La chispa de la vida de Trump

El Burladero del Lector

Burladero del Lector.

Los tentáculos del líder de los 'trumpianos' llegan a todas partes: un día cambia la fórmula de la Coca-Cola y otro rebautiza un equipo de fútbol americano, todo siempre que sirva a sus intereses y al de sus seguidores

'El Burladero' satírico regresa a 'La Vanguardia' en versión digital y de la mano de los lectores

El primer mandato de Donald Trump como presidente de los USA fue esperpéntico, bufonesco, como una broma que pocos pensaban en serio que se podía repetir. Algunos reían para no llorar y otros lloraban de risa, a carcajadas, ante sus decisiones excéntricas. En cambio, su segunda estancia en la Casa Blanca está sirviendo para inculcarnos de verdad su manera de ver el mundo, su forma de entender la American Way of Life en el siglo XXI, basada en el ideario trumpista. Ahora va en serio. Ahora todos sabemos que la primera vez no fue ni siquiera un simple ensayo, sino que fue un anuncio, una premonición, una profecía de lo que nos deparaba el futuro con Trump. Así es como ha convertido EE.UU. en los Estados Unidos de Hollywood, donde el día a día es como una sucesión de películas de géneros variados, desde el bélico al neo-western o el thriller, pasando por el terror más blockbuster o incluso la ciencia-ficción. Todo es puro entretenimiento. Es la chispa de la vida. Es Trump.

Los tentáculos del presidente llegan a todas las partes. Como los dedos del pianista, tocan todas las teclas. Así no es extraño que, esta semana, Trump anunciara en su red social que ha conseguido cambiar la fórmula más secreta del mundo, la de la Coca-Cola. “He estado hablando con la compañía sobre el uso de azúcar de caña real en esta bebida y han aceptado hacerlo”, escribió. Fue la agencia publicitaria McCann quien, en los años 70, dio con el conocido claim publicitario que acompañó a la Coca-Cola al menos hasta principios de 1980. El refresco se asoció a “la chispa de la vida” (aunque en su versión original en inglés el eslogan era Coke Adds Life). 

Medio siglo más tarde, el presidente de Estados Unidos parece querer introducir en la fórmula de la Coca-Cola su particular manera de entender la “chispa de la vida”. Pero, su afán de extender su propia American Way of Life (rebautizada por él como Make America Great Again) abarca todas las facetas de esa life de los estadounidenses. Al equipo de fútbol americano de los Washington Commanders, de la NFL, les ha dejado claro que vetará la construcción de su nuevo estadio si no recuperan su antiguo nombre, Washington Redskins, que cambiaron en 2020 porque trivializaba la memoria de los nativos americanos. Y es que ser considerado con otras culturas no es trumpista, así que deben adaptarse a los deseos de Trump o, simplemente, fastidiarse y quedarse sin un nuevo terreno de juego (al menos, mientras dure la era MAGA).

Por mucho que se quejen algunos (y que otros no lo hagan por miedo a represalias), está claro que el jefe de los trumpianos sigue adelante con sus políticas sin que nadie le haga sombra, ni siquiera su (antes) benefactor, Elon Musk, con quien ha cortado lazos. También quiere desprenderse de su pasado con el millonario abusador sexual de menores Jeffrey Epstein. Está por ver si, finalmente, lo consigue. Mientras tanto él sigue a lo suyo, aumentando sus seguidores tanto dentro como fuera de los Estados Unidos de Hollywood. Salen imitadores por todas partes, incluso en Japón, donde el Partido Liberal Democrático (PLD), la formación conservadora que ha ostentado el poder prácticamente sin interrupciones desde hace 75 años, ha sufrido recientemente una dolorosa derrota en unas elecciones legislativas parciales marcadas por la irrupción de la ultraderecha trumpista, que en el país del sol naciente se llama Sanseito

Este partido japonés ultra ha seducido sobre todo al electorado joven, como está pasando en otros países, sin ir más lejos, en España. Y es que Trump ha destapado la botella, pero otros beben su contenido. Él ha mostrado y compartido su propia fórmula para saborear la chispa de la vida, tal y como la entiende él, y otros la han copiado. Para unos es amarga, pero para otros es refrescante y dulzona. Es cuestión de gustos. Y de disgustos.

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