Carles Puigdemont ha mandado un mensaje a través de X, a las puertas de que Pedro Sánchez comparezca en el Congreso para informar sobre las últimas cumbres internacionales y del Consejo Europeo, así como del estado de los servicios públicos. Será una sesión para tomar el pulso a las relaciones del Gobierno con Junts. Puigdemont ha escrito en su perfil de la red social que “a Madrid nunca hemos ido a hacer amigos, ni a hacer de catalanes simpáticos”, lo que es una muestra de sinceridad aunque a veces un poco de diplomacia en política no solo es necesaria, sino que sobre todo resulta útil. Pero así son las cosas y nadie le puede negar al líder de los posconvergentes que no sea franco. Y explica su displicencia diciendo que a Madrid van exclusivamente a defender intereses de los catalanes, pero que no se les ha perdido nada más.
Séneca, que además de poeta fue político –ocupó cargos con cuatro emperadores a cual más complicado, como eran Tiberio, Calígula, Claudio y Nerón–, defendía que la amistad era un ejercicio importante, porque permitía comprender y ser comprendido. Claro que él era un estoico y Puigdemont, un activista. Pero la rotundidad de sus palabras en X, sin ser una sorpresa, pues cosas más rotundas proclama su incondicional Miriam Nogueras, resulta muy descortés, cuando la cordialidad no produce urticaria.
Puigdemont reconoce que a Madrid nunca han ido a hacer amigos, ni a hacerse simpáticos
Es cierto que hay una derecha reaccionaria que celebra sus expresiones, porque profundizan trincheras. Pilar Urbano publicó un artículo mientras se gestaba el pacto del Majestic que, entre otras cosas, decía: “Pujol conoce nuestro desprecio, sabe la náusea, detecta el inmenso rejalgar nacional que nos produce su avenencia con él. Y el tío se ensaña. Nos hace mendigar, limosnear, pordiosear, hacer esquinas como putas por rastrojos. Ya no sabe qué pedir, ni de dónde lo vamos a sacar”.
No se le pide a Junts que haga amigos, sino buena política para esos catalanes que asegura defender. Con inhibiciones, bloqueos y desprecios van a conseguir poca cosa. Para La Fontaine, la amistad era más difícil de encontrar que el amor. Así que tampoco hay que ponerse necesariamente desagradables.
