A pesar de la pereza que (lo confieso) me produce la estruendosa política de Madrid, llena de jueces tan brillantes como fantasiosos, de políticos a la vez maquiavélicos y transparentes, de periodistas acostumbrados a vivir en la trinchera para defender o conquistar estatus, pese a la pereza, repito, que produce la recalentada fábrica de tensión madrileña, me parece que el episodio del fiscal general, que ha enfrentado a tres poderes (el núcleo judicial en torno a Marchena, el gobierno de Sánchez y el fulgurante gobierno regional de Ayuso) se explica mejor gracias a la observación de los principales actores del episodio, que a la sentencia del Supremo.
El episodio del fiscal general está relacionado con las pulsiones de tres personajes. En primer lugar, la (muy bien disimulada) cólera de Marchena después de que el Gobierno Sánchez impulsara la amnistía que dejaba en fuera de juego los barrocos argumentos de la sentencia del procés y ponía en riesgo a los jueces españoles ante Estrasburgo. En segundo lugar, la adicción a las maquinaciones de Miguel Ángel Rodriguez (MAR), exfactótum de Aznar, hoy Pigmalión de Ayuso, cuya desmesura un día le pasará factura (y será cara). De momento, está consiguiendo dos premios por cada una de sus apuestas: debilitar al frágil Gobierno Sánchez y fortalecer el perfil de Ayuso para eclipsar un Feijóo cada día más borroso.
En tiempos de debilidad, los errores e ingenuidades se pagan mucho más caros
El tercer personaje es el cándido fiscal general. Quizás no fue el primero en filtrar que el novio de la presidenta Ayuso reconocía dos delitos fiscales y proponía un acuerdo para evitar la cárcel. Sin embargo, al redactar una nota de prensa para desmentir la versión falsa fabricada por MAR sobre las negociaciones entre la Fiscalía y la pareja de Ayuso, el fiscal enseñaba ingenuamente sus pulsiones. No sólo intervenía en un tema menor en sí mismo, si bien de alta relevancia política, sino que de la información que ofrecía su nota (en paralelo a un correo electrónico) se desprendía un detalle judicialmente restringido. Un pequeño detalle, que no constaba en las informaciones reveladas previamente por los periodistas: la filtración del correo del abogado del novio de Ayuso. En resumen: la nota del fiscal permitió al instructor acusarle de filtrar información restringida. Supongo que sentencia confirmará el argumento.
¿Por qué el fiscal general redactó esa nota? La versión del novio de Ayuso, fabricada por MAR, era falsa y se habría sabido pronto. ¿Había que ser tan impaciente? ¿Le traicionó la presión del momento? Sea por impaciencia, nerviosismo o, quizá, por ganas de quedar bien con el Gobierno que le había nombrado, el fiscal acabó cometiendo un error ínfimo, un resbalón que revelaba sus ganas de intervenir en la guerra política entre Ayuso y Sánchez. Es obscena la actitud de MAR (“No soy notario”). Es obscena la pretensión de Marchena de intervenir en la batalla política forzando los argumentos jurídicos con formidables barroquismos (como ya ocurrió con la sentencia del procés , que convertía desobediencia civil en violencia). Pero no es menos obsceno el aprovechamiento que hizo el fiscal general de su cargo para intentar favorecer la causa de quien le nombró. Cazador cazado.
Hay tres formas de valorar la condena del fiscal general. La primera es el aplauso: indica que se está a favor de esta jugada, en la que la astucia de la derecha madrileña, la ingenuidad del fiscal general y la fría determinación del núcleo del Supremo han permitido establecer un nuevo hito en la deconstrucción del mapa político actual. La segunda: el aprovechamiento táctico del lamento por la sentencia para alimentar la enésima versión del “¡No pasarán!”. La tercera es recordar que la táctica resistencial de Sánchez ya no da más de sí, pues, al no responder a un cemento estratégico, se está desintegrando debido a los errores humanos de muchos de sus protagonistas.
Liderado intelectualmente por los jueces del Supremo, se acerca un bloque derechista que seguramente acabará prescindiendo de muchos líderes de los partidos de derecha actual. Este bloque intentará reformular la Constitución en un sentido vertical y unitarista. Les están asfaltando el camino muchos de los que decían favorecer la alianza plurinacional. En tiempos de debilidad, los errores e ingenuidades se pagan mucho más caros.
