José Antonio Marina, en su tratado La lucha por la dignidad (Anagrama), dice que hay que tomarse en serio a Shakespeare cuando establece que “la vida es un cuento absurdo, contado por un idiota sin gracia, lleno de ruido y furia”. Y añade el filósofo, a continuación: “Pero que se empeña en escribirlo de otra manera”. El hombre es un animal, desdichado por entender que es tal, pero que aspira a dejar de serlo. Y una de las cosas que sabe que le dan sentido en su viaje por la historia, más allá de brújulas y mapas, es la dignidad, resultado del afán de convivencia y del respeto al otro. De la búsqueda de la felicidad y del respeto que uno se merece a sí mismo.
La dignidad es un valor intrínseco de cada ser humano por el simple hecho de existir, que se traduce en el derecho a ser respetado y a poderse desarrollar plenamente. Ya figura en el pensamiento de Platón y más tarde en Aristóteles. Pero una cosa es la dignidad que todos los seres humanos merecemos por el hecho de serlo y otra, la que somos capaces de asumir en nuestra conducta.
Los familiares de las víctimas de la dana le han pedido a Mazón que no vaya al funeral
Hoy, Carlos Mazón tiene previsto asistir al funeral de Estado, que presidirán los Reyes en el Museo Príncipe Felipe de la Ciudad de las Artes y las Ciencias, a modo de homenaje a las víctimas de la dana. Hace justo un año que se llevó por delante la vida de 237 persones, 229 de las cuales en la provincia de Valencia. Los protagonistas no serán las numerosas autoridades que estarán presentes, sino los familiares de las víctimas. Y la presidenta de la Asociación de Víctimas Mortales de la Dana le ha pedido al presidente valenciano que no asista y que, si lo hace, tenga la deferencia de no acercarse a saludar a los familiares: “Para nosotros es muy doloroso saber que, doce meses después, la persona que fue el máximo responsable de la muerte de nuestros familiares va a estar ahí”.
Mazón debió haber dimitido hace tiempo. No le espera un final glorioso, después de que la jueza que lleva el caso lo esté acorralando por su inacción. La dignidad de los familiares de las víctimas merece que, por una vez, las escuche. Él pasará un mal rato en el funeral, pero también los presentes. La dignidad, a veces, es asumir las responsabilidades, pedir perdón y marcharse a casa.
