En abril del 2023, Charlie Kirk dijo en un acto público: “Creo que vale la pena admitir el coste de algunas muertes por arma de fuego, que desgraciadamente se producen cada año, con tal de proteger la segunda enmienda (…). Es un coste asumible. Es racional”. El pasado día 10, este propagandista de la ultraderecha de Estados Unidos, cristiano evangélico, racista, antifeminista, homófobo, xenófobo y negacionista, murió tras ser alcanzado en el cuello por un disparo de fusil mientras debatía al aire libre con alumnos de una universidad de Utah. Tenía 31 años.
EE.UU. sufre por las armas de fuego y por las muertes que provocan, ya sea en tiroteos masivos e indiscriminados o en otros con víctima preseleccionada. Hay en el país 340 millones de habitantes y unos 500 millones de armas de fuego en manos privadas. En el 2023 fallecieron a tiros unas 47.000 personas, más de la mitad suicidas. Abundan los tiroteos en escuelas, universidades, iglesias, centros comerciales, etcétera. Solo en el 2023, el Gun Violence Archive registró 689 tiroteos masivos (en los que se disparó al menos a cuatro personas). A estas balaceras les suceden telediarios poblados por deudos inconsolables. Pero la siguiente masacre no tarda en llegar, y el recuerdo de la previa suele ser breve para quien no perdió en ella a un ser querido.
Las armas en manos privadas atentan en EE.UU. contra la vida, la libertad y la felicidad
Más preocupación está causando la violencia de signo político. Por duro que resulte decirlo, una matanza de escolares inocentes tiene a menudo, por un lado, causas relacionadas con el rencor particular de un enajenado que deviene asesino y, por otro, unos efectos horrorosos. Pero un asesinato político revela un país polarizado, de retórica incendiaria, gatillo fácil y futuro tormentoso.
La lista reciente de agresiones a políticos es espeluznante. El marido de Nancy Pelosi, presidenta demócrata de la Cámara de Representantes, fue atacado a martillazos en el 2022 en su domicilio de San Francisco. En abril del presente año, la vivienda del gobernador demócrata de Pennsylvania, Josh Shapiro, fue incendiada mientras dormía en ella junto a su familia. Una legisladora de Minnesota, también demócrata, y su esposo fueron asesinados en junio. El propio presidente Trump, republicano, sufrió dos intentos de asesinato en el 2024…
EE.UU. celebrará el 4 de julio del 2026 el 250.º aniversario de su Declaración de Independencia. En la web America250.org, donde se explican los preparativos, leemos: “El camino hacia esa histórica efeméride es una oportunidad para detenerse, reflexionar sobre el pasado de nuestra nación (…) y mirar hacia el futuro que queremos crear para nuestros descendientes”. Hermosas palabras... sobre las que retumban disparos mortales.
Palabras y disparos: dos modos de expresarse distintos, aunque no del todo. Tras el asesinato de Kirk, hubo bastante consenso entre rivales políticos sobre que la violencia no es el camino. Pero unos exhibieron más temple que otros. Al presidente Trump, que mandó poner las banderas a media asta por Kirk, le faltó tiempo para achacar el clima violento a la izquierda radical, omitiendo cualquier referencia a su condición de polarizador máximo. O a los excesos de otros, como Elon Musk –“la izquierda es el partido del asesinato”– o las redes que vomitaron “es la guerra”.
¿El futuro deseado por EE.UU. pasa por ir a la guerra civil y matar a los rivales? Si se trata de reflexionar sobre el pasado, releamos la segunda –y más famosa– frase de la Declaración de Independencia: los hombres son creados iguales y con derechos inalienables como “la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad”. Todo lo cual peligra al estallar la guerra.
Y si revisamos la segunda enmienda de la Constitución, en cuyo altar ha sido sacrificado Kirk, veremos que está obsoleta: “Siendo necesaria para la seguridad de un Estado libre una milicia bien organizada, no se deberá coartar el derecho del pueblo a poseer y portar armas”. Hoy ya hay profesionales que guardan la seguridad del Estado, pero las armas privadas causan crímenes atroces e incompatibles con la vida, la libertad y la felicidad.
