No todos los judíos comparten la humillación, las matanzas y la desproporcionalidad con que el Gobierno Netanyahu ha respondido al asesinato por parte de Hamas de más de mil hebreos en la madrugada del 7 de octubre del 2023.
El Estado de Israel debe ser juzgado con los mismos parámetros que se aplican a todos los estados. El derecho de gentes no hace distinciones.

Lo que ocurre en Gaza no se puede reducir a una cuestión semántica. Los hechos muestran una violación masiva de los derechos y la dignidad de cientos de miles de palestinos que huyen sin saber adónde, atravesando una tierra arrasada previamente por el ejército, hambrientos y desnortados. Decenas de miles de víctimas civiles, devastación sistemática de infraestructuras básicas como agua, electricidad, hospitales, alimentos y el cobijo imprescindible para vivir. El problema es que Israel podrá expulsar, confinar o diezmar a unos dos millones de palestinos de Gaza, pero no obtendrá la paz.
El drama persistirá mientras los palestinos no tengan una salida política. La demografía está marcando el camino a su favor.
Israel podrá expulsar a los palestinos a ninguna parte, pero no obtendrá la paz
Los dos grandes genocidios del siglo XX pretendieron eliminar al pueblo armenio por parte de los turcos (1915) y al judío por el antisemitismo criminal de Hitler. Judíos tan lúcidos como George Steiner fueron contrarios a la misma existencia del Estado de Israel “que va a torturar a otros seres humanos. Deberá hacerlo para sobrevivir”. De víctimas durante veinte siglos son considerados en este momento como verdugos debido al militarismo de Netanyahu.
Shlomo Ben Ami, exministro laborista israelí, ha escrito que “el Holocausto no nos concede autoridad e inmunidad moral para derribar todas las barreras éticas en nuestra lucha por la consolidación del Estado judío”.
La apabullante superioridad militar es capaz de destruir Gaza, pero no de borrar del mapa al pueblo palestino. Hasta que la población palestina no sea sujeto activo de derechos, el aislamiento de Israel irá en aumento. “Demasiada historia y tan poca geografía”, dijo el ministro Abba Eban tras la guerra de los Seis Días de 1967. Fue después de esa espectacular victoria militar cuando se desvaneció el Israel idílico de Theodor Herzl, Ben Gurion y Golda Meir.