once personas y una carga de drogas a bordo.

Maduro y Trump tratan de tapar sus vergüenzas con el fantasma de la invasión

Se dice, tras estos hechos, que la tensión entre Venezuela y EE.UU. se ha disparado y que acaso acabe en invasión. El precedente de la de Panamá en 1989, ordenada por el presidente Bush para derrocar al presidente Noriega, vinculado al narcotráfico, abona la teoría. Y en EE.UU. se acusa a Maduro de estar en la cúspide del cártel de los soles, que trafica en la zona caribeña.

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No es una hipótesis descartable. Pero sí poco probable, porque los buques y los 5.000 soldados destacados por EE.UU. en el Caribe no bastan para una invasión terrestre. Por ello gana puntos –y sintoniza más con el estilo negociador de Trump– la teoría de que lo que pretende es presionar a Maduro para poder meter más mano en su petróleo o indicar a su camarilla que el negocio de las drogas irá a menos, para así fisurar la cúpula chavista.

Por tanto, quizás no estemos en vísperas bélicas, sino ante algo parecido a un festival de teatro con escenario venezolano, en el que las dos partes gesticulan para tapar sus vergüenzas. Las de Maduro son un país arruinado y unas elecciones –las de julio del 2024– amañadas, además de los ocho millones de emigrantes que salieron del país, cansados de represión y hambre. Eso no se puede tapar, y menos con retórica de ardor guerrero.

La gesticulación de Trump también es descriptible. Dice que combate el tráfico de drogas y, por extensión, un régimen corrupto y antidemocrático como el de Maduro. Pero la mayoría de la cocaína que sube de América del Sur a América del Norte va por el Pacífico, no por el Atlántico, y el prestigio de Trump como defensor de la democracia, tras atacarla a diario en su país, es entre nulo e inexistente.

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