Bécame otra vez

Bécame otra vez
Editorial Team

Que una buena idea sea crucificada por energúmenos en las redes sociales entra dentro de lo normal. Pero que la critique gente razonable nos hace pensar que ha habido un error de comunicación, tacto o planteamiento. Hablo de la autodenominada “beca” para que un autor latinoamericano venga unos meses a Barcelona y escriba sobre ella.

Inauguración del pabellón de Barcelona en la FIL de Guadalajara, con el alcalde Jaume Collboni y la vicepresidenta Yolanda Díaz

Inauguración del pabellón de Barcelona en la FIL, con el alcalde Jaume Collboni y la vicepresidenta Yolanda Díaz junto a los mexicanos Marisol Schulz, Karla Planter y Josñe Trinidad Padilla 

Europa Press

Este tipo de ayudas existen en muchos países del mundo. En ocasiones son abiertas y, en otras, presentan condicionantes de idioma, zona geográfica o nacionalidad, en función de aquello que busca el convocante (universidades, fundaciones privadas, instituciones públicas...). Presentan dotaciones económicas diversas (mayores y menores que la que lanza la alcaldía) en función del tipo de autor al que se dirigen.

Es muy loable apostar por Barcelona como capital de la literatura iberoamericana, condición que ostenta desde los años sesenta y que aporta grandes beneficios, no solo económicos. Una posición que hoy ya no está tan clara, o al menos repartida con Madrid. Un programa que estimule eso es a todas luces necesario.

Muchos autores catalanes han gozado de residencias en el extranjero y, a la inversa, latinoamericanos han estado aquí escribiendo gracias a una ayuda, y todo ello es una maravilla”

Junto a la gente sensata que esgrime sus razones, el estercolero de algunas redes ha desgranado todo tipo de argumentos xenófobos que nos avergüenzan. Aplicar el primer els de casa a esta ayuda –por definición, para gente de fuera– sería como pedir que los 80.000 euros del Premi Internacional Catalunya se destinaran a un autor local o que todo el dinero de los Erasmus fuera a mejorar las condiciones de vida de los estudiantes catalanes. Demagogia pura. Muchos autores catalanes han gozado de residencias en el extranjero, en Nueva York, Roma o París, por ejemplo. Y, a la inversa, autores latinoamericanos han estado aquí escribiendo gracias a una ayuda, como Leila Guerriero en la Costa Brava (de aquella residencia Finestres surgió La dificultad del fantasma) y todo ello es una maravilla. Lo que ahora causa escándalo ya se hizo, yo visité en el 2003 a una escritora residente llamada Siri Hustvedt –que vino acompañada de Paul Auster– y no recuerdo ninguna protesta.

La defensa del catalán debe reforzarse ante el descenso en su uso social. Pero ello no debe ir en detrimento del apoyo a la cultura latinoamericana y los vínculos que tenemos con ella. Se me ocurren al menos diecisiete partidas presupuestarias más superfluas. No me imagino a nadie más colonizado que un latinoamericano, así que, en vez de sobreactuar como si el catalán no pudiera sobrevivir a la presencia de un escritor durante tres meses, deberíamos preguntarnos por las causas profundas del retroceso del idioma y la responsabilidad de cada cual, incluidos los gobiernos.

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