Jóvenes, vino y humo
La nueva ley antitabaco pone especial celo en proteger a los menores. Bien por la salud, sin duda. Pero conviene recordar que no hace tanto, en algunos internados de los años setenta, a los estudiantes, a partir de cuarto de bachillerato, les permitían fumar en los recreos y se les servía vino en las comidas. La evolución es llamativa: lo que antes se toleraba con naturalidad ahora se prohíbe con rigor. Y dentro de unas décadas seguramente se juzgarán con igual severidad hábitos que hoy aceptamos sin pensar: refrescos azucarados, pantallas omnipresentes o cualquier mínima libertad que nos parece inofensiva. Las leyes cambian, las costumbres mutan, pero cada generación se siente pionera en la tarea de proteger a la juventud.
Naturalmente, hoy nadie defendería aquellas prácticas; solo recordar cómo ha cambiado la percepción de la juventud y la responsabilidad.
Pedro J. Soto Santos
Ablitas (Navarra)