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Ciudad con barreras
Tengo un amigo que estudia en Barcelona y el otro día tuvo que ayudar a un hombre mayor a bajar unas escaleras del metro. No, el ascensor no funcionaba. Me contaba que sintió vergüenza, pese al agradecimiento del hombre. Vergüenza de vivir en una ciudad que todavía pone obstáculos físicos a personas que lo tienen ya bastante difícil. No son favores, sino derechos, no deberíamos depender de la buena voluntad. Tenemos que depender de un diseño urbano que piense en todos. Si el transporte público no es accesible, no es público.
Víctor González Dolcet
Huesca